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El dilema de la burguesía: arreciar la guerra económica o amarrar a sus locos.- Luego de la medición implícita de fuerzas políticas que se produjo con las primarias opositoras versus las del PSUV, la burguesía (incluyendo en este concepto desde los grandes oligarcas hasta los pequeños comerciantes opositores) ha tenido dos tipos de reacciones: una parte decidió castigar al pueblo con más y peor guerra económica; la otra parte, al parecer, puso la cabeza sobre una panela de hielo y ha concluido que es hora de atenuar el sabotaje y tratar de ponerse a funcionar, en lugar de seguir esperando que el gobierno se caiga o que lo tumben.

 

Es obvio que una parte de la burguesía grande y pequeña ha reaccionado con una acentuación de su estrategia de darle un escarmiento adicional al pueblo por su empeño en seguir respaldando a la Revolución, a pesar de todos los pesares. Tal parece que dijeron: ¡Ajá, con que votando en las elecciones del PSUV… ahora los vamos a hacer pasar más penurias!”.

 

Está claro también que entre los factores más notorios de esta radicalización están los conspiradores que se encuentran fuera del país y que desde allá dirigen las campañas contra el bolívar y, por esa vía, contra la estabilidad económica y política.

 

En un plano más doméstico, en este grupo de revanchistas se ubican los que han orquestado la más reciente fase de la agresión a la gente común: la escasez de pan. Se nota que hay un acuerdo para darle una vuelta a la tuerca y hacer que la población sufra con un alimento que, por razones culturales, es imprescindible en todas las mesas, desde las más humildes hasta las aristocráticas.

 

[Por cierto, un detalle curioso, dicho sea al margen: usted entra a una panadería y pide una canilla o un pan campesino y lo miran con desdén, como si estuviese pidiendo un libro de neoestructuralismo heterodoxo. El dependiente o una clienta escuálida (que nunca falta en una panadería) le dice: “¿Usté no sabe que no hay trigo?”. Y usted mira para el resto de la panadería y la ve colmada de cachitos, pastelitos, bombas, panes dulces  de todos los tipos, tortas, dulces de pastelería, roscas, golfeados, palmeras, pasta seca, ponqués y otro montón de cosas de esas que sólo los glotones saben cómo se llaman. Entonces usted pregunta, muy humildemente: “¿Y todas estas delicias con qué se hacen… con harina de yuca?”, tras lo cual será “acusado” de chavista, invitado a desalojar el sitio y a irse a un Mercal o, mejor, a Cuba en una balsa].

 

Pero, sería ingenuo pensar que en el grupo de los que ahora van a sabotear peor que antes solo hay portugueses malvados. No, ese grupo tiene un participante realmente estelar: Empresas Polar. Después de las elecciones del PSUV han arreciado las advertencias de este poderoso conglomerado, a través de sus más altos jerarcas o por intermedio de trabajadores que fungen como voceros patronales. Incluso han lanzado sobre la población un anuncio que en Venezuela puede considerarse de corte terrorista: se va a acabar la cerveza dentro de dos meses.

 

Bueno, lo de tratar de poner peor el acceso a los bienes y servicios es una nueva fase de la batalla que viene dando el gobierno desde hace ya casi tres años. Su hipótesis es que al pueblo se le puede vencer por cansancio, y que de aquí a diciembre, mientras más sufra la gente, más votos recibirá la derecha.

 

Sin embargo, es interesante analizar la actitud de los que –al parecer- pusieron la cabeza en la panela. Veamos, por ejemplo, la Asociación Bancaria y su contundente (aunque tardía) reacción contra las arbitrarias, caprichosas y malintencionadas fijaciones del tipo de cambio que se realizan mediante páginas web y redes sociales, dirigidas por prófugos de la justicia y generales derrotados de la guerra mediática.

 

Los grandes banqueros nacionales le han dicho a la colectividad exactamente lo mismo que los voceros de la Revolución han venido advirtiendo desde hace meses: que los tipos de Dolar Today son una banda de malandros, solo que lo dijeron con palabras muy técnicas: “La práctica de fijar un tipo de cambio de acuerdo a supuestas operaciones de mercados paralelos con montos exiguos para nada representativos de la economía venezolana, realizadas en un mercado no transparente, se traduce en una gran especulación”.

La Asociación Bancaria aconsejó expresamente al resto de la burguesía y a la colectividad en general no ser tan idiotas como para dejarse naricear por la referida banda de malandros. Solo que, de nuevo, lo dijo finamente: “Recomendamos no guiarse por estos indicadores para establecer el valor del bolívar respecto al dólar estadounidense o cualquier otra moneda”.

Esa actitud, y otras que podrían analizarse, evidencian que al menos para algunos empresarios ha llegado la hora de amarrar a sus locos. Veremos cuánto les dura esa idea en la cabeza.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])