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Para Lorenzo Mendoza la línea divisoria entre lo conocido como “publicidad empresarial” y una campaña psicológica con fines políticos ha sido borrada definitivamente. En consecuencia, las baterías mediáticas y económicas del monopolio Empresas Polar vuelven a enfilarse contra la Revolución Bolivariana, acelerando la creación de inusitadas alarmas dirigidas a (re)posicionar y recrudecer la guerra económica mientras quedan al desnudo sus mafiosas prácticas de parásito.

 

Mentira 1: Los dólares y el “esfuerzo nacional”

 

Si usted escucha hablar brevemente a Lorenzo Mendoza se dará cuenta, rápidamente, que palabras como “esfuerzo”, “compromiso”, “producción nacional” y “trabajo productivo”, son repetidas con tal gagueo que la invitación a sospechar aparece de forma automática.

 

Empresas Polar sencillamente no existiría como el principal cartel venezolano de curda, agroconfetti y refresco, sin el constante –y casi exclusivo– aprovechamiento de la renta petrolera. Si vemos las cifras con detenimiento, desde el año 2004 hasta 2014, dicho monopolio ha recibido una monumental cantidad de dólares que nada tiene que envidiarle a lo que reciben otras empresas –igual de mafiosas y criminales– pertenecientes al ramo farmacéutico transnacional: mil 500 millones de dólares y un poquito más ($ 1.552.671,922), según Cencoex.

 

No es (ni será) una “empresa nacional” como dice ser, ya que no genera divisas para la nación. Todo lo contrario: para que su monopólica actividad económica siga desarrollándose tiene que venir ese gobierno del cual tanto se queja a entregarle los dólares que necesita para seguir funcionando.

 

Dólares de la nación que luego serán entregados a los “proveedores internacionales” para que hagan llegar maquinarias, insumos y materias primas a Puerto Cabello, mientras el pelucón se queda viendo con la mirada perdida hacia el mar Caribe esperando que aparezca en la infinidad el próximo container con el que especulará durante seis meses más.

 

Mentira 2: La (falsa) inversión nacional

 

Lorenzo Mendoza no es más que un gestor (bastante adinerado) que tiene como función primaria impulsar y beneficiarse directamente de la (eterna) fuga de capitales y la extranjerización de la renta petrolera.

 

Cada vez que usted compra un litro de mazeite, una caja de cerveza, dos potes de mayonesa y dos kilos de Harina PAN, gracias a la política de aumento (y protección) salarial del Gobierno Bolivariano, buena parte de ese dinero se queda en las manos de empresas internacionales (canadienses y norteamericanas) exportadoras de trigo, avena, aceite crudo de palma, girasol, soya, cebada, lúpulo, malteada y lomo de atún, cuando se liquidan las divisas a cambio de esos bolívares que a usted Empresas Polar le roba descaradamente.

 

Lorenzo Mendoza aumenta su riqueza negociando la tajada que se va y la que se queda en sus bolsillos, para lo cual existe un perverso mecanismo: la sobrefacturación de divisas o la importación fantasma. En criollo: robarse los dólares de la nación mientras sonríe.

 

Por esta razón Empresas Polar se salta cada vez que puede el control de precios y profundiza violentamente el contrabando de extracción y el bachaqueo: necesita captar un mayor volumen de bolívares con el fin de mantener vivo el dólar paralelo, consolidarlo como una referencia y un mecanismo fáctico para la importación y aprovecharlo para chatajear al Gobierno mientras sigue beneficiándose con la tajada aquella que se negocia gracias a los dólares preferenciales. Lorenzo se paga y se da el vuelto.

 

En el marco de esa vulgar trácala importadora y cambiaria, Lorenzo Mendoza exhibe con claridad sus habilidades en la sobrefacturación de divisas a la que hacíamos referencia: el pelucón y su cartel no producen divisas pero aún así ostentan la impresionante cifra de diez mil millones de dólares depositados en el extranjero, situación que ejemplifica lo que verdaderamente representa: un estafador de altísima alcurnia.

 

Lorenzo Mendoza no invierte en el país: lo saquea. Sólo así pudo montar fábricas y cadenas de comercialización en Colombia.

 

Mentira 3: “Mis trabajadores (y Venezuela) me adoran”

Lorenzo Mendoza tiene total y absoluto conocimiento de la minusvalía económica (e histórica) que representa. Nació, creció y sigue vivo gracias a los dólares que no produce y de los cuales se beneficia enormemente.

 

Ante esta debilidad y muy consciente de su (importante) papel conspirativo en medio de la guerra económica, ha emprendido una intensa campaña psicológica con el fin de potenciar el temor y la neurosis en relación al consumo (y la “escasez”) de los productos que importa, al mismo tiempo que finge su “sacrificada” labor por el país.

 

Anda corriendo por televisión un micro de Empresas Polar en el que los gerentes y el personal administrativo salen manifestando con pancartas, pitos y banderas, haciendo ver la supuesta “falta de insumos” que le impide a Polar seguir llevando su veneno importado a la mesa del venezolano. Pero más allá del inusitado jalabolismo y del temor colectivo que intenta ensalzar, lo importante son las cifras que expone la pieza audiovisual.

 

Según el micro, el precio del maíz ha aumentado en un 250% aproximadamente y el precio de la Harina Pan, tan sólo, en un 50%. Lorenzo Mendoza toma la primera cifra especulativa de la mano de sus amigos delincuentes de Fedeagro: latifundistas que también importan insumos con dólares preferenciales para luego decir que los fertilizantes, lamentablemente y con una lágrima de caimán en los ojos, fueron importados con dólar paralelo y por eso el precio es tan elevado.

 

Pero lo que causa aun más sospecha es la segunda cifra. Lorenzo Mendoza no está diciendo, con el descaro de siempre, que él está perdiendo dinero, que está sacrificándose, que lo está perdiendo todo para que no suframos hambre. Sin embargo, las prácticas económicas de saqueo y de malandraje cambiario, descritas con anterioridad, desmienten el mentiroso mensaje, tan sospechoso como Donald Trump inaugurando un escuela para negros en Baltimore.

 

El camarada Mario Silva, en su programa La Hojilla del pasado día sábado, dio importantes aportes sobre esta campaña psicológica puesta en marcha. Lorenzo Mendoza ha invertido 7 mil 200 millones de bolívares en el primer semestre de este año para financiar, en conchupancia con empresarios mayameros prófugos de la justicia venezolana, un conjunto de páginas web (Prodavinci, Infovzla y Cambiavenezuela), desde las cuales se agudiza la neurotización de la población venezolana metrallando mentiras sobre la supuesta “hambruna” que viviremos si a Polar no se le entregan las divisas que exige.

 

En estas páginas no se dice absolutamente nada sobre el conflicto laboral que sostienen los trabajadores en miras de discutir un contrato colectivo mancillado por el tiempo, que no respeta el derecho al trabajo y no reconoce beneficios socioeconómicos elementales como el reconocimiento de las horas extra trabajadas.

 

Para un explotador como Lorenzo Mendoza esta situación representa una raya más para el tigre. Y esos 7 mil 200 millones de bolívares, que deberían ser para discutir un nuevo contrato colectivo, es mejor invertirlos en conspiración política. Lorenzo sabe lo que quiere.

 

Un muro infranqueable

 

Luego de 16 de años de Revolución la imagen de los “empresarios” se ha venido deteriorando de forma vertiginosa. Y ese es un logro tan importante como la instauración del control cambiario y el rescate de Pdvsa, puesto que reafirma en la conciencia la claridad política para entender el momento histórico y los perversos planes del enemigo. En ese importante aspecto de la realidad, el chavismo es sencillamente indetenible e infranqueable.

 

En esquinas y plazas se les dice parásitos, delincuentes y mafiosos. El primo de Lorenzo, Leopoldo López, está tratando de que alguien se interese en su show de la huelga de hambre, y a nadie le importa. ¿O usted sabe de alguien que esté pasando hambre en solidaridad con el carajo?

 

Lorenzo saca una publicidad diciendo que está perdiendo dinero (supuestamente) y la población sabe, porque lo vive, que es una mentira del tamaño del sol.

 

Las alarmas y los temores que intenta desarrollar esta campaña psicológica seguirán su curso porque, aquel que las promueve, tiene dinero para invertir a largo plazo. La paralización forzada de la planta de mayonesa por la supuesta insuficiencia en los inventarios de aceite de soya, el espasmo alarmista con relación a la “falta” de materia prima para producir cerveza y la agudización del conflicto laboral en este ramo, van en esta misma dirección.

 

Lorenzo piensa que puede caernos a coba, y en el marco de esa soberbia pelucona seguirá chocando contra ese obstáculo imposible de sortear en este tiempo histórico revolucionario: la conciencia chavista.

 

(Con el Mazo Dando)