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Fue tajante. Para el piloto australiano Mark Webber la Fórmula Uno nunca ha estado tan escasa de pilotos de calidad como en la actualidad.

 

Y el excorredor de Red Bull y Jaguar, que se retiró en 2013, considera que una de las raíces del problema es la presencia cada vez más numerosa de pilotos que llegan gracias al aporte de dinero de patrocinadores interesados.

 

Webber no hizo referencia directa a ningún «piloto por pago», pero reabrió un debate que se viene repitiendo desde hace un lustro y en el que aparecen frecuentemente los nombres del venezolano Pastor Maldonado, los mexicanos Sergio «Checo» Pérez y Estaban Gutiérrez y el brasileño Felipe Nasr.

 

«(Los líderes) están en un nivel fenomenal», dijo Webber, quien ahora participa en el Mundial de Resistencia con la escudería Porsche.

 

«Pero la base (en cuanto a calidad), nunca ha sido tan débil», dijo Webber a la BBC.

 

«Si te fijas del décimo puesto hacia el final hay muchos ‘pilotos por pago’. Eso no está bien», se lamentó.

 

«Necesitamos el calibre de lo que tenemos al frente de la parrilla. Necesitamos más calidad y que los autos sean más rápidos», pidió el australiano.

 

¿JUSTO?

Se consideran ‘pilotos por pago’ a aquellos que cuentan con el respaldo financiero de empresas que invierten importantes sumas de dinero en los equipos a cambio de un puesto en la parrilla de la F1.

 

Tanto Pastor Maldonado como Sergio Pérez, por ejemplo, contaron con el apoyo de PDVSA y Telmex para conseguir sus puestos en Williams y Sauber cuando llegaron a la F1 en 2011.

 

Pero sin bien es un término que se ha popularizado en los últimos años debido a la crisis de las escuderías y la necesidad de buscar recursos para subsistir, no se trata de algo nuevo.

 

Por ejemplo, uno también podría remontarse al apoyo que recibió el argentino Juan Manuel Fangio por parte del gobierno de Juan Perón o a los comienzos del austriaco Niki Lauda en los equipos March y BMR en 1972.

 

La diferencia es que Fangio y Lauda se forjaron una exitosa carrera después de llegar, algo que todavía no han podido hacer ni el venezolano ni el mexicano.

 

Y si bien tanto Maldonado como Pérez pueden presentar argumentos para defender su derecho de haber aterrizado en la categoría, ninguno justifica que esa presencia se mantenga en la actualidad.

 

LAS DOS CARAS

Maldonado llegó a Williams con el título de GP2 en la mano –después de cuatro años intentándolo en una categoría en la que Nico Rosberg, Lewis Hamilton y Nico Hulkenberg ganaron en su primer año– y respondió con una imponente victoria en el Gran Premio de Barcelona en 2012.

 

Pero desde allí todo ha ido cuesta abajo, hasta el punto que ha sido centro de burla por los continuos accidentes en los que se ve involucrado.

 

Pocos en la categoría dudan que la única razón por la que sigue en F1 es el dinero que PDVSA, la compañía de petróleos de Venezuela, da a Lotus, que se estima es de unos US$30 millones al año.

 

La posición de «Checo» Pérez es un poco diferente. El mexicano deslumbró a la categoría en sus dos primeros años con Sauber, hasta el punto que McLaren se fijó en él para ser el sustituto de Hamilton.

 

«Ha sido una serie de actuaciones matagigantes, un trío de podios y una vuelta rápida brillante en Mónaco lo que nos mostró que a Sergio no le falta nada en términos de velocidad y compromiso», explicó el entonces jefe del equipo, Martin Whitmarsh.

 

Pero el año de Pérez con McLaren coincidió con uno de los peores momentos de una de las escuderías más exitosas de la historia de la F1 y fue inevitable su salida del equipo al final de la temporada.

 

Desde entonces el mexicano se ha mantenido en la categoría con la escudería Force India, con la que tiene contrato hasta fines de 2016.

 

UN PROBLEMA MÁS PROFUNDO

El año pasado el expiloto de F1 británico y actual comentarista, Martin Brundle, dijo que el «balance se está acercando peligrosamente a que haya una presencia dominante de los pilotos por pago».

 

«No hay duda que los pilotos por pago están escalando en la parrilla, pero ellos siguen siendo grandes pilotos. No creo que ninguno de los que pagan para estar allí no sea un piloto de alto nivel».

 

Para Brundle el problema es que la F1 sigue siendo un deporte muy costoso y es necesario reducir el costo de los autos para que los equipos no necesiten aumentar sus presupuestos.

 

«De una manera u otra las carreras se tienen que pagar», dijo Brundle en una sesión de preguntas y respuestas en el salón del automovilismo organizado por la revista especializada Autosport.

 

El mismo Webber considera que la categoría ha perdido la magia del pasado y eso facilita la llegada de pilotos menos experimentados, como fue el caso de Max Verstappen, quien debutó esta temporada con 17 años.

 

«Los pilotos quieren autos más demandantes. Es como ser un piloto de un caza F18 pero estar a cargo de un avión de British Airways. Ellos están en una posición muy cómoda, controlando el ritmo. Es frustrante».

 

«La F1 debe ser el pináculo. Debe ser la más rápida de lejos en las curvas, en la exigencia física de los pilotos y en las cosas que hagan que los pilotos vuelvan a ser gladiadores».

 

Lo cierto es que el deporte está en una encrucijada en la que ni pilotos, ni los equipos, ni los aficionados parecen estar satisfechos.

 

Su modelo económico está siendo cuestionado y son varias las escuderías que están en dificultades para seguir existiendo.

 

Un ejemplo es el caso de Lotus, que pese a contar con el aporte financiero que brinda Maldonado, demuestra que el fondo del problema está mucho más allá que la simple presencia de los pilotos por pago.

 

(BBC)