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Angie Carolina Mendoza Cera nunca comentó a familiares cercanos que estaba sometiendo su cuerpo a tratamientos de belleza en un centro de estética ilegal.

 

“Su esposo no sabía, ella le comentaba que iba al médico a citas distintas a lo que estaba haciendo, pero nunca le comentó”, aseguró un amigo de la pareja contactado ayer por teléfono.

 

Mendoza, de 23 años y madre de una niña, murió la tarde del viernes anterior en el Hospital Metropolitano de Barranquilla. Presentó “síntomas cardíacos”, informó el sábado la Policía, producto de una descompensación sufrida durante un retoque en los glúteos.

 

El cuerpo de la joven fue sepultado el domingo en el cementerio Los Olivos, sede de la Vía al Mar. En medio del funeral, amigos y familiares de la víctima lamentaron su decisión de exponerse al riesgo de los procedimientos estéticos en un establecimiento clandestino.

 

La muerte de Mendoza truncó los planes que tenía junto con su esposo, James Jiménez Meza, con quien había contraído matrimonio en 2013. El primordial y más especial: el futuro de su hija Antonella, quien hace dos semanas cumplió 1 año.

 

AMA DE CASA. ‘La Flaca’, como era llamada de cariño, nació en el municipio Soledad, donde vivió en el barrio Salamanca. Era hija única de padre y madre, pero por parte de esta tuvo una hermana.

 

Antes de casarse, Mendoza Cera había trabajado en tiendas de ropa en centros comerciales y como administradora de un spa.

 

Reporteros del periódico AL DÍA, de esta Casa Editorial, hablaron con una amiga que rememoró que en esa época adquirió el gusto por verse y vestirse bien. Por entonces, como empleada de un almacén, conoció a Jiménez.

 

“Él tiene un buen trabajo; le daba todo, se moría por ella, la adoraba; hace 15 días había comprado un carro y estaban aprendiendo a manejar para que no andara en taxi con la bebé”, contó.

Tras dar el sí en el altar, se dedicó a cuidar su embarazo y, luego de dar a luz, al hogar y a la niña.

 

“Se enamoraron y se mudaron a San Isidro, incluso antes del matrimonio ya vivían juntos; y después de que se casaron, siguieron allí”, recordó el amigo de la pareja.

 

VANIDAD. Los testimonios de las amistades coinciden en que pese a su contextura delgada, la joven siempre tuvo una bonita figura. La misma que ni el parto afectó.

 

“Había quedado prácticamente igual, pero tú sabes, la vanidad de las mujeres de hoy”, aseguró el allegado.

 

La decisión de Mendoza por moldear su cuerpo se volvió realidad hace tres meses. Por recomendación de una amiga, acudió a los servicios en el centro de estética clandestino de la cosmetóloga Erika Ordóñez Rodríguez.

 

El procedimiento fue una lipoescultura: le extrajeron grasa de la parte superior del cuerpo y se la colocaron en los glúteos. “Ahí mismo se marcó el abdomen”, agregó el allegado.

 

La operación fue realizada en el negocio ilegal de Ordóñez, en el  apartamento 405 del edificio María Eugenia Ballesta, en la carrera 45 # 75 – 61, barrio Porvenir, en el norte de la ciudad. 

 

Dentro de la indagación que la Fiscalía abrió por la muerte de Mendoza, los peritos de criminalística de la Sijín determinaron que su cadáver tenía “incisiones en los glúteos y endurecimiento de los mismos”.

 

A ESCONDIDAS. Las razones para que la joven madre acudiera a una segunda cita, sin embargo, aún no son claras.

 

Las autoridades no han dado a conocer si las causas del malestar se relacionan con el procedimiento de belleza.

 

A las afueras de Medicina Legal, la hermana de Mendoza contó el sábado que había salido el viernes en la mañana de su casa, rumbo al médico porque “se sentía mal”.

 

Pero el amigo explicó que ella “venía manejando un problema de gastritis o colon, pero no era relacionado con el procedimiento”.

 

Lo cierto es que, como se informó el domingo y ayer, nadie supo de Angie hasta que alguien avisó que permanecía con vida en el Hospital Metropolitano, en la carrera 42F con calle 75B, barrio Ciudad Jardín, cerca del negocio de Ordóñez Rodríguez.

 

La hermana de la víctima agregó que la amiga que la acompañó al procedimiento, manifestó que ingresaron al negocio clandestino a las 4:30 de la tarde.

 

De acuerdo con clientas y personas que conocen a Ordóñez, la complicación en la intervención surgió porque la aguja con que le inyectaron una sustancia en los glúteos perforó una arteria y le provocó a la joven problemas cardio respiratorios.

 

Familiares y allegados de Mendoza todavía no han conocido el resultado de la necropsia que peritos de Medicina Legal realizaron a su cadáver. Con este se conocerá qué tipo de sustancia le fue inyectada en el establecimiento de la cosmetóloga Ordóñez.

 

“No se sabe qué le inyectaron, se está esperando el dictamen; de todo se dice, pero falta el dictamen de Medicina Legal”, advirtió el amigo.

 

LOS INVOLUCRADOS

 

El comandante de la Policía Metropolitana, general Ramiro Castrillón Lara, dio a conocer el domingo en la noche que el carro en que Mendoza fue llevada al hospital “ya fue individualizado, investigado”.

 

“Fue trasladada por dos personas a bordo de un vehículo particular, vinotinto; se sabe quiénes son los propietarios”, agregó.

 

Fuentes oficiales confirmaron a EL HERALDO que hay tres personas que figuran implicadas con la muerte de la joven: la cosmetóloga Erika Soraya Ordóñez Rodríguez, su hija Susan Chapman Ordóñez y David Jinete Jinete, pareja de Chapman.

 

A través de la línea Wasapea a EL HERALDO 310 4383838, lectores de este diario suministraron fotos de los tres sospechosos y del automóvil Kia, modelo Cerato y color vinotino, utilizado para llevar a la víctima al centro asistencial.

 

Una mujer a la que Rodríguez le hizo tatuado de cejas, contactada ayer, aseguró que en la primera habitación del apartamento 405 había una sala para realizar cirugías estéticas, entre esas colocación de implantes de senos.

 

En un allanamiento que agentes de la Sijín hicieron el sábado en el inmueble, por orden de la Fiscalía, hallaron “material quirúrgico hospitalario”.

 

Reporteros de esta Casa Editorial llegaron el sábado y el domingo al edificio. En la entrada se toparon con un listado de “propietarios y/o tenedores” de los 21 apartamentos de la unidad residencial. El 405 está registrado a nombre de Jinete, el yerno de Ordóñez.

 

(elheraldo.co)