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El vallenato de Los Hermanos Zuleta sonaba en la casa 52-23 del barrio Suramérica, donde Yohana Coromoto Meleán Jiménez, de 39 años, vivía con su esposo y tres hijos, de 15, 12 y ocho años. La mujer estaba en los quehaceres de su hogar, cuando su vecino la asesinó de un tiro de escopeta al no tolerar el alto volumen del equipo de sonido.

 

El terrible suceso ocurrió, este miércoles 7 de octubre a las 11:00 de la mañana, en la calle 149 del sector ubicado en la parroquia Marcial Hernández de San Francisco. El vecino, a quien identificaron como Amador Antonio Cuenca, de 66 años, aprovechó la ausencia del marido de Yohana para asesinarla.

 

La mujer se dedicaba al comercio informal. Temprano, antes de comenzar a limpiar había salido a buscar el CD de música que atormentó a su vecino.

 

“Ella estaba alegre porque al fin tenía su casita. Con mucho esfuerzo entre su esposo y ella compraron ese terreno y levantaron, poco a poco, la vivienda. Tenían tres días de haberse mudado. Anteriormente, la pareja vivía a una cuadra, en la casa de su madre”, contó Lourdes Suárez, hermana de crianza de la víctima.

 

Yohana estaba sola en la vivienda. Sus hijos estaban en casa de la abuela materna y el esposo había salido a la ferretería a comprar unos tornillos para colgar unos cuadros.

 

La intolerancia de Cuenca se hizo sentir, en medio de las canciones vallenatas. Fue la detonación del arma de fabricación casera, calibre 12 milímetros, la que acabó con la vida de la mujer, luego de que el vecino le reclamara. La mujer no le dio importancia y Cuenca la siguió hasta la sala y le disparó en la cabeza.

 

Testigos del homicidio contaron que Yohana acostumbraba a escuchar música a todo volumen, mientras se dedicaba a limpiar su casa y a preparar el almuerzo. “Ella no se metía con nadie y este señor le quitó la vida de una manera tan drástica y sin razones”, dijo una vecina, quien no aportó su identidad.

 

La música continuó sonando, pero el disparo fue más fuerte y alarmó a la comunidad. “Cuenca, luego de dispararle a Yohana salió de la casa con el arma en mano, sin ocultarla ni nada”, agregó la vecina.

 

El homicida quedó al descubierto ante los ojos de la comunidad y eso desató impotencia entre ellos. Cuando entró a su vivienda, los residentes de la barriada, enardecidos, le prendieron fuego a la camioneta Wagooner, marrón que estacionó el sujeto en el porche.

 

El homicida al ver la llamarada salió de la casa. En las afueras lo esperaban decenas de vecinos, quienes intentaron lincharlo y lo entregaron a las autoridades policiales.

 

El esposo de Yoana al regresar a su casa se encontró con la tragedia. Desesperado buscó ayuda de su cuñado y trasladó a su mujer a la emergencia del Hospital Dr. Manuel Noriega Trigo. Allí los médicos de guardia confirmaron la muerte.

 

La comunidad ingresó a la residencia de Cuenca y la desvalijó. Se llevaron enseres, artefactos eléctricos y todo objeto de valor.

 

La calle 149 de la barriada quedó atónita al verse envuelta en semejante crimen. Vecinos señalaron a Cuenca como una persona malhumorada. “No soportaba a nadie. De hecho, le molestaba escuchar a los niños jugando en la calle. A veces, los asustaba apuntándolos con un arma”, sostuvo la hermana de crianza de Meleán.

 

Fuentes policiales informaron que al homicida lo trasladaron a la subdelegación del Cicpc, donde se le abrió un expediente y fue puesto a la orden del Ministerio Público.

 

 

(Panorama)