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El fondo del asunto es que la derecha ya está negociando con el Fondo.- Era natural que Lorenzo Mendoza reaccione indignado porque le pincharon su oligárquico teléfono, y que intente restarle importancia a sus francas conversaciones sobre la transición que la derecha –una vez más– ve venir de manera inminente.

 

Mendoza no puede hacer otra cosa para medio salir del brete, salvo decir que es ilegal espiar las llamadas ajenas. Es la mejor manera de evadir el asunto de fondo. Y el asunto de fondo es que, sin tener ninguna autoridad emanada de la voluntad colectiva, la oligarquía ya está negociando con el Fondo (Monetario Internacional).

 

Cualquiera puede decir que es una previsión comprensible: la derecha está segura de que ganará las elecciones del 6 de diciembre y, afincada en una mayoría parlamentaria, terminará desplazando del poder al chavismo más pronto que tarde. Desde ese punto de vista, es lógico que ya estén actuando como una junta de gobierno a futuro.

 

Pensando mal, es posible que al trabajar para la transición, Mendoza no esté pensando ni siquiera en el resultado electoral, sino en el balance final del sabotaje económico del que él es actor fundamental. Según sus cálculos, en cosa de pocos meses (al margen de lo que pase el 6D), la paciencia de la mayoría habrá de agotarse y finalmente se generará el clima social apropiado para que tipos como él y su contertulio, Ricardo Hausmann aparezcan en rol de salvadores.

 

Mendoza dice que él habla con economistas de todos los signos políticos para tener una idea panorámica de la realidad. Tal vez lo haga, pero –de nuevo– el asunto de fondo es que la clase económica dominante está montando ya el “rescate” de Venezuela, un negocio fabuloso del que el imperialismo y ellos mismos, los grandes empresarios locales, saldrán forrados, mientras que “el trasero que echará sangre” (siempre hay uno) será el del pueblo.

 

Saber que el dueño del circo está tan activo en esta  nueva ola de conspiración con la banca internacional nos da una idea clara de lo que harán los payasos y maromeros, es decir, la nefasta dirigencia política de la contrarrevolución. Ya se negaron a firmar un acuerdo de respeto al resultado electoral, preludio de nuevos e histéricos gritos de ¡fraude! la noche del 6 o la madrugadita del 7, si sufren una nueva derrota en las urnas.

 

Y en caso de que el pueblo les otorgue la mayoría en el Parlamento, no hay que ser adivino para verlos actuando con la misma prepotencia de un 12 de abril. No tardarán mucho en lanzar los “considerandos” de sus decretos de abolición de todos los demás poderes. Es evidente que tienen las órdenes de comenzar cuanto antes el supernegocio del paquetazo. Ese es el fondo del asunto.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])