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El precio de la cebolla en mercados populares, supermercados y pequeños establecimientos comerciales, en promedio, no baja de mil 500 bolívares. Esta distorsión también se puede palpar en otros rubros alimenticios, así como los artículos de la canasta básica.

 

José Agustín Campos, presidente de la Confederación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Venezuela (Confagán), estima que en este momento el mercado macroeconómico «enloqueció», debido a que muchos se han convertido en bachaqueros, amén de que los precios de todos los productos se calculan con base en la creación de un dólar paralelo que ataca nuestra moneda.

 

En referencia a los precios de la cebolla, el ingeniero agrónomo recordó que en 2012 el kilo se situaba en 7 bolívares para el productor (y a ese precio el trabajador del campo obtenía su ganancia) pero, paralelamente, en el comercio capitalista el mencionado rubro se ubicaba en Bs 60 el kilo.

 

«Eso nos llamó la atención. Entonces nos pusimos a sembrar cebolla en el sur del estado Monagas, una tierra muy pobre e infértil. Sin embargo, descubrimos que en esa zona hay 150 mil hectáreas para sembrar cebolla cerca del sur de Anzoátegui y Monagas. Trajimos esas cebollas para presentárselas al Ministerio de Alimentación ¬porque sabíamos lo que estaba pasando en ese comercio depredador– y no pudimos mostrarlas en los niveles de toma de decisiones. Si hubiéramos sembrado esas hectáreas por etapas, el precio de la cebolla no estuviera hoy pasando de mil 500 bolívares el kilo», argumentó Campos. Precisó que algo similar sucede con el kilo de tomate y con el kilo de caraotas.

 

Entrevistado en el programa El Desayuno que trasmite VTV, el técnico agrónomo señaló que para acabar con la guerra económica es necesario aumentar la producción nacional.

 

«Debemos aumentar la producción y lo podemos hacer porque tenemos 40 millones de tierra para la agricultura y la ganadería en Venezuela. Somos el único país de este continente que en la frontera agrícola puede crecer, es decir se puede llegar a 10 millones de hectáreas cultivables en Venezuela», exhortó.

 

QUIÉN DEBE FIJAR PRECIOS

 

La Superintendencia para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (Sundde) publicó en octubre de 2015 una providencia mediante la cual se regulan las modalidades para la determinación, fijación y marcaje de precios.

 

No obstante, en un recorrido por los distintos lugares donde se distribuyen productos de primera necesidad se verificó que a la hora de fijar el valor de los productos y servicios todo el mundo toma decisiones sin tener en cuenta que existe un margen máximo de ganancia para los importadores que es de 20% y para los productores nacionales máximo de 30%.

 

Tampoco se toma como referencia que el porcentaje de ganancia del distribuidor, por unidad de producto, no podrá ser superior al margen de ganancia del comercializador al detal, según reza el documento de la Sundde.

 

Los precios son tan variados que pueden dar un salto de un establecimiento a otro (ver tabla anexa).

 

Un ejemplo de esta distorsión se presenta en los mercados municipales donde se aprecia la tendencia al alza de un concesionario a otro.

 

Esta situación se acentúa en las cadenas de supermercados, cuyos precios varían de acuerdo con su nombre, ubicación geográfica en la ciudad y una prestación de servicios adicionales que, supuestamente, se ofrecen al cliente durante la compra.

 

«Muchas veces en los supermercados lujosos te pueden cobrar hasta 100 bolívares de más por un kilo de pollo, porque las presas son colocadas en bandejas de anime y la cubren con envoplast», denunció Carla Abruci, una ama de casa que se encontraba en las puertas de un supermercado en Chacao.

 

DESPACHAN Y SE DAN EL VUELTO

 

Juan Esteban Ramos, quien vende verduras desde hace 40 años en Quinta Crespo, señaló que son ellos quienes fijan los precios de las hortalizas que venden al público. Pese a que aseguró que respetan el 30% de ganancia propuesta por la Sundde, en distintos puntos de ventas del mercado se observa una marcada variación en el valor de la mercancía.

 

En este mercado, un kilo de cebolla, por ejemplo, se consigue en el puesto de Ramos en mil 400 bolívares, mientras que tres quioscos más abajo cuesta mil 175.

 

La mayoría de los concesionarios de Quinta Crespo compran en una comercializadora de hortalizas llamada Wilmer Andrades, quien es productor y en sus propios camiones traslada la mercancía desde Timotes, estado Mérida, hasta Caracas. Los comerciantes de este mercado informaron que para fijar los precios de venta al público pesan las cajas de hortalizas y verduras y le suman a la inversión 30% de ganancia acordado en una reunión que sostuvieron con los inspectores de la Sundde.

 

«Yo respeto ese porcentaje de ganancia, porque ese fue un pacto que hicimos los comerciantes de este mercado el año pasado.

 

Si existe variación en los precios en diferentes locales pudiera ser porque las cestas de céleri, pimentón, tomate o cebollín nunca pesan igual. Unas traen más o menos mercancía y cuando es menos hay que compensar subiendo un poco los precios», explicó Ramos.

 

Otros comerciantes de este mismo mercado se liberaron de responsabilidades, porque «quienes fijan precio de hortalizas, legumbres y tubérculos son los productores primarios».

 

EN INMERCA DENUNCIAN CARTELES

 

La Integral de Mercados y Almacenes (Inmerca) no tiene la potestad legal para fijar precios de hortalizas. Es a la Sundde a la que le compete hacerlo, dijo Franco Manrique, presidente de la institución adscrita a la Alcaldía de Caracas y coordinador del Gabinete de Economía y Regulación creado por el alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, para enfrentar la guerra económica.

 

Señaló, no obstante, que la institución se mantiene vigilante porque, cuando suben los precios de manera sostenida, el ente se encarga de realizar las alarmas a los distintos ministerios para que se tomen las medidas correctivas.

 

En el año 2013 se logró una estabilización en los precios de las hortalizas y se pudo controlar la inflación en ese rubro, gracias a una Mesa de Hortalizas que se ensambló con el Banco Central de Venezuela, el Ministerio de Agricultura y Tierras, Alimentación y de Comercio (quien dirigía la mesa) e Inmerca, señaló Manrique.

 

«Invitamos a los mayoristas, quienes son los que comercializan en mayor cantidad cinco rubros básicos que son: cebolla, tomate, pimentón, zanahoria y papa –que son los que marcan precios– y logramos fijar una banda de valor que se revisaba cada tres meses. Esto permitió estabilizar los precios de estos cinco rubros a los largo del año», detalló.

 

El funcionario dijo que esta fue una iniciativa exitosa, pero al cambiar los ministros la mesa desapareció. Pidió que se retome, porque el tema de los precios no solamente es responsabilidad única y exclusivamente de la distribución al mayor, dado que el problema nace en el campo en las parcelas del productor primario.

 

En cuanto a los precios actuales al mayor señaló que, por ejemplo, la cebolla se cotiza en Coche en mil 100 bolívares el kilo, la de primera, y 700 bolívares el kilo tipo B. Entretanto, el pimentón cuesta 789 bolívares por kilo, 854 el A y 622 el B; mientras que el tomate tiene un valor por kilo de 521 y 453, tipo A y B. Finalmente, la zanahoria se consigue en 243 el kilo y la papa a 233 bolívares el kilo.

 

Manrique dijo que a este precio compran los mayoristas y luego los detallistas le colocan otro valor tomando en cuenta la ganancia en 30%. Manrique dijo que se constató que los detallistas están comprando a precios altos al intermediario que les provee las hortalizas.

 

En cuanto a la cebolla, explicó que el problema es que el precio del producto lo fija un «cartel» en el estado Lara, donde no hay ningún tipo de control.

 

«Se trata de un grupo de grandes productores (llamados los hijos de Juan) que recogen la cosecha de cebolla de los medianos y pequeños productores y la distribuyen allá en Quíbor. De allí la mercancía es trasladada al Mercado al Por Mayor de Barquisimeto (Mercabar), donde terminan de ponerle precios especulativos. Es aquí donde está la distorsión», alertó Manrique.

 

«Los tres rubros que son tomados en cuenta por el BCV y que marcan precios son el tomate, el pimentón y la cebolla. Cualquiera de los tres que suba arrastra a los otros dos, es una tendencia histórica», resaltó.

 

Señaló que en este momento el precio en Barquisimeto está muy alto y al llegar a Caracas se coloca la venta del producto en mil 100 bolívares por kilo al por mayor, mientras que en Quinta Crespo está en mil 200 bolívares y en otros mercados municipales sobre los mil bolívares el kilo de cebolla. Señaló que esta referencia aplica igualmente en las cadenas de supermercados privados.

 

«Si nosotros tuviéramos una referencia de precios, los revisaríamos y estableceríamos los que el Gobierno ordene, según el estudio de los costos de producción. El precio de las hortalizas tiene que ser una ponderación nacional de los costos de producción de los distintos rubros en distintas regiones del país», señaló.

 

Por otro lado, el funcionario municipal destacó que los productores primarios le han informado que los precios están altos porque la cosecha de este año fue baja debido a la falta de semillas cuando se sembró el año pasado.

 

«Hubo un problema con los insumos y se sembraron menos áreas de la que se tenían previstas, entonces, hay poca producción. Los productores nos han dicho que por eso están aumentando el precio de la cebolla. Eso no me consta, es lo que dicen los minoristas», aclaró.

 

Manrique indicó que este tipo de problemas también lo enfrentarían de manera eficiente en la mesa de hortalizas, porque la alerta sería pasada de inmediato al Ministerio de Agricultura y Tierras que es el que tiene control sobre la cadena de producción.

 

Por otro lado, propuso que el Ministerio de Alimentación realice despachos de los 14 rubros básicos a los mercados municipales y no a los detallistas. Sugirió que la distribución a los detallistas se realice desde la administración municipal en los mercados.

 

La idea es tener control en la distribución de productos básicos y garantizar la venta a la población y la erradicación del bachaqueo.

 

También propuso que en los mercados municipales se expendan granos, arroz, y azúcar al detal hasta que se normalice la situación de las empaquetadoras.

 

SE LAVAN LAS MANOS

 

Los gerentes de supermercados señalaron que no tienen nada que ver con la fijación de precios en los productos, dado a que su trabajo se limita a recibir la mercancía.

 

«Todos los días llegan despachos del centro de acopio y ya traen los precios marcados en sus envases. En cuanto a las hortalizas, las proveedurías también nos las traen con el valor establecido», dijo el gerente de una cadena que pidió reservar su nombre, cuya agencia está en la avenida Roosevelt.

 

No obstante, en visitas a estos establecimientos se pudieron constatar casos en que un mismo producto presenta un precio diferente en varios locales de una misma cadena.

 

LO QUE DICEN LOS EXPERTOS

 

El economista Carlos Cortés estima que en Venezuela está ocurriendo una «desvirtuación de las leyes de la economía».

 

Es de los que piensan que a la hora de fijar precios de bienes y servicios nadie toma en cuenta los verdaderos costos de producción y se ha arraigado la costumbre de tomar como referencia el dólar paralelo o negro.

 

«Todo esto se puede resumir como medidas especulativas, lo que ha trastocado el funcionamiento de la economía en nuestro país. Esto ha sido tan fatal para nuestro interés que el juego de la libre oferta y de la demanda ha quedado en un segundo plano», acotó.

 

Destacó que este mecanismo ha sido tan perverso que, incluso, ha migrado y también ha permeado el mercado informal.

 

En cuanto a las medidas a tomar recomendó al Ejecutivo implementar medidas para acabar de forma definitiva la dolarización de la economía nacional.

 

Por su parte, la profesora Pascualina Curcio en su trabajo Desabastecimiento e inflación en Venezuela concluye que la causa original y desencadenante principal de la desestabilización económica «es la manipulación, sin criterio económico, de la tasa de cambio de la moneda en el mercado paralelo», cuyo valor erroneamente se toma como referencia para fijar precios.

 

No se pisan la manguera

 

No tiene nada de malo que en una economía competitiva el comerciante fije los precios de bienes y productos, porque lo hace tomando en cuenta sus costos y sus expectativas de ganancias, señaló Víctor Maldonado, director ejecutivo de la Cámara de Comercio de Caracas.

 

«Dentro de la lógica de los derechos de propiedad está que el comerciante decida los precios. Éstos nunca se deciden unilateralmente en una economía de mercado porque, al fin y al cabo, si se fijan demasiado altos, pues la gente simplemente no va a comprar los productos o a contratar los servicios», justificó.

 

Rechazó la presencia de la Sundde a la hora de hacer este trabajo, «porque donde se ha metido este organismo han desaparecido los productos».

 

«No es posible mantener una economía sana tomando medidas unilaterales, porque el dedo arbitrario de un burócrata no puede tener más conocimientos y sabiduría que el libre mercado de la oferta y la demanda», destacó.

 

Descartó que haya especulación por parte de los comerciantes, porque dentro de la jerga de los mercantes «esta no es una mala palabra».

 

«Habría que decir que en el marco de esta economía que es la que tiene más inflación en el mundo y la escasez más grande e inexplicable del orbe, hablar del fenómeno especulativo es someterse a un planeamiento ideológico indebido y, además, falso porque eso no explica los resultados económicos», señaló.

 

Maldonado dijo que la Ley de Precios y Costos Justos, promulgada por el Gobierno Revolucionario en 2015 para defender el poder adquisitivo de las clases más desposeídas, también tiene un impacto en la variación de precios de los bienes y servicios, porque se toma como referencia para fijar precios sin considerar los costos de producción.

 

«Cuando los precios se determinan por debajo de los costos de producción ocurre que desaparecen de los anaqueles», ejemplificó.

 

Finalmente, el dirigente señaló que existe otra variable que afecta las estructuras de costo y se reflejan en los precios. A su modo de ver, los más importantes son «los cuatro tramos del control cambiario» y el tipo de subsidio que reciben los productos.

 

(Ciudad Ccs)

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