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Los seis presos liberados de Guantánamo que llegaron el lunes a Uruguay disfrutan de su libertad en Montevideo, cuando logran eludir el cerco de decenas de periodistas apostados frente a su nueva residencia.

 

“Ayer pudieron salir a la calle y les encantó el cielo tan celeste de Montevideo, la tranquilidad de la ciudad, el poder caminar por la calle con absoluta calma”, dijo a la Associated Press Gabriel Melgarejo, secretario ejecutivo de la central obrera Plenario Intersindical de Trabajadores-Convención Nacional del Trabajo, institución que a pedido del presidente José Mujica se encargó de auxiliar a los refugiados en sus primeros días en libertad en Uruguay.

 

Cuatro de los seis hombres —cuatro sirios, un tunecino y un palestino— realizaron el jueves una caminata de diez kilómetros por la rambla montevideana, a orillas del Río de la Plata. Los refugiados están alojados en una casa antigua con balcones en Palermo, un barrio residencial de clase media.

 

“Dos de ellos ayer (jueves) estuvieron acá. Con la ayuda de un intérprete compraron queso semi duro para rallar, queso magro, yogur y pan integral”, dijo Laura Larrobla, empleada de una panadería ubicada a pocos metros de la casa. “Miraban con mucho interés las heladeras y lucían bien, aunque solo hablaban a través del intérprete”.

 

Dentro de la casa, los seis hombres son acompañados por funcionarios policiales y de integrantes del plenario sindical.

 

El sirio Ahmed Adnan Ahjan, de 37 años, en declaraciones a periodistas respondió solamente con monosílabos, o pocas palabras, mientras tomaba una taza de té. Dijo que Montevideo le gusta mucho, y que todavía no sabe si su familia vendrá ni si se radicará en Uruguay. Contó que le gustaría trabajar como joyero y que se siente feliz.

 

Uno de los funcionarios policiales, que pidió no ser identificado por no estar autorizado a hacer declaraciones, dijo a la AP que la primera noche los refugiados no pudieron dormir debido a la situación de excitación que viven, pero tras la larga caminata por la costa por fin pudieron descansar.

 

Liberados comienzan clases de español

 

Melgarejo agregó que la mayor parte se encuentra en una situación de “euforia”, haciendo planes para traer a sus familias y deseosos de estar más tiempo en la calle, lo que no hacen debido a la gran cantidad de periodistas que los esperan a la salida de la casa.

 

En las primeras horas en su nueva casa, antes de que la ubicación trascendiera a la prensa, los vecinos los vieron largamente en la vereda y asomándose al balcón.

 

“Hoy (viernes) comenzaron con las clases de español. Un profesor vino por la mañana, conseguimos varios diccionarios árabe-español, lo que no fue nada fácil”, relató Melgarejo. En cuanto a la cocina, el dirigente de la central obrera dijo que se turnan entre algunos de los refugiados y los integrantes sindicales. “Conseguimos carne de cordero apta para su consumo, en una carnicería que vende carne kasher para la colectividad judía”.

 

Uno de los seis hombres, Abu Wael Dihab, quien realizó una prolongada huelga de hambre antes de su liberación, es quien está en peor situación física y anímica, dijo Melgarejo. Se desplaza con muletas y es quien ha desarrollado menos contacto social dentro de la casa. Otro de los liberados, a pesar de su buen estado de salud, tampoco ha querido salir a la calle.

 

Melgarejo dijo que la mayoría de ellos ya logró comunicarse telefónicamente con sus familiares, pero no todos lo han conseguir.

 

(AP)