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La Red de Redes en Defensa de la Humanidad (REDH) no existe para la catarsis, sino para la resistencia y el cambio, afirma tajante el escritor Omar González, coordinador del capítulo cubano de este movimiento concebido en México, en el 2003, y que agrupa a miles de intelectuales en todo el mundo. Por estos días la organización celebra la década de su encuentro en Caracas con el Presidente Hugo Chávez y, en particular, reflexiona críticamente sobre lo que ha hecho en sus casi doce años de vida.

 

González asegura que en la capital venezolana  “se trazarán nuevos objetivos y se reafirmarán otros, cuya vigencia es incuestionable, sobre todo en las circunstancias que vive el mundo en la actualidad. Circunstancias que son esencialmente diferentes a las de 2004, aunque pervivan no pocas analogías”.

 

Trascender la imagen de factoría de comunicados

 

– Recuerdo que el surgimiento de este movimiento estuvo marcado por la idea de crear estructuras organizadas que llegaran al mayor número de personas y el mayor número de lugares del mundo. Sin embargo, cuando se hace una búsqueda somera en Google de la frase “Red de Redes En Defensa de la Humanidad”, emergen recurrentemente dos palabras: declaración y manifiesto.

 

– En mi opinión, la Red descuidó su importancia nacional, su visibilidad como proyecto también teórico y su función analítica; en fin, su papel no sólo movilizador, exhortativo, sino esencial para el desarrollo de un  nuevo pensamiento crítico. Ciertamente, se desentendió de un principio determinante en cualquier movimiento de esta naturaleza: en la medida en que se es fuerte en la argumentación y socialización de  las ideas en el país o la región donde se originan, mayores serán las reservas y potencialidades para influir en el resto del mundo.

 

Porque la Red no es una entelequia burocrática que basa su actuación en una estructura verticalista –de ordena y mando, de iluminados oraculares generando manifiestos–, que resulta anacrónica en una época en que los sujetos sociales se organizan cada vez más de otro modo, mediante sinergias horizontales, transversales, poco importa si efímeras o predecibles. Bastaría con ver lo que ha venido sucediendo desde mediados del siglo pasado con las estructuras políticas tradicionales en los más diversos tipos de sociedades. Cuba, Nicaragua, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Argentina, Brasil y otras naciones del Caribe son ejemplo, cada uno en mayor o menor medida, de estos cambios de asimilación y percepción del hecho político a que aludía.

 

En el resto del mundo, hay que seguir muy de cerca lo que viene sucediendo en España, Grecia e, incluso, allí donde la extrema derecha retoma caminos populistas. Porque no se puede perder de vista que los movimientos neofascistas, anarquistas, nacionalistas, también debutan como movimientos sociales. Lo esencial en estos casos nunca será un problema de forma, sino de contenido. De cualquier modo, aun en la peor de las situaciones, estos fenómenos nos permiten calibrar la crisis de las instituciones tradicionales y el descrédito de la práctica política convencional.

 

– ¿Qué va a pasar en México, por ejemplo, qué está pasando?

 

-Es claro que la sangre ya llegó al río, que el sistema ha perdido su credibilidad y que la única esperanza radica en las alternativas verdaderas, probablemente aún en gestación. México se ha convertido en el modelo de lo que la Red debe contribuir a evitar que se propague en el mundo.

 

Esa percepción de la REDH que tú señalabas no es del todo equivocada, aunque tampoco puede decirse que refleje la verdad absoluta. Bien se sabe que Google es un escenario de intereses sesgados, un bazar de ilusiones y perversidades, en el sentido en que los psicoanalistas utilizan este término. Hay países donde se viene trabajando en la expansión de la Red hacia otros sectores, más allá del arte y la literatura; en la producción cultural y en el debate y crecimiento de nuestras ideas. En Cuba hemos optado por ese camino.

 

– Independientemente de los sesgos de Google, la REDH está asociada a llamamientos y comunicados.

 

– En Caracas habrá que pronunciarse por la jerarquización de una agenda del pensamiento crítico para trascender esa imagen de factoría de comunicados que nos legaron ciertas malas costumbres. Porque si algo está en crisis en este mundo es la producción de ideas, su implementación y su defensa por todas las vías posibles, incluidos los pronunciamientos y declaraciones. Y quien dice ideas, dice valores, humanismo, poesía, espiritualidad. La Red debe convertirse también en un espacio de debates, de indagaciones y cuestionamientos. Incorporar la capacidad creadora de sus integrantes. Recuerdo al compañero Fidel, quien figura entre los fundadores de la Red por derecho propio, y más recientemente al Presidente Raúl Castro,  insistiendo en este asunto. En el caso de Raúl, tengo en mente sus palabras en Santiago de Cuba durante la celebración del 55. ° aniversario del triunfo de la Revolución cubana.

 

Adiestrarse en el manejo de las tecnologías

 

– La tecnología no determina la sociedad, y distintos usos de Internet llevan a distintos resultados. Sin embargo, ¿es posible hablar de una Red de Redes desconectada de la arquitectura técnica central de nuestros días?

 

– Si bien las tecnologías tampoco son inocentes, pues cada vez más se desligan de la dependencia o la sujeción humana y han terminado condicionando no pocas etapas de los procesos socioculturales y cognoscitivos, yo no me imagino a la Red en Defensa de la Humanidad ajena al actual señorío de las tecnologías de la información y las comunicaciones; como herramientas para la socialización del contenido y los fines de sus batallas, y como parte de su razón de ser. Porque la Red también existe para contribuir a emancipar al ser humano de cualquier dependencia y cualquier forma de esclavitud, por moderna, postindustrial o postcrítica que parezca. Nada que ver con el buen salvaje de Rousseau, hablo de prevenciones imprescindibles.

 

Las posibilidades que abren las tecnologías en sus versiones actuales, que ya son siderales, resultan de primerísima importancia para nuestro trabajo. Por eso, más allá de las dificultades con el acceso real a Internet –porque hay un acceso imaginario, otro simbólico y otro real-real, y todos forman una verdadera ilusión democrática–; más allá de esto, decía, hay que adiestrarse en el manejo de los nuevos ingenios, hasta saber utilizarlos como lo que son: un  instrumento imprescindible para alcanzar el fin último de nuestra labor, o sea, la eficacia comunicativa en defensa de la Humanidad.

 

– Se está produciendo una visión de futuro fundamentada en una multitud de agendas mediáticas y agendas personales. El investigador estadounidense Lance Bennett lo llama “personalización de la política”, que es a su juicio “el cambio decisivo en la cultura política de nuestra era”. En esta circunstancia, ¿qué espacios de pertenencia común podría aportar una organización como ésta?

 

– Esa “personalización de la política” que refiere Bennett –acerca de la cual tú y yo hemos conversado hace unos días–, se está manifestando en la sociedad contemporánea mucho más de lo que pensamos. Se da en cualquier latitud y bajo cualquier bandera ideológica. Tiene que ver con el descrédito de las instituciones históricas, entre ellas la Política, la Religión, la Paz, el Estado e, incluso, el Matrimonio, y se expresa en esta fragmentación de los imaginarios sociales, que coloca al individuo ante el espejo roto de su realidad. Algunos hablarán de efectos de la postmodernidad, pero esta crisis sistémica va más allá de lo aparencial, es implosiva en las sociedades fundamentadas en la tradición piramidal, verticalista, en los estados anacrónicos. Se acabó la Historia, diría el fantasma de Fukuyama. ¿Se acabó realmente? ¿Cómo explicarnos, para seguir con el mismo ejemplo, lo que sucede en México, esta hiperbolización de la atrocidad, esta creciente disfuncionalidad del Estado? La Historia pervive con todos sus rostros posibles, que no son otros que los de la propia realidad. Lo que acontece en México se explica en su pasado. No es una invención del futuro. Y su única salvación está en las alternativas.

 

La Red surgió precisamente para dar cobija a esas formas propias de la alteridad –diversas, plurales, efímeras–, unidas en torno a una plataforma de ideas, que es incluyente, propositiva, confiada no sólo en la urgencia de las soluciones, sino en su inevitabilidad como única opción para la sobrevivencia del género humano.

 

Un grito en la oscuridad

 

– El surgimiento de movimientos donde coinciden una multitud de marcos de acción (por ejemplo, Somos el 99%, de Estados Unidos; Yosoy132, de México, y otros)  no parecen requerir de gran esfuerzo para movilizar a grandes grupos. ¿Cómo evitar que estas organizaciones terminen por diluirse o volverse funcionales a las verdaderas redes del poder?, como vemos que ocurre con bastante frecuencia.

 

– Ciertamente, muchos de estos movimientos tienden a ser efímeros; tampoco se proponen ser perdurables. Hay que aceptarlos como tales. ¿Quién recuerda a los Indignados, que coparon Madrid hace apenas unos años? Sin embargo, menudo problema el que le crearon al Gobierno español que, como sucede casi siempre, cambió para peor y aquel fermento se diluyó como espuma en la arena. Su inconsistencia era de índole orgánica; su función, alertar acerca de un fenómeno. ¿Será Podemos otro episodio en esta secuencia? Pareciera que no; veremos hasta dónde llega y puede Podemos. Estos son movimientos que surgen en determinadas coyunturas; pueden desaparecer y resucitar en algún momento.

 

– Porque no son un fenómeno nuevo en sí mismo…

 

– Efectivamente, pero lo que sí constituye una novedad es el contexto, marcado por la crisis de la tradición, del modelo, de la praxis política.  La gente, sobre todo los jóvenes, se ve en el espejo de sus gobiernos, de los supuestos líderes nacionales, y la decepción es tal que termina refugiándose en su intimidad más desgarradora y desgarrada, en la indiferencia o en la indignación más o menos organizada. Hay movimientos que no tienen cabeza visible, ni siquiera estructura, programa o estatutos políticos. Son apenas un grito en la oscuridad, una pregunta al borde del abismo. Pero siempre retornan, y cuando lo hacen generalmente son pendulares, van de extremo a extremo. Entre otras razones, porque el poder no los tomó en cuenta y la sociedad continuó deteriorándose hasta tocar fondo. Son hijos de la incertidumbre.

 

El Poder conoce bien este escenario, a tal punto que en ocasiones las actitudes más díscolas forman parte de la estrategia de su conducta, y las silencian incorporándolas –recordemos Berkeley, años sesenta–; en otras, como el Poder controla los medios o, lo que es igual, los recursos de legitimación, aísla y acosa cualquier forma de resistencia hasta anularla completamente –qué hay del Mayo francés–. En la Historia, sólo perduran aquellos movimientos que trascienden la frivolidad intrínseca del sistema.

 

La Red no es un partido político

 

-¿Conducirán estas protestas a alguna parte?

 

-Yo tengo fe en las evidencias de radicalización de la protesta que se están dando en el mundo. Quizás pudiéramos estar abocados a una reedición del apogeo social de otras décadas, y ojalá que se encauce por buenos rumbos. Pero en la Red no debemos sobreestimar estas señales y olvidarnos del imprescindible componente intelectual de los procesos verdaderamente revolucionarios. El comportamiento anticultural de los mediocres y de los falsos apóstoles que pululan por doquier, termina por hacernos botar al niño con el agua sucia, y después, cuando se quedan solos, ninguno de ellos sabe cómo reprogramar el futuro.

 

-No solo mediocres y charlatanes. “El que siga buen camino tendrá sillas / peligrosas que lo inviten a parar”, como canta Silvio Rodríguez.

 

– Ah, Silvio, hermano en mis buenas y en mis malas, cuánta razón en sus versos.

 

En nuestros encuentros, sea el de Caracas o cualquier otro, siempre habrá que insistir en este aspecto y defender a la Red del entusiasmo irresponsable y de cualquier tendencia que, ignorando su origen y su naturaleza, provoque caos y desunión. Siempre he pensado que nada peor que un ignorante bien intencionado allí donde no entiende nada, allí donde no le toca estar.  La Red es uno de los pocos espacios de unidad que prevalecen en el mundo y que, al mismo tiempo, se sustenta en la diversidad.  La Red no es un partido político ni una organización gremial; la Red es una plataforma de ideas que hace, precisamente de la diversidad y la resistencia, el sentido de su trabajo, su razón de ser. La Red no sustituye a los pueblos en su lucha emancipadora, sino que es parte de ella.

 

– Fernando Martínez Heredia dice que “Cuba vive ahora mismo una pugna cultural crucial entre el capitalismo y el socialismo”. ¿Qué hace la Red de Redes en la Isla para enfrentar esta disyuntiva y defender la humanidad, empezando por la nuestra?

 

– La REDH en Cuba se ha propuesto incorporar a representantes de sectores afines que se distingan por su eticidad, su prestigio y su influencia mediática. Nada que ver con la visión sectorialista, a fin de cuentas excluyente, de otros movimientos de este tipo en el ámbito de la cultura internacional. Desde luego, tampoco aspiramos a ser un movimiento de masas. A la Red hay que aportarle desde el pensamiento, no sólo desde la acción movilizativa o integradora.  Su actividad se rige por diez ejes temáticos, cada uno de los cuales representa un campo de batalla en el mundo de hoy.

 

– ¿La REDH está concebida solo para intelectuales del ámbito de la cultura?

 

– Nada impide que pedagogos, instructores de arte, periodistas, médicos, deportistas relevantes y científicos, para no hacer demasiado extensa esta relación, se incorporen activamente a la Red. En el campo de las Ciencias Naturales, Técnicas y las llamadas Exactas –ya las Ciencias Sociales estaban incluidas desde el comienzo— hay importantes personalidades en nuestro país, conocidas en el mundo por sus aportes en el campo donde desenvuelven su actividad y por ser portadoras de un pensamiento propio, contrahegemónico, raigalmente humanista. ¿Por qué razón no van a formar parte de la Red?

 

Otro tanto sucede con los asuntos de género, que ya tienen un espacio ganado en nuestra sociedad, o con los campesinos y estudiantes –la FEU y la OCLAE poseen indudable prestigio y una enorme capacidad de influencia dentro y fuera de Cuba–. En el campo de la Biotecnología y la Ingeniería Molecular, por ejemplo, nuestro país lidera procesos investigativos y de producción de vacunas y otros medicamentos a nivel mundial. Es la sociedad del conocimiento por la que tanto luchó Fidel, y a la cual debemos hoy buena parte de los ingresos que sustentan la economía del país. Llegar a estas zonas de desarrollo científico, de la misma manera que lo hemos hecho en el campo de la cultura artística y literaria, no sólo contribuiría a aportarles visibilidad y reconocimiento, sino integralidad al universo de nuestras ideas, en una época donde la segmentación y la hiperespecialización tienden a ser otro obstáculo que arropan con esmero los enemigos de la Humanidad. Si estamos dispersos y extraviados, nuestra domesticación será más fácil.

 

Esa “pugna cultural” entre capitalismo y socialismo a que alude Martínez Heredia deviene, esencialmente, un problema cultural derivado del problema determinante en nuestra sociedad, que es el económico-estructural. No es la lucha entre lo nuevo que emerge y lo viejo que retrocede; es la lucha entre lo viejo que pretende renacer y lo nuevo que algunos quisieran anular. Por otra parte, nuestro país cambia o cambia; no hay alternativas. Desde la modestia de sus posibilidades, la Red puede implicarse mucho más en esta batalla cotidiana. No es para otra cosa que está fortaleciéndose. Hay que mirar hacia adentro y alinearse en lo justo, no temerle a la lealtad a la Patria ni a la fidelidad a la Revolución.

 

El nacimiento de la REDH

 

La Red surgió como una respuesta a la arremetida de Washington y sus aliados contra las libertades individuales, los derechos humanos y la soberanía de varios estados independientes, especialmente de Cuba y Venezuela. Habían intervenido en Afganistán e Iraq y tenían en marcha planes de desestabilización en más de 60 países.

 

Tras la denuncia de tan peligrosa escalada y de un primer llamado de solidaridad de los intelectuales cubanos a sus amigos que están lejos –publicado en La Jornada-, en México (siempre México) un numeroso grupo de escritores, artistas, sociólogos, historiadores, periodistas, entre ellos algunos cubanos residentes, respondieron al clamor de sus colegas de la Isla con un “Llamamiento a la conciencia del mundo”, que fuera leído por Don Pablo González Casanova en el multitudinario acto del 1. °. de Mayo en la Plaza de la Revolución, en La Habana.

 

Aquel gesto y aquellos mensajes, secundados por decenas de muestras de apoyo al imperativo de defender no solo a un país, sino a la Humanidad toda, desembocaron en la red de redes que hoy conocemos, la que ha cumplido un rol importantísimo en la movilización de la opinión pública internacional en favor de las causas más justas. De ahí que la Red no pueda perder nunca su carácter universal propositivo y aglutinador.

 

 (La Jornada)