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Un grupo de civiles de la localidad mexicana, situada a unos kilómetros de Iguala y el basurero de Cocula, donde Guerreros Unidos presuntamente ejecutaron e incineraron a los estudiantes desaparecidos, ha admitido en una entrevista al diario ‘El Universal’ que los sicarios los hicieron partícipes del crimen. 

 

Sus habitantes cuentan que a las 5 de la mañana del 27 de septiembre de 2014, siete horas después de la desaparición de los normalistas, en el retén de Guerreros Unidos se escuchó una voz que ordenó «traer bolsas negras». «¿Cuántas?», preguntó otra. «¡Unas 50!», fue la respuesta.

 

Los entrevistados han relatado que la noche del 26 de septiembre los miembros del cartel vocearon en Chilacachapa, Tianquizolco y Apetlanca para que la gente saliera a ayudar a los policías de Iguala que estaban siendo atacados por el cartel rival de Los Rojos, y por estudiantes que «iban a hacer una revolución». Con apoyo de incondicionales locales se llevó a la fuerza a vecinos a los que esa noche se les obligaba a hacer guardia en su barricada.

 

Asimismo, un entrevistado ha expresado que dichos habitantes conocen el paradero de los estudiantes: «Mis paisanos de aquí saben dónde están, pero si abres el pico… ese es el temor».

 

(RT)