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Un hombre se vio en la terrible disyuntiva de elegir a quién salvar, si a su mujer o a su hijo, luego de que la precaria embarcación que los llevaba de Libia a Italia naufragara. Sin embargo, ambos murieron.

 

«Todavía puedo escuchar los gritos de mi esposa», recuerda Ashraf, a quien la tragedia lo persigue desde que tuvo que huir de su país, Siria, en 2011, junto a su familia.

 

Unas 400 personas partieron en agosto del año pasado desde el puerto libio de Zuwara con destino a Italia a bordo de una precaria embarcación.

 

El 27 de agosto el bote sucumbió y 200 personas oriundas del África Subsahariana, Marruecos, Pakistán, Siria y Bangladesh murieron en el mar.

 

En ese momento, Ashraf, que había pagado poco más de 700 dólares a un traficante por cada sitio en el bote, se vio obligado a elegir entre si salvar a su esposa embarazada o a Karim, uno de sus hijos, de cinco años.

 

Sin embargo, sus esfuerzos resultaron en vano, debido a que ese día murieron su mujer y el pequeño, junto con otro hijo de Ashraf, Youssef, de dos años; además de su madre y su sobrino Mohamed, de un año.

 

Ashraf y su familia habían huido de la guerra en Siria en 2011 con destino a la ciudad libia de Zuwara, ubicada en la frontera con Túnez, uno de los lugares desde los que parten los traficantes con refugiados rumbo a Italia.

 

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(teleSUR-mb-Ja)