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El chef venezolano Sumito Estévez publicó un artículo en el que se refirió a la situación vivida por los servidores turísticos en la isla de Margarita durante la temporada de asueto de Semana Santa.

 

Para él, el ataque sistemático que sufrió la industria del turismo margariteño a través de las redes sociales demuestra que quienes lanzaron los mensajes negativos no entienden el daño que le hacen a Margarita y a su principal fuente de ingresos.

 

“Puedo afirmar con certeza y conocimiento de causa que, en general, la isla estaba preparada para recibir a los turistas. Y no es que lo estaba por inercia, sino porque se había hecho un gran sacrificio para poder prestar los servicios”, escribió Estévez.

 

Inclusive se quejó del hecho de que la cadena internacional de noticias CNN difundiera un trabajo especial en el que se enfatizan las condiciones precarias de algunos establecimientos, invisibilizando los esfuerzos de otros prestadores de servicios turísticos; aunque aseguró que ya otros medios locales habían empezado el festín de manera indolente.

 

“Lo de CNN sólo se sumó a lo que ya habían hecho con profusión canales de noticias locales, especialmente los medios de noticias digitales, que no paraban de condolerse por nosotros los de Margarita, aunque no a través de trabajos de investigación periodística tradicionales sino levantando contenido de las redes sociales”, subrayó.

 

A continuación, el artículo completo del chef: 

 

¿Margarita? Sí… Margarita; por Sumito Estévez

 

1

 

Eso que le hicimos a la Isla de Margarita durante la pasada temporada de Semana Santa fue cruel y hasta suicida. Sin embargo, antes de contarles sobre quiénes son los que ganan y quiénes los que pierden apostando al derrumbe de la industria turística de la isla, permítanme explicar algunos matices de la palabra escasez en la coyuntura actual.

 

Hagamos un ejercicio. Si usted está leyendo este post en Venezuela, sea la ciudad que sea, detenga por un momento la lectura y salga a los abastos, las bodegas y los supermercados más cercanos a comprar leche, papel higiénico y jabón líquido para lavar las manos. Este texto y yo los estaremos esperando acá. ¿Volvieron? Muy bien: a menos que usted haya tenido una suerte proverbial, es casi seguro que no consiguió ninguno de los mandados. Sin embargo, si salimos y visitamos los restaurantes cercanos es muy probable que consigamos algunos de estos insumos.

 

Por fenómenos propios de la economía en escasez, este pequeño ejercicio sirve para entender una de las claves de la terrible escasez en Venezuela y sus dinámicas actuales. Nadie quiere perder lo que ha trabajado durante años para levantar un negocio y trata de mantenerse a flote como sea. Y es por eso que, para poder seguir prestando esos servicios, se van fijando algunos mecanismos atípicos en otras economías. Y eso es así para cualquiera.

 

Ni usted ni yo podríamos conseguir ahorita un saco de cemento ni uno de cloro en polvo para piscinas, pero quien tiene una empresa de remodelaciones o su empresita de mantenimiento de piscinas hace lo imposible para poder seguir prestando ese servicio: para poder seguir trabajando y llevando el pan a la casa. Y lo hacen con una cuota de terribles sacrificios, tanto económicos como emocionales.

 

Por eso a quien tiene un restaurante le gustaría, tanto como a usted o como a mí, conseguir papel higiénico en cualquier supermercado y poder escoger entre marcas y precios, en vez de hacerlo mediante mecanismos retorcidos. Pero la diferencia es que usted y yo sin papel la pasamos mal, pero el restaurante presta un pésimo servicio. Y cuando se deja de prestar un buen servicio los negocios quiebran. Quiebran. No lo olvidemos, porque eso se traduce en la angustia de muchas familias.

 

2

 

¿No hay agua en Margarita? No hay. ¿No hay papel toilet en Margarita? No hay. ¿No hay harina para las empanadas en Margarita? No, no hay. Decir que sí hay para garantizar turistas sería mentir. Y mentir es condenable desde cualquier arista posible. Pero, por ejemplo, una cosa son los supermercados y los abastos de Margarita y otra muy distinta los hoteles de Margarita.

 

Muchos hoteles se prepararon duro y conscientemente para poder atender a los turistas en la temporada de Semana Santa. Tenían agua y habían pensado hasta en el edulcorante para quienes estaban a dieta. Me consta. Y bastante que les oí las angustias a mis amigos hoteleros.

 

¿Esto significa que estoy llamando mentirosos a los usuarios de las redes sociales que mostraron fotos de baldes de agua en baños secos de varias posadas de la isla? No, ellos no mintieron. Eso está pasando y es preocupante. Y pasa porque la industria turística tiene todos los niveles de lujo y servicio. Y habrá algunos que pueden afrontar el costo de una planta desalinizadora y tienen agua todo el tiempo, así como otros pueden pagar cisternas y racionan el agua que compran. Pero los más pequeños viven la misma realidad que los habitantes de la isla. Sin embargo, puedo afirmar con certeza y conocimiento de causa que, en general, la isla estaba preparada para recibir a los turistas. Y no es que lo estaba por inercia, sino porque se había hecho un gran sacrificio para poder prestar los servicios.

 

Sin embargo, la pasada Semana Santa fue una de las peores temporadas turísticas que haya vivido la Isla. Y, llegado este punto, ustedes podrían alegar que todo mi discurso no es sino el de un empresario tratando de proteger los negocios de sus amigos ricos. No es así, pero de serlo no le veo nada malo a creer en la empresa privada como uno de los recursos para sacar a Venezuela de la crisis que vivimos. Sin embargo, mi discurso no es el de un cocinero en defensa de amigotes. Es algo más pragmático: la isla de Margarita no es una de esas zonas de Venezuela cuya economía depende de la riqueza minera y petrolera. Si bien esperamos que quienes nos gobiernan conviertan la renta petrolera en calidad de vida, Margarita no es una isla que vive de esa renta. Esta isla vive del turismo: ricos, clase media y pobres, todos vivimos del turismo, aunque nuestro día a días sea dar clases de primaria en un colegio.

 

Aquí no hay una sola persona que no dependa del turismo para sobrevivir.

 

3

 

Nos han puesto una tapa en la tumba desde el mismo momento en que mataron el puerto libre y confiscaron los medios de transporte para venir a la Isla de Margarita hasta, prácticamente, destruirlos. Y a todos, sin darnos cuenta, nos dio por martillar el último de los clavos. Porque lo que está sucediendo con Margarita es, además de suicida, un proceso cruel.

 

Todos podemos entender que las redes sociales fungieron como vehículo de catarsis para que todos los que en el resto del país están pasando el mismo trabajo que los margariteños para bañarse y para comer pudieran ventilar su frustración. Y todos también podemos entender cuán poderosas son las redes sociales hoy en día como generadoras de opinión.

 

La matriz negativa que afectó a Margarita durante Semana Santa hizo que hasta el canal internacional de noticias CNN sacara un programa dedicado al tema.

 

No se había hablado de las carencias que llevan meses afectando a los margariteños, pero la matriz puso los ojos del mundo en la isla. Una isla, debo reiterar, que depende del turismo. Pero lo de CNN sólo se sumó a lo que ya habían hecho con profusión canales de noticias locales, especialmente los medios de noticias digitales, que no paraban de condolerse por nosotros los de Margarita, aunque no a través de trabajos de investigación periodística tradicionales sino levantando contenido de las redes sociales.

 

Como espectador del trabajo de CNN pude ver cómo mostraron la escena real de un baño en una posada familiar con su tobito de agua. Y justo la escena siguiente era la fachada de un hotel boutique que, me consta, tenía todo para atender a quienes llegaran. Es verdad: esta denuncia era necesaria para que el mundo se enterara de lo que pasa en Margarita y ver si desde las políticas públicas alguien reacciona. Y sobre eso volveré un poco más adelante, pero ahora necesito explicar algo sobre cómo se mueven los engranajes del turismo.

 

Los turistas internacionales que vienen a Margarita (que son cada vez menos, pero todavía los hay) lo hacen porque estudian el destino como opción gracias a la oferta de las operadoras turísticas. Y basta que un medio como CNN sugiera (con una edición no digo que malintencionada pero sí poco feliz) que hasta el mejor hotel está trabajando con tobitos de agua para que esas operadoras desechen a la isla como destino y los extranjeros ni se enteren  de que existimos.

 

Seducir a las operadoras internacionales es un proceso que toma años. Y para espantarlos pueden bastar minutos.

 

4

 

Por supuesto que estoy de acuerdo en que las condiciones infrahumanas en las cuales vivimos en la isla de Margarita deben ser denunciadas sin parar. Hay que hacerlo como ejercicio ciudadano y como recordatorio del mundo que no queremos. Pero no seamos inocentes: ya sabemos que los indolentes que nos gobiernan no se volverán eficientes de repente. Si se trata de hacer que el mundo se entere, hace un buen rato que hasta la izquierda internacional sabe que el socialismo del siglo XXI no es otra cosa que un esperpento empobrecedor.

 

Sí, hay que denunciar, pero también hay que medir las consecuencias de no hacerlo de una manera eficaz.

 

Quizás para los habitantes de Margarita sea difícil medir consecuencias, pero como habitante de esta isla me preocupa que quienes se formaron como comunicadores empiecen a olvidarlo.

 

En el mundo hay gente con buenas intenciones y con malas intenciones. Y en ocasiones somos muchos los que nos quedamos en el medio de esas intenciones y terminamos siendo utilizados.

 

Por ejemplo: los destinos turísticos siempre han sido una joya apetecida por quienes están en la necesidad de blanquear capitales. Bastante se ha hablado en estos días del caso de Mallorca y bastante se ha dicho sobre islas convertidas en paraísos fiscales. Y en la historia de las islas hay síntomas muy sencillos de ser percibidos para quienes estén atentos: a un empresario honesto, por ejemplo, no le conviene decir que tuvo más huéspedes que los que de verdad hospedó, porque eso implicaría aceptar que tuvo unos ingresos superiores a los reales. Sin embargo, otro tipo de “empresarios” que sueñan con negocios que les permitan inflar los ingresos reales y así poder blanquear sus excedentes. Y los hoteles en los destinos turísticos han sido vistos como negocios ideales por más de uno de estos pillos en la historia del turismo global.

 

Gracias a Dios en Margarita todavía estamos lejos de ese escenario, pero si seguimos lanzando dardos sin estudiar muy bien a cuál diana estamos apuntando vamos a lograr que gente honesta que trabajó muy duro termine, ya casi en la quiebra, viéndose en la necesidad de vender sus negocios a quién sabe quién.

 

Esta isla querida, ésa que me da de comer a mí, a mi familia, a mis amigos, a mis vecinos y a gente que no conozco, le viene muy bien el puente del 19 de abril, la próxima temporada de vacaciones, el diciembre que viene y muchas temporadas más. Y algunas de esas temporadas seguirán siendo vividas en estos tiempos en los cuales nuestros gobernantes nos han puesto entre la espada y la pared. Pero muchos estamos haciendo todo lo posible para poder volver a recibir a esos turistas que aún no han sido espantados. No seamos nosotros mismos los cómplices de quienes están del lado de la espada.

 

(LaIguana.TV)