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Las cifras del conflicto en Colombia son apabullantes: 50 años de duración, más de 200.000 muertos, y 6,9 millones de desplazados internos.

 

Y este jueves, por primera vez desde que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, se alzaron en armas, refrendarán un acuerdo de cese el fuego bilateral y definitivo.

 

Por eso es que el acuerdo anunciado este miércoles y cuyos detalles se revelarán el jueves desde La Habana puede considerarse histórico, porque -aunque todavía no implica el fin definitivo de la guerra- establece un compromiso de las partes de dar por terminadas las hostilidades en un cese el fuego definitivo, verificable; y establece cómo será la dejación de armas que luego dará paso a la constitución de las FARC en una fuerza política sin armas.

 

«Nunca antes las FARC habían acordado dejar sus armas fuera de uso», le dijo a BBC Mundo Andrei Gómez Suárez, profesor de la Universidad de los Andes y miembro de la organización de la sociedad civil Rodeemos el Diálogo.

 

La máquina de guerra

A ese elemento se suma el hecho de que ambas partes hayan acordado renunciar al uso de la violencia, agrega Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (CERAC).

 

«Las FARC han hecho una demostración contundente de que puede controlar esa máquina de guerra y violencia que es», dijo en referencia al cese el fuego unilateral que la guerrilla sostiene desde julio de 2015 y que ha sido correspondido por las fuerzas del Estado con una reducción de las ofensivas que, en conjunto, ha visto la más grande disminución de acciones asociadas al conflicto».

 

Además, dice Gómez Suárez, el acuerdo que se detallará mañana también implica un avance en materia de crédito de las FARC hacia el gobierno: «Confían en que el Estado colombiano les puede ofrecer las garantías de seguridad suficientespara renunciar al uso de la violencia».

Otro elemento clave es el hecho del gran respaldo internacional con que cuenta el acuerdo, y que en el jueves se podrá constatar con la presencia del secretario general de Naciones Unidas en La Habana, Ban Ki-moon y de representantes de EE.UU., la Unión Europea y Noruega, así como los mandatarios de Cuba, Venezuela y Chile, entre otros.

 

No obstante, como bien recuerdan quienes están involucrados en el proceso de paz cuando se les pregunta por su progreso, «nada está acordado hasta que todo está acordado».

 

Es decir, se implementarán todos los puntos pactados, incluidos los de esta semana, tras la firma del acuerdo definitivo.

 

Para eso todavía restan algunos pasos, como cerrar detalles de la Jurisdicción Especial para la Paz (encargada de procesar y sentenciar a todos aquellos que hayan cometido crímenes en el marco del conflicto), otros en el acuerdo de participación política de las FARC una vez desmovilizadas y la implementación de los acuerdos.

 

Image copyrightGETTY IMAGESImage captionEn diciembre del año pasado, el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el comandante de las FARC, Rodrigo Londoño, conocido como «Timochenko», llegaron a un acuerdo en materia de justicia.
Es último punto, que incluye la verificación y refrendación todavía no está cerrado. Es más, no hay acuerdo entre gobierno y FARC sobre cómo refrendar los acuerdos. Para el primero debe hacerse un plebiscito en el que los colombianos digan sí o no a lo firmado en La Habana, mientras la guerrilla prefiere que se realice una convención constituyente para incorporarlos en la carta magna colombiana.

 

Pero aunque aún faltan dar algunos pasos para sellar definitivamente los acuerdos con las FARC y resta por comenzar las negociaciones formales con la guerrilla del ELN, aunque persiste en Colombia el problema de grandes grupos armados dedicados al crimen, con el anuncio que se dará este jueves el país estará más cerca que nunca de la paz.

 

(BBC)