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Es el momento que Judith Hill ha estado reviviendo en su memoria durante los últimos dos meses: estaba sentada en un avión con el hombre al que amaba, hablando y cenando cuando, de pronto, perdió la conciencia. Ella gritó su nombre: “¡Prince!”. Lo sacudió pero no volvió en sí. Su rápida reacción pudo haber ayudado a salvar la vida de Prince esa noche, seis días antes de que muriera por una sobredosis accidental de fentanilo, un analgésico opiáceo.

 

“Sus ojos se quedaron fijos”, justo antes de que su cabeza cayera del otro lado de la mesa, recuerda Hill, de 32 años, en una entrevista en la que habla por primera vez de su presencia en el vuelo del 15 de abril desde Atlanta, después de las dos presentaciones de Prince. Solo había otro pasajero en el jet privado, Kirk Johnson, amigo de mucho tiempo y asistente del cantante.

 

Se dirigían a Paisley Park, la propiedad de Prince en las afueras de Minneapolis. Mientras cenaban verduras y pasta, Prince y Hill hablaban sobre sus presentaciones de esa noche que fueron sus últimos conciertos públicos; sobre otros músicos como la cantante de funk Betty Davis, y sobre fotografía, uno de los pasatiempos de Prince.

 

De acuerdo con los informes de la aeronave rentada en la que viajaron, esta despegó a las 12:51 a.m. del Aeropuerto Internacional de Atlanta Hartsfield-Jackson y se encontraba cerca de Chicago, a menos de una hora de su destino, cuando Hill vio que Prince caía inconsciente.

 

Si hubiera estado mirando en otra dirección, por ejemplo, hacia su teléfono o su bolso, podría haber pensado que se había quedado dormido. “Afortunadamente, estaba viéndolo justo a la cara”, dijo.

 

Fue de inmediato por Johnson que estaba cerca del frente del avión. Cuando ninguno pudo hacer reaccionar a Prince, le avisaron al piloto, quien llamó a los controladores de tráfico aéreo de Chicago para pedir ayuda a la 1:12 a.m.; le informaron que había un hombre inconsciente a bordo.

 

“Sabíamos que era una cuestión de tiempo; debíamos aterrizar”, dijo Hill. “No teníamos nada en el avión para ayudarlo”.

 

Hill contó que estaba “muy asustada”, mientras trataban de hacerlo volver en sí, sacudiéndolo y llamándolo por su nombre. A la 1:17 a.m., aterrizaron de emergencia en Moline, Illinois, donde los esperaba una ambulancia.

 

Johnson cargó a Prince, de 57 años, y lo llevó al vehículo donde lo revivieron sobre la pista con una inyección de Narcan, que se usa normalmente para el tratamiento de sobredosis por opiáceos. Dieciocho minutos después del aterrizaje, la ambulancia lo llevó al hospital Trinity Moline.

 

Para cuando llegaron ya estaba despierto y hablando, narró Hill, quien también afirmó: “Eso fue un gran alivio para mí, porque pensaba que ya lo habíamos perdido”. Nunca había visto que nada parecido le sucediera y no tenía idea de qué lo había provocado. El abogado de Johnson se negó a hacer cualquier comentario.

 

Para el mundo, el repentino aterrizaje forzado de Prince, que en un principio se atribuyó a una gripe pero más adelante se reveló como relacionado con una sobredosis de analgésicos, fue el primer signo real de su abrupto declive. Era una estrella extremadamente reservada que había ocultado su dolor (y su adicción a los medicamentos para tratarlo), incluso a su círculo más cercano.

 

Hill, una artista en ascenso y ganadora de un grammy, era una colaboradora íntima y una persona de la entera confianza del cantante. “Estuve con Prince durante los últimos dos años de mi vida”, dijo. Grabó y cantó con él en Paisley Park; dejó su casa cerca de Los Ángeles y abrió los conciertos de él en Baltimore, Detroit y Washington.

 

El cantante coprodujo su álbum debut de 2015, Back in Time, la aconsejó mientras se liberaba de un contrato con una de las grandes disqueras y le estaba ayudando a planear su gira.

 

Según The Star Tribune, cuando Prince la presentó ante una audiencia en un evento privado en Paisley Park, en marzo de 2015, se expresó así: “Pregunten lo que quieran ahora. Va a ser una superestrella y entonces ya no podrán hablar con ella”.

 

Incluso gestionó que su disco se vendiera en la tienda Electric Fetus de Minneapolis. “Nos pidió tratar ese álbum como lo haríamos con uno de él”, comentó Jim Novak, el comprador de música de la tienda, que sabe que Hill anda por ahí regularmente. Sacaron fotos de ella en la pequeña reunión privada de amigos y familiares que tuvo lugar ahí para recordarlo.

 

“Ahora se ha ido, y me doy cuenta de que me apoyaba mucho en él”, dijo. “Tengo miedo. Ahora estoy sola”.

 

Mientras realiza una pequeña gira en la Costa Este, explica que todavía se apoya en sus enseñanzas: “Era todo un guerrero, y me inspira a ser una persona así”.

 

Hill ya había experimentado la pérdida de una superestrella musical: en 2009 trabajaba como vocalista de respaldo y la eligieron para cantar a dúo con Michael Jackson en “This Is It”, la serie de conciertos que se iban a realizar en Londres.

 

Jackson murió cuando faltaban menos de tres semanas para que comenzaran. Hill cantó una emotiva versión de “Heal the World” con un coro de niños en el funeral del astro del pop.

 

Sin embargo, “con Michael fue diferente”, dijo la cantante después de un ensayo con su banda en Pasadena, California. “No conocía a Michael, era su fan y alguien que trabajaba para él”. Su duelo por Prince es mucho más personal.

 

Mientras construían su empatía profesional, también establecieron una rutina en Paisley Park, donde ensayaban en el estudio hasta la madrugada. Le preparaba omelettes (sabrosos) y licuados (no tan sabrosos), y le ganaba a menudo en ping-pong. “Siempre estaba bien arreglado, siempre, siempre”, dijo, incluso si solo iban a Dairy Queen a comprar algo desde el auto.

 

Marcus Anderson, un trompetista de Prince que también trabajó con Hill, dijo que el cantante tenía en muy alta estima la sensibilidad musical de Hill. “Respetaba muchísimo su opinión”, comentó. Entraba al estudio de grabación y hacía sugerencias, que a menudo se tomaban en cuenta. “Nunca había pasado eso”, dijo Anderson.

 

Aun así, Hill aseguró que Prince nunca le había revelado que tuviera dolores, después de décadas de presentaciones llenas de energía y una cirugía de cadera.

 

“Solo sé lo que el resto de la gente conoce sobre sus dolores… lo que he leído al respecto”, afirmó. En persona, “se levantaba rápido. Nunca dijo nada como ‘Me duele esto’, nunca dio una señal de que estuviera batallando. Es por eso que todo es tan impactante”.

 

Prince tenía fama de vivir sanamente, seguía una dieta vegana y le reprochaba a sus músicos el uso de drogas recreativas. Sin embargo, otros amigos han reconocido que Prince se había hecho dependiente de los analgésicos. Los investigadores están buscando dónde obtenía el fentanilo que lo llevó a la muerte. No han dicho si se le recetaba legalmente, lo compraba en la calle o en línea.

 

Hill no quiso hablar sobre los detalles del tratamiento médico que recibió Prince en Moline. Dijo que era la primera vez que lo había visto sufrir y que se había sentido abrumada y muy asustada. Prince quería irse del hospital, pero ante la insistencia de sus acompañantes se quedó ahí hasta la mañana.

 

“No estaba deprimido, somnoliento, ni nada”, dijo Hill. Estaba tranquilo y se veía como siempre. “Quería ver ‘Zootopia’”, la película animada. “Le encantaban esas películas. La iba a poner en mi teléfono. Me dijo: ‘No, no, aquí no. Ya escogeremos un tiempo y un lugar especiales para verla’”.

 

A Hill le pareció que Prince había recibido una fuerte advertencia, una que no se repetiría. “Toda esa noche estuvo muy cooperativo; muy serio en cuanto a buscar ayuda”. A las 10:57 a. m. ya había terminado esa dura experiencia, y el avión despegó hacia Paisley Park. Hill regresó a Los Ángeles poco después.

 

De todas formas, Prince minimizó el incidente del hospital ante su gente, afirmó Hill. Preocupada, ayudó a comunicarles a otros que él se encontraba en una situación grave. Finalmente, sus amigos se pusieron en contacto con Howard Kornfeld, un especialista en adicciones de California.

 

Prince también tomó conciencia de que necesitaba ayuda. Como le había prometido a Hill comenzó a tomar acciones para curarse. Se sometió a las pruebas que le hizo Michael Schulenberg, un médico local a quien ya había consultado.

 

“Lo hizo porque estaba preocupado y quería hacer lo correcto con su propio cuerpo”, sostuvo Hill. “Esa es la parte que me rompe el corazón, porque estaba tratando. Estaba tratando”.

 

Algunos policías han comentado que Schulenberg llegó a Paisley Park con los resultados de algunas pruebas, justo después de que se declaró muerto a Prince.

 

De regreso en California, Hill se enteró cuando la despertaron los mensajes de algunos amigos. Manejó directo a casa de sus padres. “Definitivamente fue el peor día de mi vida”, dijo. “No me imaginaba que pudiera pasar algo tan doloroso”.

 

Sobre el escenario, mientras canta las canciones que hicieron juntos, Hill dice que la inspiran la creatividad y el ánimo de Prince durante sus últimos momentos. En el hospital dijo: “Es solo por la gracia de Dios que sigo aquí”, recordó Hill.

 

Le dijo: “Tuve que luchar por mi vida. Recuerdo haber escuchado sus voces desde lejos y decirme a mí mismo: ‘Sigue las voces, sigue las voces, regresa a tu cuerpo, tienes que hacerlo’. Y dijo que había sido lo más difícil que jamás había hecho, regresar a su cuerpo”.

 

Cuando se le preguntó si su relación era romántica, Hill comentó: “Era una relación muy intensa. Me importaba profundamente”. La cantante reveló que en una conversación poco antes de su fallecimiento Prince le dijo que la amaba y que siempre estaría allí para ella.

 

Sus padres, también músicos, lo conocieron en enero cuando fueron a Paisley Park y tocaron junto a su hija, Morris Day y el grupo Time.

 

El padre de la cantante es el bajista Robert Hill, conocido como PeeWee, y su madre es la tecladista Michiko Hill, ambos son parte de su banda para la gira. La pareja ha tocado con Sly and the Family Stone y Chaka Khan. Judith escribió su primera canción, una pieza de góspel, a los 4 años.

 

Hill apareció en la temporada de 2013 de The Voice, también en 20 Feet from Stardom, el documental ganador del Oscar sobre vocalistas de respaldo y ganó un Grammy por su trabajo. En una entrevista de esa época se le preguntó sobre su colaborador ideal y ella contestó: “Prince”.

 

Él vio la entrevista y la llamó; pronto la invitó a hacer música en Paisley Park. Para el invierno de 2014 estaban muy ocupados arreglando y grabando Back in Time, el álbum de tonadas funky y soul que ella escribió.

 

Él tocó la guitarra, el bajo y la batería, además de cantar. “Era mi vocalista de respaldo en muchas de las canciones”, dijo con una gran sonrisa.

 

(nytimes.com)

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