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Desnudo, sucio y hambriento, desde la ventana de la sala el pequeño Osmer, de 2 años, lloraba y rogaba por un plato de comida a los vecinos de la calle Soledad, en el sector Santa Lucía, ayer a las 3:00 de la tarde.

 

Su madre y su abuela salieron a “bachaquear”  a las 7:00 de la mañana y lo dejaron encerrado —como solía hacerlo, dijeron vecinos—  junto a su hermanita Mía, de 7 meses.

 

Al escuchar  los gritos del  niño, los vecinos salieron de sus casas. “No es la primera vez que esas mujeres los dejan solos  todo el día para ir a ‘bachaquear’ . Hoy fue la gota que derramó el vaso. Ver llorar a ese niño en la ventana partía el alma”, contó una  mujer. 

 

Una arepa, jugo  y algunas golosinas  mitigaron el hambre, mientras llegaban los oficiales de Polimaracaibo. Desde las 3:30 pm  se inició el plan para sacar a los infantes de la vivienda 642. 

 

Los adolescentes de la barriada  jugaban con Osmer en la ventana y  algunas vecinas le preguntaban preocupadas por su hermanita.  

 
  
El pequeño  respondía: “Ella está acostadita durmiendo en su cuna”. También repetía que su mamá no lo quiso llevar y se había ido en un bus.  Osmer estaba montado sobre un mueble, donde evacuó y orinó.

 

Los policías llegaron, y al constatar el estado del niño, notificaron al Cuerpo de Bomberos de Maracaibo, para ingresar a la casa.

 

Todos estaban preocupados por la bebita. A veces, se escuchaba un lejano llanto, pero no podían verla. Los vecinos estaban aglomerados  en la calle Soledad, muy cerca de la venta de Cepillados de Jesús Ríos.

 

De inmediato, el director del Cuerpo de Bomberos de Maracaibo,  comandante HelimPirela, y el director de operaciones, primer teniente  Enyerberht Atencio, llegaron a la casa  para iniciar la “operación libertad”.

 

Unos 25 bomberos  y paramédicos  se abocaron a  rescatar a Osmer y a Mía. El miedo se apoderó del niño, quien al notar  el despliegue de funcionarios y vecinos comenzó a llorar por su mamá. 

 

“Quiero a mi mamá. ¿Dónde está mi mamá? ¡Mami, mami!”, repetía una y otra vez. En su mirada había terror.   

 

“Esa mujer a veces llega a las 9:00 de la noche, como ayer (miércoles). Es muy problemática”,  decían  las  vecinas.  

 

El equipo de rescate de los bomberos entró por el techo y la parte trasera de la vivienda. Con un equipo rompieron la cerradura de la puerta.

 

Mía fue la primera en ser rescatada. Estaba desnuda dentro de un corral lleno de orina y heces. Osmer fue el segundo. Dos horas duró la “operación libertad”. Ambos fueron llevados al Hospital Chiquinquirá, donde los evaluaron.

 

En  la cocina estaba una gran olla con agua hirviendo. Solo le quedaban unos cuatro dedos de líquido. 

 

Al niño lo trasladaron a una casa de abrigo. Su hermanita quedó recluida. Su condición de salud era estable.   
Representantes del Consejo de Protección del Niño, Niña y Adolescentes se apersonaron a la vivienda para levantar un informe sobre lo ocurrido.

 

A las 7:35 de la noche llegaron la madre y la abuela, “sin bolsas de comida”. Los vecinos trataron de golpear  a la progenitora, quien fue llevada hasta el comando de Polimaracaibo. Se le abrirá un proceso administrativo y será guiada por consejeros.

 

(Panorama)

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