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«¡Uy! Ahorita para un polvo hay que tener como treinta lucas», dice Pedro Ramírez. Él es mensajero de un banco y así responde cuando le preguntan cuánto gasta en una noche de pasión.

 

Porque está todo caro, insiste. Treinta lucas son 30.000 bolívares. El sueldo mínimo en Venezuela, sin contar el bono de alimentación, es de Bs. 22.576,50. Eso explica, naturalmente, las razones de su efusiva interjeción.

 

La guerra económica también se siente en las camas. El aumento de precios ha llegado a los condones, las habitaciones de hotel y la ropa interior, mientras el fantasma de la escasez y el contrabando campea entre las pastillas anticonceptivas y las píldoras de emergencia. ¿El resultado? Cambio de hábitos y reacomodos en las rutinas amatorias.

 

2.500 el rato

 

En la esquina de Colón, en el centro de Caracas, un cartel amarillo y negro llama la atención de los peatones: «Hotel 2.500, Rato. Dom.Lun.Mar». Un borrón negro delata que los números están recién cambiados. Hace dos semanas decía 1.000.

 

Se llama Hotel Sideral. Allí, por 2.500 bolívares, se puede pasar «un rato» de escarceos amorosos de domingo a martes. El resto de los días es mil bolívares más caro. El edificio, amarillo y desvencijado, está muy cerca del Palacio de Justicia, el Consejo Nacional Electoral (CNE) y otras instituciones. La clientela, confiesa el dueño, está conformada en su mayoría de empleados públicos que se escapan en hora de almuerzo.

 

Si se lleva una caja de condones, para una aventura como esa se añade un gasto de otros 2.000 bolívares. La cuenta se abulta cuando en vez de un «rato» se opta por una jornada de cuatro o seis horas. Los precios suelen oscilar entre 6.000 y 25.000 bolívares. La tabla de precios se incrementa, como casi todo en la ciudad, de oeste a este.

 

Anticonceptivas «bachaqueadas»

 

Las pastillas anticonceptivas rara vez se ven en los anaqueles de las farmacias. Los «bachaqueros», nombre con el que se conocen a quienes contrabandean productos en Venezuela, las venden entre 4.000 y 5.000 bolívares. El punto más concurrido para ese tipo de compras está en Petare, en el este de la ciudad.

 

Lo mismo ocurre con los métodos anticonceptivos de emergencia como las píldoras del días después. La fórmula más común de adquirirlas es por redes sociales como Instagram o Facebook, donde se ofertan en precios que van desde los 2.500 a los 3.500 bolívares. El costo legal es de 120 bolívares.

 

«Es más seguro por Instagram porque a veces en Facebook cierran las páginas», comenta Fabiola Rondón, una ejecutiva que trabaja en el centro de la ciudad y que ya ha tenido que correr en búsqueda de pastillas de levonorgestrel en cualquiera de sus presentaciones.

 

Sin embargo, nada es seguro. Denuncias presentadas en el canal del Estado en mayo de este año dejaron al descubierto que muchos «bachaqueros» han falsificado pastillas anticonceptivas.

 

«No podemos dejar de vender porque las medicinas tengan o no fecha de vencimiento o porque alguien la tenga indicada o no. Nosotros las conseguimos y las vendemos así tal cual. Las que tenemos en la casa sin usar también las vendemos», sostuvo uno de los «bachaqueros» entrevistados por VTV.

 

Rueda libre

 

«Con los precios de los sostenes y las pantys, la solución es ir rueda libre (desnudos)», bromea Karen Ramírez, secretaria de una institución pública. Un conjunto de lencería sexy puede oscilar entre 10.000 a 45.000 bolívares. Siempre hay para todas los bolsillos, las marcas, los gustos.

 

«Si te pones a buscar juguetitos, ¡ni te cuento!», advierte Ángel Guzmán, un joven de 25 años. Su novia y él, dice, han bajado las habituales visitas a las sex shops y la frecuencia a los moteles ubicados a las afueras de la ciudad, en la Carretera Panamericana, famosa por su variada oferta y precios bajos con respecto a los refugios de ocasión en Caracas. «Es que ya no alcanza como antes».

 

Los implementos como lubricantes y lociones cuestan entre los 1.300 y 9.000 bolívares en las tiendas online. La cuenta sigue sumando si los amantes tienen aversión al vello: las depilaciones de las zonas íntimas pueden hacerse con una inversión de 6.000 a 12.000 bolívares cada vez.

 

«Por eso es que la mejor inversión en la fidelidad. ¡Echarse una canita al aire (tener un affaire) cuesta un ojo de la cara!», se ríe Ender Gómez, un joven de 29 años que se piensa dos veces la idea de «escaparse» a un hotel de ocasión con alguien que no sea su esposa. Según él, «las cuentas no dan pa’ eso».

 

Problema de salud pública

 

Un artículo publicado el año pasado en el diario El Universal advertía que la falta de anticonceptivos incidía directamente en el aumento de los embarazos no deseados.

 

Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Venezuela ocupa el segundo lugar entre los países de América latina con el índice más alto de embarazo antes de los 20 años de edad.

 

En el país, el aborto no está permitido. Por lo tanto, las mujeres que deciden interrumpir sus embarazos deben recurrir a vías clandestinas. Una de ellas es una línea que ofrece información gratuita sobre los métodos avalados por la OMS antes de las 19 semanas de concepción.

 

Adriana, quien pide reserva con su nombre, es una de las mujeres que atiende -de manera voluntaria- los casos. Alerta que la línea ha colapsado en los últimos meses: «Llaman mujeres y hombres de todas las edades, profesionales, estudiantes, amas de casa. Casi siempre son mayores de edad y con familia constituida».

 

El argumento que esgrimen para recurrir a la interrupción de un embarazo, dice Adriana, «son casi siempre las dificultades para conseguir los anticonceptivos. Llaman de todos los estados del país. Los casos aumentaron tanto que de una línea que teníamos, pasamos a tres». La guerra económica, en Venezuela, también hace de la cama una trinchera.

 

(RT)