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Con Tarek en la Defensoría, se replantea el debate sobre los derechos humanos .- Con Tarek William Saab en la Defensoría del Pueblo, las organizaciones rabiosamente no gubernamentales de derechos humanos van a tener que cambiar de estrategias. El poeta de la Revolución es un dirigente muy curtido  y en los pocos días que lleva en el cargo ha demostrado que tiene otra de las cualidades que distinguen a los políticos exitosos: puede renacer de sus cenizas.

 

Tras el forzado mutis de la escena anzoatiguense, Saab está reapareciendo en grande en la Defensoría, tal vez porque ese asunto ha sido su auténtica vocación desde que insurgió en la política, a finales de los años ochenta, luchando por los derechos de los que ni siquiera sabían que tenían derechos.

 

Es posible que se trate –hay que hacer la salvedad–  del conocido efecto de la escoba nueva que barre bien, pero no puede negarse que en apenas unos días Saab le ha dado a la Defensoría del Pueblo un perfil diferente que hace pensar en un replanteamiento del debate sobre los derechos humanos en el país. [Solo para aclarar: la exdefensora Gabriela Ramírez realizó una digna gestión y tuvo logros importantes. Me refiero básicamente a la proyección política que está adquiriendo el organismo bajo la batuta de Saab].

 

Hasta ahora, la controversia sobre derechos humanos ha estado controlada por las organizaciones rabiosamente no gubernamentales, tanto nacionales como transnacionales, especializadas en el tema. Esas entidades, inequívocamente vinculadas a la oposición interna y a los países enemigos de Venezuela, han tenido la voz cantante, han puesto al Estado venezolano contra la pared, lo han obligado a ser reactivo, a defenderse constantemente. La agenda sobre derechos humanos en el país ha sido la fijada por esas organizaciones, hasta el punto de que solo los políticos de oposición y los manifestantes violentos parecían tener tales derechos.

 

Estas primeras jornadas de trabajo del  exconstituyente, exdiputado y exgobernador de Anzoátegui parecen indicar que la situación puede cambiar radicalmente. Saab se ha mostrado proactivo y rápido para tomar la ofensiva. Ha evidenciado en este breve tiempo que no le dará a las organizaciones rabiosamente no gubernamentales el margen de maniobra amplio que han tenido hasta ahora. Una vez que pongan en marcha uno de sus montajes (lo que ocurre la más de las veces), tendrán una respuesta oportuna y contundente, se verán emplazados a presentar denuncias concretas. Un ejemplo ocurrió cuando una de esas conocidas ONG salió a denunciar la supuesta detención de un personaje opositor que protesta utilizando un papagayo como pancarta. Ya estaban en el proceso de armar un show cuando el defensor les pidió los datos específicos acerca de la detención para actuar de inmediato. Quedó claro que el señor nunca fue detenido sino que estaba en su casa, algo indispuesto y por eso no fue a “trabajar”. Los abogados bocones tuvieron que retirarse con el rabo entre las piernas.

 

Saab ha movilizado a la Defensoría hacia actividades más allá del redil en el que lo quieren encerrar los grupos opositores. Por ejemplo, ha volcado el trabajo de la institución a la protección de los intereses de la gente que padece las colas en los establecimientos comerciales. Se trata, sin duda, de una las áreas en las que el pueblo necesita más defensa hoy por hoy y así lo ha entendido el nuevo funcionario.

 

Dándole continuidad a políticas iniciadas por la exdefensora Ramírez, se reunió con el Comité de Víctimas de la Guarimba. De este modo ha hecho su aporte al esfuerzo por cambiar el enfoque de un tema en el que, por artes de las ONG y de la canalla mediática, los victimarios se han presentado internacionalmente como si fueran las víctimas.

 

Con buen manejo de las comunicaciones, el Defensor ha intervenido u opinado ya sobre temas controversiales como el matrimonio igualitario y la actuación de la fuerza pública en la contención de manifestaciones.

 

Por supuesto, aún le falta al poeta pasar las pruebas que con excesiva frecuencia impone la realidad a quien detenta un cargo como el suyo (excesos policiales, masacres, motines carcelarios, por ejemplo). Tendrá un duro examen cuando la oposición desesperada (ya eso se ve venir) entre en un nuevo ciclo de violencia callejera. Solo entonces sabremos si la escoba barría bien porque estaba nueva o si seguirá barriendo bien porque es tremenda escoba.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])