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Las tropas estadounidenses invadieron Afganistán el 7 de octubre de 2001, menos de un mes después de los ataques terroristas del 11-S en Nueva York y Washington. Lo que parecía una rápida victoria sobre el régimen talibán se convirtió en una sangrienta guerra sin fin que continúa hasta hoy en día.

 

En un primer momento, la operación de Estados Unidos en Afganistán se denominó Justicia Infinita, pero el nombre fue cambiado rápidamente a Libertad Duradera, por temor a ofender los sentimientos religiosos de los afganos. Sin embargo, el segundo nombre resultó nefasto: Washington y sus aliados no han podido liberarse de Afganistán desde entonces. Estas son algunas de las cifras que caracterizan esta larga guerra.

 

La guerra en Afganistán, en cifras

 

1. 15 años después de la invasión, hay menos de 9.000 soldados estadounidenses en Afganistán, en comparación con el pico de 100.000 en 2011. El Pentágono insiste en que se dedican casi exclusivamente a «asesorar y asistir» a los militares afganos, en lugar de luchar contra el Estado Islámico o los talibanes.

 

2. Sin embargo, esta misma semana el sargento Adam S. Thomas, de 31 años, murió en la provincia de Nangarhar, al parecer por una bomba improvisada. Fue el tercer soldado estadounidense que ha muerto en Afganistán en 2016.

 

3. Desde 2002, EE.UU. ha gastado más de 60.000 millones de dólares en entrenar y equipar a las fuerzas de seguridad afganas, según Reuters.

 

4. El cultivo de opio, prohibido por la estricta interpretación del islam de los talibanes, ha reaparecido durante la guerra. Un informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito estima la magnitud del cultivo de opio en Afganistán en más de 200.000 hectáreas (494.000 acres), mientras que las cifras finales pueden exceder el récord de 224.000 hectáreas en 2014.

 
5. Más de 4.000 soldados de la coalición y 15.000 soldados afganos murieron en el transcurso de la operación Libertad Duradera.

 

6. Las bajas estadounidenses en esos 4.830 días fueron de 2.356 muertosy 19.950 heridos.

 

7. Las bajas de los talibanes han sido estimadas en entre 25.000 y 40.000 personas.

8. Desde entonces, en la operación Centinela de la Libertad, 24 soldados han muerto y 124 han resultado heridos, según el Pentágono. Aliados de la OTAN perdieron otras 7 personas.

 

9. Las estimaciones de las muertes de civiles han oscilado entre 31.000 (Instituto Watson para Estudios Internacionales) y un máximo de 170.000 (según el informe ‘Body Count’ [Conteo de bajas] de las organizaciones Médicos por la Responsabilidad Social, Médicos por la Supervivencia Global y la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear).

 

10. Durante la conferencia de donantes esta semana en Austria, EE.UU. y la Unión Europea han prometido 15.000 millones de dólares para financiar al Gobierno de Afganistán en los próximos cuatro años.

11. El costo de la guerra en Afganistán ha sido estimado en 685.600 millones por el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos.

 

12. El costo a largo plazo puede alcanzar los 6 billones de dólares, teniendo en cuenta «el cuidado médico a largo plazo y la compensación por incapacidad para miembros del servicio, veteranos y familias, la reposición militar y los costes sociales y económicos», según calculó en 2013 Linda Bilmes, de la Escuela de Gobierno John F. Kennedy de la Universidad de Harvard.

 

13. Miles de millones de dólares destinados a la «reconstrucción» de Afganistán se gastaron en aviones que terminaron siendo vendidos como chatarra y estaciones de gas de 30 millones de dólares, según documentó el inspector general especial de EE.UU. para la reconstrucción de Afganistán.

14. Solo los esfuerzos antidrogas le han costado a Washington más de 8.400 millones de dólares. Sin embargo, no han tenido mucho éxito.

 

15. Afganistán produce hoy en día más del 90% de la heroína del mundo, en mayores cantidades que antes de 2001.

 

Tal vez la mayor ironía de la guerra en Afganistán es que EE.UU. terminó luchando contra las mismas personas que apoyó durante la Guerra Fría. A finales de 1970, Washington apoyó secretamente a los rebeldes islamistas con el fin de arrastrar a la URSS a un «atolladero similar al de Vietnam». Después de la retirada soviética en 1989, estos rebeldes —los muyahidines— comenzaron a luchar entre sí, hasta que finalmente, los talibanes emergieron como la facción dominante.

 

(RT)