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La madre del pelotero de los Marlins de Miami, José Fernández, quien falleció en un accidente marítimo en septiembre, envió una emotiva carta a la comunidad del sur de la Florida, publicada este viernes por el diario El Nuevo Herald.

 

Maritza Gómez Fernández agradeció el amor y apoyo de las personas durante las semanas que vivió luego de la muerte de su hijo. Además, relató cómo ha vivido y un poco de lo que hizo José en tan poco tiempo, mostrando su amor por los niños y ayudando al más necesitado.

 

También, agradeció a la franquicia en la que jugaba su hijo, por la solidaridad en todo este tiempo.

 

Esta semana, se supo que las autoridades marítimas de Miami siguen investigando el rompeolas y las circunstancias donde Fernández y dos amigos que le acompañaban se estrellaron en la madrugada del domingo, 25 de septiembre.

 

A continuación sus expresiones íntegras, publicadas en El Nuevo Herald:

 

«José Fernández es mi único hijo. Lo compartí con todo un pueblo que también lo quería. Mi dolor es profundísimo. Sé que para ustedes, también. Lo querían como a un hijo, nieto, hermano y amigo; aun para muchos sin haberlo conocido. Lo veían como una estrella de la pelota, pero también como uno más entre ustedes. Gracias a este gran país que nos dio la bienvenida, mi hijo pudo lograr su sueño de llegar a las Grandes Ligas y también lograr la ciudadanía norteamericana. Nunca dejó de amar profundamente a Cuba, pero Estados Unidos era una inspiración para él.

 

Si algo me ha sustentado en estos días, es el amor que tuvieron por mi hijo. Como su madre, gracias por esa bendición. En nombre de mi familia, especialmente de mi mamá, quiero agradecer todas las oraciones por él, por María y por mi nieta en su vientre. Quiero agradecer a toda la comunidad por acompañarnos en los momentos más difíciles de nuestras vidas. El amor y apoyo que hemos recibido nos ayuda a enfrentar esta dura realidad.

 

Quiero agradecer a su familia de los Marlins, Jeffrey Loria, David Samson, Michael Hill, sus entrenadores y compañeros de equipo a través de los tiempos. También, agradezco a su agente, Scott Boras. Sepan que lo llenaba de alegría la fraternidad que compartían. En los Marlins, sus sueños se acentuaron y otros se realizaron. Allí compartió con los fanáticos, les ofreció su sonrisa y su gozo por el béisbol.

 

Mi hijo no descansaba sin pensar en cómo ayudar a los demás. Tenía pasión por ayudar a los niños pacientes de cáncer a través de Live Like Bella. Le gustaba compartir con todos los jóvenes e inspirarlos para el futuro. Compartió con Sabrina, una joven con síndrome de Down para traerle una sonrisa.

 

Compartía con personas mayores para sentirse cerca de sus raíces. En medio de esta pesadilla, le doy gracias a Dios que mi hijo -aun joven- deja una huella auténtica, y ustedes dejaron una en él.

 

En los momentos más inconsolables, sin poder creer lo sucedido, me vi en una procesión solemne en las calles de Miami. En ese duro recorrido, vi el amor en el estadio por los peloteros y empleados de los Marlins, y el pueblo que acudió ahí. Sentí la bendición en la Ermita, lugar sagrado para nosotros los cubanos. Vi el pueblo en las aceras; el brindis del cafecito en La Carreta, donde las banderas de Cuba y Estados Unidos se ofrecieron como símbolo del patriotismo de mi hijo. Y, en un momento profundamente impactante para nuestra familia, la noche en San Brendan donde miles lo despidieron. Nuestro confort fue el amor que mostraron. Nos dieron fuerza. Quiero agradecer a los Marlins, las autoridades locales, los departamentos de policía de Miami-Dade y la Ciudad de Miami, la Iglesia San Brendan, los sacerdotes, los músicos y el coro, los medios de comunicación, y todos los que colaboraron por ofrecerle a mi hijo una despedida y misa tan hermosa. Quiero agradecer a la Funeraria Caballero Rivero y a todos los que enviaron flores y contribuciones a JDF16 Foundation. Agradezco a las Grandes Ligas por los homenajes a mi hijo.

 

Ahora, quiero pedirles que sigan rezando por nosotros. Sigamos todos rezando por Emilio, Eduardo y sus seres queridos. Ellos también sufren. Recen por María y Penélope. Y, un último favor en nombre de toda mi familia, vivan el legado de mi hijo, José Fernández. Rían como él. Que los jóvenes y los peloteros profesionales gocen el béisbol como él. Seamos gente de alegría como él. Sigamos amando a Cuba y a Estados Unidos como él. Gracias a todos por quererlo, y no olvidarlo, y por mantener vivo su legado.

 

Mi querido hijo, gracias por ser lo mejor que Dios me pudo regalar. Gracias por el cariño que le brindabas a todo el pueblo. Gracias por ofrecerles esa sonrisa. Como vistes desde el cielo, todos te lo agradecieron».

 

(www.elnuevodia.com)

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