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El presidente ruso, Vladímir Putin, ha estado jugando «a un juego de defensa sorprendentemente tranquillo y eficaz» en el frente económico interno, escribe Ruchir Sharma, el principal estratega global de Gestión de Inversiones del banco Morgan Stanley, para la revista ‘Financial Times’.

 

La economía rusa se vio gravemente afectada por el desplome de los precios del petróleo en 2014, que provocó una fuga de capitales, inflación y una caída del PIB per cápita de 14.000 dólares en 2013 hasta los 8.000 dólares en 2016.

 

Ajuste del cinturón

 

Pero en vez de caer en la tentación de aumentar los gastos para enfrentar la crisis, Putin advirtió a los rusos de que habría que ajustarse el cinturón y tomó la difícil decisión de dejar de controlar el tipo del cambio del rublo, que sufrió una caída libre. «Fue una decisión acertada», opina el economista.

 

Por un lado, la población nunca recibe bien el crecimiento de la inflación, pero por el otro, el rublo débil hizo que pese a la caída del precio del crudo en dólares, los ingresos petroleros en rublos casi no se redujeran, algo que permitió cumplir con los presupuestos de 2014, que se habían calculado teniendo en cuenta un precio del petróleo de 100 dólares por barril.

 

Mejor que Arabia Saudita

 

En 2015 los presupuestos del Estado ya se calcularon con una estimación de 50 dólares por barril, mientras el pronóstico actual anual del precio del barril es de 49 dólares de media. «En estos términos Rusia está en una condición mucho mejor que otros grandes productores de crudo como Arabia Saudita».

 

La economía rusa está mucho mejor gracias a que Putin siguió los consejos que apuntaban a aplicar medidas de austeridad, opina el economista. Así, la inflación bajó desde el 15% de 2015 hasta el 6% de 2016, la fuga de capitales se redujo, el país ha cancelado 200.000 millones de dólares de deuda extranjera en últimos dos años y la deuda soberana se ha establecido al nivel del 11% del PIB.

 

El desempleo casi no creció, especialmente gracias a que las empresas públicas, que proporcionan trabajo a casi una tercera parte de los rusos, sirvieron como «máquinas de protección de empleo».

 

«Todo defensa, cero ataque»

 

Por un lado, todo ello hace menos probable que Rusia se declare en situación de impago, como pasó en dos ocasiones en la década de 1990; por el otro «la estrategia de Putin es todo defensa y cero ataque». Es decir, sus acciones están dirigidas a asegurar la estabilidad económica pero no su crecimiento.

 

Todos estos factores se traducen en unos pronósticos internacionales del crecimiento económico de Rusia de alrededor del 2% para los próximos años. «Las perspectivas del crecimiento a largo plazo para Rusia no mejorarán sin una reforma más audaz, pero por ahora el presidente Putin merece la alabanza por al menos jugar una buena defensa», concluye el economista.

 

(RT)

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