Muchos de nuestros lectores recordarán a Lagarder Danciu: alcanzó notoriedad pública por protagonizar una de las imágenes más impactantes de la última jornada electoral española, el pasado 26 de Junio. 

 

Desde entonces, han sido varias las ocasiones en que este activista rumano, un sin techo que vive y se mueve sin rumbo fijo por Madrid y por el resto de España, ha vuelto a aparecer en los medios, siempre denunciando alguna injusticia con su estilo directo, combativo y tremendamente incómodo. Y siempre expulsado violentamente de los lugares a los que acude a protestar.

 

Lagarder grita sus protestas con la voz desesperada de los que no tienen nada que perder, y las grita en la cara de quien haga falta. El domingo 20 de noviembre consideró necesario gritarles a los nostálgicos del franquismo que Franco era un asesino. Se presentó en la madrileña Plaza de Oriente a las 12 del mediodía y les reventó la ceremonia. 

 

Hemos querido hablar con el propio Lagarder de nuevo, para que nos cuente en primera persona lo sucedido. Le encontramos en Madrid, cansado porque lleva varias horas atendiendo a los medios de comunicación, y con secuelas de los golpes recibidos el domingo. Dice que la sensación que dejan los golpes en la cabeza después de unas horas es muy desagradable, «como una resaca después de una borrachera». A pesar de todo, nos sentamos en un banco de la calle Fuencarral y se dispone a darnos su versión de lo sucedido:

 

«A mi la conmemoración del 20N me parece una vergüenza. Me parece mentira que después de 40 años sigamos llorando a un dictador asesino. Así que me enteré de dónde iba a ser la concentración y decidí presentarme allí con un cartel que decía «Franco Asesino». Empezó el acto a las 12 del mediodía y allí estaba yo, con mi cartel escondido en la chaqueta. Entonces empezaron a gritar «Viva Franco», «Fuera Inmigrantes», empezaron a decir cosas de los árabes… yo quería esperar al final del acto, cuando cantan el «Cara al sol» y sacar el cartel en ese momento, pero no pude aguantar. Al oír las cosas que decían, me llené de rabia y saqué el cartel y empecé a gritar que franco era un asesino». 

 

¿Qué pasó entonces? 

 

Vinieron a por mi un grupo de 6 ó 7 nazis y me empujaron, me tiraron al suelo, me echaron mano a la garganta, me pegaron patadas por todas partes, incluso en la cabeza. Y cuando logré levantarme, en lugar de irme hacia afuera, me dirigí de nuevo hacia el escenario. Eso les cabreó más y me pegaron de nuevo.

 

¿No te esperabas que hubiera una reacción violenta contra ti?

 

No. Era un acto público y había muchos medios de comunicación. Pensé que en esas circunstancias no iban a pegarme una paliza delante de las cámaras, a la vista de todos. Imaginaba que me insultarían y tal vez quisieran empujarme fuera de allí, pero no imaginé que me iban tirar al suelo y a pegar patadas. 

 

¿Cuando intervino la policÍa? 

Pues la policía estaba allí, muy cerca. Tengo la sensación de que primero esperaron un poco a que me dieran una buena ración antes de intervenir. Cuando por fin se acercaron, me apartaron de forma salvaje, y me pidieron la documentación. Al ver que era rumano, me dijeron «ésta es una fiesta nacional que se celebra todos los años, no vengas aquí a molestar». Yo les dije que si esta celebración se hiciera en Alemania, todos irían a la cárcel. «Esto no es Alemania, esto es España», me dijeron.

 

¿Has tomado algunas medidas después de lo sucedido?

 

Claro, después de la agresión acudí a urgencias, al hospital. El médico denunció el parte de lesiones al juzgado. He hablado también con la Brigada de Información de la policía. Me han pedido el video, las imágenes… voy a denunciar a este grupo de nazis porque es una vergüenza que actúen con impunidad y hay que llevarlos a los tribunales. Cualquier juez con sentido común que vea esa brutal agresión los va a condenar. 

 

Y también me he quejado a la Brigada de Información del trato xenófobo de la policía, que por cierto no se molestó en identificar a los agresores, sino a apartarme a mi de mala manera. Cuando se lo expliqué, la chica de la Brigada de Información me dijo, intentando justificarles, que los policías «habían pasado una mala racha». Es una vergüenza.
Tengo la sensación de que se han puesto en contacto conmigo por miedo a la repercusión que esto puede tener en las redes sociales cuando yo empiezo a denunciarlo, por miedo a que se diga que ellos no hacen nada… 

 

¿Qué le dirías a toda esa gente que te dice «vete a tu país»? 

 

Yo decidí hace doce años venir de Rumanía, y ahora este es mi país. Aquí he puesto mis raíces y he trabajado. He sido profesor en 24 centros educativos, he trabajado como traductor para los juzgados y para la policía. Este argumento  de «vete a tu país» me parece completamente desfasado en un mundo global en el que existe encuentro y mezcla de culturas. Me parece un argumento no sólo racista, sino pueril. Este es mi país y siento, como cualquier español, que este lugar es mío y que debo sembrar justicia. 

 

¿Crees que el franquismo aún está vivo en España? 

 

Sí, está muy vivo. Aquí no ha habido una verdadera transición, ha habido una continuación, una falsa democracia. Una democracia franquista, porque los que están en el poder son los mismos, son los cachorros del franquismo. Hay ejemplos clarísimos. Fraga fue un ministro franquista que estuvo activo en la política gallega hasta la década pasada, como Presidente de la Xunta de Galicia, y Alberto Núñez Feijoo fue su Consejero y Vicepresidente. Hoy Feijoo es el presidente de la Xunta. Se nos hace creer que el franquismo a terminado, pero no ha hecho más que continuar. Yo echo de menos una izquierda combativa que condene de verdad a este franquismo. Somos la vergüenza de Europa.

 

¿Y el próximo 20 de Noviembre…? 

 

Allí estaré de nuevo. Allí donde se manifiesten los nazis, allí estaré yo para decirles que esto se ha acabado. Que queremos democracia y que basta de nostalgia por un dictador criminal como Franco. 

 

Y siendo realistas, ¿qué crees que va a pasar con la ultraderecha en Europa? Parece que están ganando fuerza en algunos países…

 

Sí, es muy preocupante. Yo creo que las últimas generaciones de políticos se han encargado de derechizar el pensamiento de la población. ¡Yo he encontrado gente ‘de izquierdas’ con pensamiento de derechas! Y eso es muy preocupante. Lo que pasa es que los políticos se han encargado, desde su estamento, de inculcarnos el miedo al comunismo, al terrorismo… todo ese argumentario neoliberal que está siendo incluso asumido por la propia gente de izquierdas, que está perdiendo la identidad. Hace falta una izquierda con identidad clara. Si no hay una reacción, en unos años volveremos a conocer tiempos oscuros en este mundo. Y todos seremos culpables, porque lo habremos consentido. Por eso hay que luchar. Luchar hoy, no mañana. 

 

(RT)

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