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El recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ya ha dejado ver cómo manejará las relaciones exteriores desde su gobierno, que empezará su período el próximo mes de enero 2017.

El mundo ha mirado con justa preocupación cómo, desde su campaña electoral, Trump se ha afincado en la «renegociación» de los negocios con China, por ejemplo. 

El país asiático está alerta desde entonces, y más aún después que Trump dijera en una entrevista a Fox News que su intención en presionar a China con la amenaza de una relación oficial con Taiwán. ¡Esa es toda la «renegociación»!

El conflicto que esto representa es el siguiente: el gobierno de China se encuentra en Pekín desde los años 70 y aglomera a Macao, Hong Kong, Taiwán y China occidental. Esta política asociativa es llamada «Una sola China». Sin embargo, Taiwán se considera a sí mismo una nación independiente y soberana, con derecho a rechazar relaciones diplomáticas con países que no la reconozcan como tal. 

Estados Unidos, desde el gobierno de Richard Nixon a finales de los 70, ha mantenido relaciones diplomáticas con el gobierno de China (el que se encuentra en Pekín) y no con Taiwán directamente. Al parecer, este es el revés que quiere dar Trump para «torcer el brazo» de la potencia asiática. 

A través de su cuenta en la red social Twitter, Trump admitió en diciembre (luego de haber resultado electo) que ha mantenido canales de comunicación «extraoficiales» -como parece ser su costumbre-  con el presidente de Taiwán, Tsai Ing-wen, violando lo protocolos que mantenía el país del norte en ese respecto desde Nixon. 

 

Entonces lo que generó Trump con una interacción en Twitter fue la consideración de una intervención militar en Taiwán por parte de China, para evitar las presiones que pueda ejercer el futuro gobierno de EE.UU. con el reconocimiento oficial de Taiwán. 

No obstante, Trump indicó que EE.UU. «no necesariamente» tiene que reconocer la política asiática de «Una sola China» y así, hizo crecer las tensiones EE.UU-gobierno de Pekín y gobierno de Pekín-Taiwán. 

Más recientemente, la armada china se apoderó de un dron que sobrevolaba las aguas del mar del Sur de China. Una vez devuelto, El Pentágono se pronunció, diciendo que el incidente es “inconsistente con las leyes internacionales y el profesionalismo que espera entre las armadas”, a pesar de que el gobierno chino describió la resolución como “una negociación amistosa”. 

Tras el altercado entre las armadas, Trump dijo a China en un acto de abierta provocación que se «quedaran con el dron». 

Algunos analistas han reconocido en Trump, tomando el caso de su énfasis en China, la actitud que tomara el presidente Richard Nixon en su momento para tratar las políticas del Bloque Comunista y que trascendió como «la teoría del loco». 

“La llamo la teoría del loco. Quiero que los norvietnamitas crean que he llegado a un punto en el que haría cualquier cosa con tal de que la guerra llegue a su fin. Simplemente haremos llegar a sus oídos algo como ‘Por dios, ya sabes la obsesión que Nixon tiene con el comunismo. No podemos controlarlo cuando está furioso, y en estos momentos tiene su dedo sobre el botón nuclear’ y el mismísimo Ho Chi Minh se presentará personalmente en París rogando por la paz”, explicaría Nixon en su momento. 

 

Varios medios de comunicación estadounidense han sugerido que esa es al estrategia de Trump para lidiar con sus oponentes en el mundo: hacer creer que está loco y que es capaz de cualquier cosa, a través de acciones como la de Nixon cuando lanzó una alerta de guerra inminente en el ejército estadounidense sin que la ciudadanía lo supiera y puso bombarderos con armas termonucleares a volar cerca de las fronteras soviéticas por tres días consecutivos.

 

Ante las circunstancias anteriormente descritas, juzgue usted mismo. 

 

(LaIguana.TV)

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