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Migdely Rondón salió hace año y medio a escondidas por Maiquetía, con su hijo. Su destino: Argentina, país donde el 28 de junio de 2013 contrajo matrimonio con Ginyveth Soto Quintana y, donde nació Salvador Gabriel Soto Rondón, el 28 de agosto de 2014. 

 

En el cono sur, la mujer, psicólogo de profesión, buscó refugio a la pesadilla que vivía en Venezuela desde el 13 de diciembre de 2014, cuando fue asesinada en las calles de Caracas “Giny”, su esposa, luego que un sujeto le disparara para robarle el carro que le servía de taxi.

 

En menos de un año, Rondón pasó de ser la única madre reconocida en el país del pequeño Salvador, a ser un simple vientre de alquiler, de acuerdo con las últimas intenciones legales emprendidas por la familia de su fallecida pareja. Luego de ignorar su vínculo sentimental y legal con Soto, la familia de la Ginyveth intentó quitarle el niño, alegando que era un vientre subrogado, y no su madre por decisión. 

 

“Esto ha sido un infierno, venirme a escondidas. No pongo fotos de mi hijo en las redes, me siento constantemente acosada. Es muy difícil vivir así, creyendo que te van a quitar a tu hijo todo el tiempo. Antes de que saliera la sentencia habían personas que decían tú no eres su mamá. La ley educa, ahora muchas personas que no estaban ganadas a mi causa han cambiado de parecer. Me han escrito, me dicen que tenía razón, que fue un procedimiento injusto”, afirma la mujer, responsable de una inédita e histórica decisión que favorece a las personas sexo diversas del país.

 

Después de dos años Migdely respira un poco de paz. El pasado 14 de diciembre la Sala Constitucional, del Tribunal Supremo de Justicia, declaró que su hijo tiene el derecho al reconocimiento de la doble maternidad y todos los derechos que de ello se derivan. En la histórica decisión se admite que las familias homoparentales (formadas por parejas de gays o lesbianas) están amparadas por la legislación nacional, al igual que los miembros de las familias tradicionales, o sea heterosexuales. 

 

La tragedia vivida por Rondón es producto del no reconocimiento de su matrimonio en Argentina, de la no aceptación de la segunda madre de Salvador, por el registro principal de Venezuela. El apellido Soto es obviado de todo documento legal. Aquí solo se reconoce el Rondón, por ser el apellido de la mujer que lo gestó, a pesar que el óvulo que fue fecundado —mediante un procedimiento in vitro— fue el de Ginyveth Soto, para que “las dos fuéramos madres”, explica su viuda. 

 

Con la sentencia llega alivio, un poco de claridad al final del túnel que esta activista comenzó a recorrer desde su matrimonio con Giny. Las dos mujeres estaban, vinculadas con la causa de la comunidad Lgbti, integraban la organización Venezuela Igualitaria, grupo que ha acompañado el proceso legal desde el primer momento que Migdely y Ginyveth regresaron al país con el pequeño de meses en brazos.

 

Apenas llegaron de Argentina comenzaron los procedimientos legales para que los derechos, tanto de Salvador como de Ginybeth, fueran reconocidos. En dos años han sido múltiples las reuniones sostenidas tanto en el registro principal de Caracas como en el Concejo Nacional Electoral, la Defensoría del Pueblo, sin contar las dependencias legales como el Ministerio Público y los tribunales competentes de la materia. 

 

“En esas conversaciones siempre salió el tono homofóbico de los funcionarios, alegaban que el Estado y Venezuela no estaban preparados para estas decisiones, que había que legislar sobre eso. A lo que siempre contestábamos que nosotros no podíamos seguir esperando que la sociedad estuviese preparada para incluirnos, que tenían que reconocernos. Pero cuando Giny fallece ya la petición, que era una necesidad, se hace aún más una necesidad. ¿Sabrá Dios cuántos casos como el nuestro han quedado en el anonimato en Venezuela?”, se lamenta la mujer. 

 

Para el momento que Soto es asesinada, la pareja y su hijo vivían en un apartamento ubicado en Plaza Venezuela, Caracas, propiedad de Ginybeth. Después de la muerte de la también psicóloga, Rondón y Salvador perdieron derechos sobre esta propiedad, como también sobre el carro que poseía la víctima. Hoy, esperan por las formalidades de rigor para oficializar al niño como único y universal heredero de su madre, como dicta la legislación nacional. 

 

“Con esta decisión se reivindican los derechos de mi hijo, desde los bienes que dejó su madre hasta la manutención que le debe otorgar el Seguro Social hasta que cumpla los 18 años”, explica Rondón, quien ya acudió ante el Consulado de Argentina para formalizar el registro de Salvador con los dos apellidos de sus mamás. 

 

Sin embargo, aún debe esperar, porque —según le explicaron— en su caso procede es una enmienda al acta de nacimiento, ya que el niño estaba registrado en Venezuela con solo el apellido Rondón, y nunca se han visto en la obligación de realizar un procedimiento de este tipo, por lo cual la instancia espera las instrucciones de Caracas. 

 

Para los activistas, la sentencia del máximo tribunal del país significa un gran avance en materia de sexo diversidad, al reconocer al cabeza de familia y brindar protección a sus hijos. Explican que para alcanzar este reconocimiento basta con solo demostrar el vínculo procreacional y, en el país ya se dictó jurisprudencia en este sentido en el 2009, afirma Giovanni Piermattei, representante de Venezuela Igualitaria.

 

“El artículo 75 de la Constitución nos reconoce como jefes de familia a los miembros de las parejas homoparentales. Al hacer este reconocimiento, además de decir que tanto los padres como los hijos tienen los mismos derechos y garantías que las familias tradicionales, pueden ir con sus copias de las sentencias a registrar a sus hijos” explica. 

 

Agrega que debería ser un procedimiento sencillo, pero reconoce que son procesos lentos, novedosos, además de la homofobia que existe dentro de las instituciones. Afirma que este reconocimiento ampara solo a las familias con vínculos genéticos, ya sea a través de procesos de ovodonación, procedimientos in vitro, donación de esperma por parte de uno de los padres, donde se demuestre la voluntad procreacional.

 

Al dársele el carácter de “mero derecho” a la sentencia ésta no debería abarcar solamente a Migdely Rondón, sino a todos los casos de cabezas de familia homoparentales —según comenta Piermattei—; sin embargo, en los próximos días se solicitará una ampliación de la decisión para determinar el alcance de la misma. Por lo pronto, celebran el triunfo de Rondón, que al mismo tiempo es de ellos, porque los pone “a las puertas del matrimonio igualitario”. 

 

Mientras tanto, Migdely celebra el triunfo de Ginyveth, su reconocimiento como mamá, la victoria de su hijo Salvador de portar los apellidos de las dos mujeres que decidieron tenerlo para hacerlo el centro de sus vidas. 

 

“Me siento súper feliz, ni me lo imaginaba. Es un paso enorme que se nos haya reconocido como familia. Las personas ven es al gay, a la lesbiana y no nos ven como integrantes de la sociedad, tenemos hijos, familias, es sumamente importante”, afirma Rondón, mientras Salvador le reclama un poco de atención y un cuaderno para jugar.

 

(Panorama)

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