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Ezequiel Zamora arriba esta semana a su bicentenario y, gracias a la poderosa influencia del comandante Hugo Chávez, su figura histórica ha salido de los oscuros rincones donde se encontraba antes de los cambios políticos que comenzaron a gestarse en 1992. Como aporte a la comprensión de este personaje y de la guerra Federal, La Iguana.TV conversó con la historiadora falconiana Rosanna Álvarez, quien considera que Zamora debe verse en su justa dimensión: un venezolano que sufrió (y vio a otros sufrir) por las promesas incumplidas después de la Independencia y de la desarticulación de la Gran Colombia.

 

Álvarez (Punto Fijo, 1980), es licenciada en Historia, egresada de la Universidad Central de Venezuela y actualmente se desempeña como coordinadora de Estrategia de la Fundación Cinemateca Nacional. En esta entrevista con el periodista Clodovaldo Hernández, Álvarez expresó sus puntos de vista a título estrictamente personal:

 

-Se acusa a la Revolución Bolivariana de haber ideologizado el proceso de la guerra Federal, al asimilarlo a categorías marxistas como la del campesinado y la lucha de clases. En su rol de investigadora, ¿qué opina de esas críticas?

 

-La historiografía tiene varios métodos de abordaje: el marxismo es uno de ellos. El análisis y estudio documental contemporáneo más completo de este proceso venezolano es hecho por un historiador cuya corriente historiográfica es la marxista, Federico Brito Figueroa y su extraordinario trabajo titulado Tiempo de Ezequiel Zamora, publicado en 1974.

 

-Algo similar se señala en cuanto a la figura de Ezequiel Zamora, a quien se dibuja a menudo como un campesino, un sin tierra, cuando en realidad, dicen los críticos, era un pequeño productor agrícola y comerciante. ¿Quién era, en verdad, Zamora?

 

-Zamora era un comerciante, vendedor de ganado en los llanos venezolanos y luego dueño de una pulpería en Villa de Cura (Aragua), pero no era un hacendado ni un terrateniente, cosa que lo ubica en un estrato intermedio y con una relación directa con campesinos, esclavizados y desposeídos. El acercamiento que se le hace a las masas y a las causas populares obedece a una razón simple: Zamora era un hombre de pueblo, de a pie. Vivió su niñez hacia el final de la guerra de Independencia. Nació en Cúa, el 1 de febrero de 1817 y  para 1830, año en que se disuelve el proyecto bolivariano de la Gran Colombia, contaba con 13 años lo que quiere decir que fue testigo de la conformación de una república erigida a espaldas de las promesas hechas durante aquella guerra sangrienta; eso lo convirtió en un hombre crítico del sistema político y social que no había cambiado y que seguía plagado de practicas dañinas como el latifundio y la esclavitud. Zamora tuvo un acercamiento a la literatura política de la época. Se dice que se había leído el Manifiesto Comunista (1848) pero lo que realmente consumía Zamora era material relacionado con el pensamiento liberal publicado en el recién salido periódico El Venezolano, que era la vanguardia, la alternativa del momento. Sin embargo, lejos de idealizar a este personaje es importante comprender que al ser un hombre de pueblo, suspicaz e inteligente, observó críticamente lo que ocurría y con razonamientos muy sencillos y reales, tales como “tierra y hombres libres”, logró capitalizar en la gente un descontento de vieja data. Claro que para la época aquella sentencia era un escándalo, pero lo que quiero decir es que Zamora no era ningún ideólogo o preclaro líder político, era un hombre de pueblo, con ese conocimiento propio de alguien que vive y padece diariamente los desaires de un sistema injusto.

 

-Uno de los aspectos más interesantes de la vida de Zamora son los años previos a la guerra Federal, cuando él entra en acción armada y participa en diversos alzamientos. ¿Qué importancia tuvo esa etapa en su desempeño posterior?

 

-Te voy a echar un cuento largo pero necesario. Cuando nace la república en 1830 se configura una nueva clase dirigente y se abre el paso a dos nuevos bandos: los conservadores  y los liberales. Pero hay algo muy importante que va a detonar las principales conmociones de este momento; la tierra: el régimen de tenencia de tierra no había cambiado con la revolución de independencia, entonces ahora personajes como José Antonio Páez y otros generales crecidos durante aquella guerra, compran tierras a precios de gallina flaca, descendientes de españoles con títulos nobiliarios se hacen de otra cantidad de tierras baldías, generando un sistema latifundista enorme y robusto. Y por otro lado están los comerciantes monopolistas usureros. El panorama en este ultimo caso es el siguiente: pequeños comerciantes, agricultores se vieron amenazados por dos leyes promulgadas durante el año 1834, leyes que prácticamente promovían y protegían el monopolio comercial y que fueron mermando la capacidad de los pequeños productores: la Ley del 10 de abril y la Ley de Espera y Quita. Ambas leyes dieron paso a una oprobiosa práctica basada en prestamos con intereses que se convertían en usura y terminaban en la multiplicación casi infinita de la deuda, y por otro lado el remate de propiedades, arruinando a todo aquel que pretendiera iniciar un pequeño negocio con la “ayuda” de estos prestamistas vampiros. Fermín Toro recoge este panorama casi íntegramente en sus Reflexiones sobre la Ley del 10 de abril de 1834. Hay que recordar que esta república nacida en el 30 tenía entre sus objetivos construir una republica de notables, de gente de plata y educada, productiva, “decente”, ni los campesinos, ni los “pata en el suelo” estaban contemplados en este proyecto. No quiero decir con esto que sea algo malo, sino que simplemente no eran parte del pensamiento de la época, eso es importante comprenderlo. El  objetivo final estaba orientado a insertar a Venezuela en una dinámica mundial de economía capitalista, eso definió todo nuestro siglo XIX hasta llegar a su concreción en el siglo XX con el petróleo. Este apretadísimo cuento sirve para explicar que Zamora, al igual que gran parte del pueblo común,  estaba en medio de este huracán de restos que dejó la guerra de Independencia. Pocas o ninguna promesa cumplida y mucha destrucción; una clase militar, política y económica confabulada para sus propios intereses pero que después empieza a chocar dando origen a los dos partidos que te comentaba al principio. En este contexto,  Zamora tiene una pulpería a la que, se dice, iba la gente a comprar víveres pero también a hablar de política. Desde 1840, Zamora influenciado por los textos liberales que circulan en el diario El Venezolano, inicia un trabajo político activo: organiza reuniones, reparte propaganda, la insignia amarilla –color de los liberales- presentando lo que se iba a conocer como el programa de la sociedad liberal y como dije antes, constituido por ideas muy sencillas pero profundamente revolucionarias: tierra, hombres libres, elecciones y horror a la oligarquía. La participación de Zamora en las guerrillas del 46 tiene su origen en todo este contexto y su participación se da a causa de los levantamientos de negros esclavizados en la zona de los Llanos y en los Valles de Aragua, la tensión social era muy alta y habían llegado todas esas “ideas zamoranas” a estos sectores. Los esclavizados, victimas más bien de la ley de manumisión, negros enrochelados e indígenas inician una insurrección espontánea. Se armó el lío el 1 de septiembre de 1846.  Fue una oportunidad que no perdió, a fin de cuentas todo esto era producto de un ambiente insostenible que debía drenarse.  Aprovechando este episodio espontáneo arma al famoso Ejército del Pueblo Soberano.  Su intención fue conducir a este montón de gente para darle cuerpo al levantamiento, que trascendiera a los machetazos y que fuera realmente una insurrección armada decidida a lograr los objetivos, organizada y orientada.

 

-Todos los que han estudiado su trayectoria, resaltan que Zamora, sin ser propiamente un militar de carrera, demostró un gran talento para la estrategia y la táctica de combate, especialmente en la batalla de Santa Inés. ¿Se sabe cómo logró esa formación?

 

-La gran ventaja de Zamora sobre el ejército oficial fue el hecho de estar acompañado por campesinos y negros que, al igual que él, se conocían todo el llano, todas las zonas verdes y caminos intrincados, y yo me atrevería a decir que ese fue el motivo por el cual se vuelve un estratega militar exitoso. Creo que la combinación entre el conocimiento del territorio, la relación con los campesinos, la fuerza de voluntad y convicción sobre la causa que defendía, y el carácter recio de su personalidad le dieron el perfil para que aun si ser un militar de formación, pudiera armar aquel ejército de hombres rudos. Claro que son suposiciones.

 

-Sin duda, uno de los aspectos más polémicos de Zamora es su muerte. Muchos testimonios indican que el disparo que lo mató salió de filas federales. ¿Cuáles son las tesis históricas más sólidas al respecto?

 

-Efectivamente, se dice que la bala vino del bando federal, incluso se llega a afirmar que fue una componenda entre Juan Crisóstomo Falcón y otros; además también se involucra a Antonio Guzmán Blanco. Sería un interesante tema de investigación. Aún no se tiene una versión sólida de este hecho, quizá jamás se tenga.

 

-Zamora fue parcialmente borrado de la historia y, en muchos casos, satanizado o ridiculizado. Con todo lo que hizo el comandante Chávez y lo que se ha continuado haciendo por rescatar su figura histórica, ¿está rehabilitado ahora que arriba a su bicentenario?

 

-Sin duda la figura de Ezequiel Zamora hoy tiene una presencia política fuerte. El árbol de las tres raíces y el sistema EBR (Ezequiel, Bolívar y Robinson) propuesto por el comandante Chávez en su trabajo titulado El Libro Azul, publicado en 2007, da cuenta de ello. De ese libro se desprenden muchas orientaciones que sirven a la construcción de este proyecto histórico llamado Revolución Bolivariana.  

 

-Como joven historiadora, ¿cómo cree que se trata a Zamora y a la guerra Federal en las escuelas universitarias de la especialidad? ¿Y en los programas de historia contemporánea de Educación Media? ¿Qué cambiaría, si estuviera en sus manos?

 

En las escuelas de Historia de nuestras universidades uno no estudia personajes. El proceso de la guerra federal es visto muy superficialmente porque no se aborda el acontecimiento sino los contextos y procesos que dieron pie a ese hecho. Me parece que dinamizar la forma en la que se da la Historia puede ayudar a vencer la resistencia natural que tienen los jóvenes hacia esta asignatura. Películas, visitas a museo, visita de historiadores invitados a las clases y sobre todo, la relación de la historia con el presente para su mejor comprensión.

 

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(Clodovaldo Hernández)