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Teresa Sosa es una feminista asentada en eso que el presidente Nicolás Maduro llama “las catacumbas del pueblo”. Reside en una zona popular de Trujillo, la capital del estado andino del mismo nombre. Y desde allí ha esparcido la semilla del movimiento de defensa de los derechos de la mujer, con su prédica y su ejemplo, y publicando por muchos años una página semanal en la prensa regional, bajo el título Palabra de mujer.

 

Ella dice que ser feminista es parte de su identidad y lo demuestra al expresar, con vehemencia, los argumentos para trabajar sistemáticamente por el reconocimiento de esa mitad de las personas del mundo. “La reproducción de la especie humana está a cargo de la hembra. El útero de las mujeres es el que ha poblado el planeta Tierra  En las comunidades prehistóricas existían diosas y no dioses, de lo que hay registro en restos arqueológicos”, expresa.

 

Sosa añade que milenios de cultura patriarcal han ubicado a la mujer en una posición de minusvalía, pero ese objetivo no se ha logrado completamente. “Ni siquiera Jesucristo ha podido sustituir la veneración mundial católica hacia su madre, María, reina y madre en la Iglesia Católica. Recordemos ahora el Ave María, cuando expresa: ‘Dios te salve María, llena eres de gracia y bendito sea el fruto de tu vientre Jesús’”.  

 

Su trayectoria como luchadora por las reivindicaciones de género comenzó hace más de 30 años, en la Liga Feminista de Maracaibo, una organización creada por iniciativa de la profesora Gloria Comesaña Santalices, en los pasillos de la Escuela de Filosofía de la Universidad del Zulia.

 

Sosa accedió a conversar con La Iguana.TV a propósito de la celebración, esta semana, del Día Internacional de la Mujer. A continuación, una versión del diálogo que sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-¿Qué peso simbólico tiene para las reivindicaciones de las mujeres venezolanas el traslado al Panteón Nacional de las negras Matea e Hipólita y de la indígena Apacuana?

 

-Desde mi punto de vista, estos tres entierros simbólicos, para los sectores gubernamentales que se encargan en estos últimos tiempos de organizar los actos del Día Internacional de la Mujer, es solo una forma de continuar en su tarea de visibilizar, con sus nombres sobre una lápida en el Panteón Nacional, en Caracas,  a mujeres consideradas hoy día heroínas de un pasado remoto de siglos. En este caso, las esclavas negras Hipólita y Matea, a quienes Bolívar evoca en algunos de sus textos, con amor entrañable, por haberlo amamantado  y dedicarse a su cuido cuando era un niño. Este 8 de Marzo también llega al Panteón Nacional de manera simbólica la jefa  indígena  Apecuana, de quien  hace mención en su obra  de literatura fundacional venezolana  el escritor venezolano César Rengifo. Él escribe que Apecuana se enfrentó de forma aguerrida a los soldados del imperio español.

 

-Más allá de los acontecimientos simbólicos, ¿qué se ha logrado en los años recientes, en términos reales y prácticos, en este campo?

 

-La presencia masiva de las mujeres en el escenario público cotidiano es un hecho notorio a través de los medios de comunicación, ahora, hay que pasar de la presencia a la palabra de las mujeres, yo observo que en este sentido ellas aplauden, repiten consignas de  los partidos políticos. Muy pocas mujeres en el gabinete presidencial, muy pocas mujeres ministras. No hay mención desde su existencia de mujeres.

 

Chávez, el agradecido nieto de Rosa Inés

Teresa Sosa reconoce al presidente Hugo Chávez, pero más que por sus contribuciones a las luchas de la mujer (hay que recordar que él se declaró feminista), por su gratitud de nieto. “Del presidente Chávez nos queda el recuerdo de su evocación casi permanente, en sus alocuciones, de la presencia en su vida de su abuela paterna, Rosa Inés Chávez, quien lo crió y lo cuidó. En portarretrato, la fotografía de su abuela siempre ahí, en su despacho presidencial, era un testimonio de su agradecimiento por el cuido que le dispensó. Y todos podíamos verla, a través de los medios de comunicación”.

 

-Con la autoridad que le otorga su trayectoria como feminista, ¿cuál diría usted que es el mayor avance alcanzado hasta ahora por las mujeres venezolanas en sus luchas? ¿Cuál es, por otro lado, la deuda pendiente más notoria, el aspecto en el que menos se ha progresado?

 

-En Venezuela como en el resto del mundo las conquistas de las mujeres han sido producto de nuestras luchas, juntas, nadie nos ha regalado nada. La organización desde nuestro género mujer ha sido fundamental. En nuestro país ha sido una muy larga lucha que ha quedado en estos tiempos no nombrada, no mencionada, porque las mujeres ahora son opositoras o chavistas. El patriarcado las ha  atrapado.

 

-El tratamiento que dan los medios de comunicación a los temas clave del género femenino ¿ha avanzado al mismo paso que los logros legales e institucionales, o  son un factor retrógrado?

 

-Los medios de comunicación y sus productos en general, en la sociedad patriarcal mundial en que vivimos, cumplen con el mandato de reproducir ese orden patriarcal, que es simbólico, que no se ve. Si tú, como periodista varón, te atrevieras a quitarle la careta  a ese orden, lo más seguro es que caerías en el desprestigio, el orden patriarcal se preguntaría ¿qué será lo que le está pasando a este hombre ahora?

 

-Todos los estudios indican que las mujeres han tenido que llevar la mayor parte de la carga de la crisis de desabastecimiento y altos precios que hemos sufrido en los últimos tres años. ¿Está de acuerdo?

 

-Yo vivo en la ciudad de Trujillo desde hace muchos años. El estado Trujillo está entre los más pobres del país. La capital del estado Trujillo es una ciudad pequeña en donde te topas con la pobreza por todos lados. Sigue siendo igualita desde que yo llegué hace más de 30 años. Soy una mujer de a pie y usuaria de busetas,  aunque cada día hay menos porque la crisis las desincorporó y se volvieron chatarra. El sector donde vivo es atendido por las bolsas negras de los CLAP, desconozco cómo funciona. Sólo sé que una vecina me avisa “Tere, guarde platica porque el sábado viene la bolsa”. La bolsa me llega cada dos semanas o tres. Me he enterado por vecinas y amigas que no todos los hogares de Trujillo capital reciben las bolsas. Lo mismo sucede con mi familia que vive en el Estado Vargas, en Catia la Mar, en la urbanización Playa Grande, residencias Palmilla, dos torres antiguas que tienen más 50 años de haber sido construidas, donde viven más de 100 familias de clase media. En una casa vecina, de al lado, que fue una de las residencias de Pérez Jiménez, vive el gobernador (Jorge) García Carneiro.  Al frente del Palmilla hay un desarrollo habitacional de la Misión Vivienda que sí recibe las bolsas. Gestiones y más gestiones, y ni una bolsa para esta gente del Palmilla.

 

-Los más pesimistas dicen que la mujer ha tenido que triplicar su jornada (trabajo formal, labores del hogar y cola para comprar) y ha quedado sin tiempo libre; los optimistas señalan que se ha reforzado la tendencia participativa de la mujer, lo que puede observarse en los CLAP. ¿Usted, cómo aprecia este fenómeno?

 

-La jornada de trabajo de las mujeres en Trujillo es infinita, por el desabastecimiento y la pobreza. En las busetas oigo a la gente decir que en el hospital y en el Seguro Social “ahora sí es verdad que no hay nada”. Eso es lo que está pasando en Venezuela con sus mujeres en general, de cuyos vientres se  ha venido poblando nuestro país. Esta crisis que vivimos está socavando día por día nuestra existencia humana.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])