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Viene la Ley de o corres o te encaramas: berrinche opositor e imperial a la vista.– Todavía no se sabe cómo se va a denominar. Seguramente tendrá un nombre muy jurídico, pero bien podríamos llamarla la Ley de o corres o te encaramas. El instrumento jurídico que ha anunciado el presidente Nicolás Maduro, y que seguramente será discutido en breve por la Asamblea Nacional, promete ser el epicentro de uno de los grandes debates políticos del año y es fácil presagiar que desatará la furia en el imperio y sus alrededores.

 

¿En qué va a consistir esta ley? Bueno, tomando como base lo poco que el propio jefe de Estado ha dejado colar, será una normativa para evitar que los factores políticos jueguen simultáneamente en el escenario electoral y en las vías inconstitucionales. Se entiende que quienes hayan participado en acciones conspirativas no podrá luego presentarse a elecciones asumiendo poses de conspicuos demócratas.

 

Se trata de una ley correctiva, es decir, destinada a subsanar un comportamiento anómalo que se ha venido observando en la Venezuela bolivariana. Ese comportamiento podría llegar a ser algo gracioso, pero no lo es porque ha causado muchas muertes, sufrimientos y daños económicos. La cosa es más o menos así: ciertos sectores de la oposición (toda ella, según los chavistas más radicales) se pasan la vida tramando asechanzas para derrocar al gobierno, anotándose en toda suerte de complots, calentamientos de orejas castrenses, importación masiva de paracos, sabotajes petroleros y eléctricos, patrocinio de guarimbas y planificación de atentados; y luego, cuando vienen unas elecciones, aparecen con sus caras bien lavadas y se inscriben como candidatos, cual si nunca hubiesen roto un plato. Si ganan, asumen sus cargos con toda solemnidad y reivindican su origen democrático. Si pierden, desconocen la victoria de quien haya ganado y, de inmediato, vuelven a las andanzas violentas.

 

La ley que se supone será considerada y aprobada en estos días se propone establecer reglas de juego claras: quien quiera competir en las elecciones tendrá todas las garantías para hacerlo, pero si ha estado jugando al golpe de Estado, al desconocimiento del orden jurídico, a la violencia callejera, no podrá pasar el suiche así, como si nada, y salir a hacer campaña.

 

Por supuesto que una vez que el proyecto aparezca públicamente, la oposición doblecara armará uno de sus tradicionales berrinches y, de inmediato, se desatará una campaña mundial en contra de la ley. El gobierno de Estados Unidos será el primero en catalogarla como una violación a las normas democráticas, aunque allá mismo es impensable que alguien luche simultáneamente en el campo de la política legal y en el de la violencia contra las instituciones. Lo mismo ocurrirá con España y otras de las naciones injerencistas y metiches que tienen a Venezuela como una de sus obsesiones más enfermizas. Por supuesto que en ninguno de esos países se permite tampoco el doble juego (quien lo dude, que lea, solo como botón de muestra, la historia del partido vasco Herri Batasuna, ilegalizado en 2003). Será otra gran batalla contra las fuerzas hegemónicas del capitalismo y sus acorazados mediáticos. Está avisado.

 

(Por Clodovaldo Hernández [email protected])