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Es imposible ver a Maripili Hernández y no evocar al comandante Hugo Chávez, sobre todo las escenas de la que fue su última campaña, la de 2012, cuando ella solía aparecer al lado del líder bolivariano en la plataforma de un camión que recorrió buena parte del país. Esa cercanía con Chávez le otorga a sus opiniones un peso muy especial, en particular cuando discrepan de las acciones del gobierno de Nicolás Maduro.

 

Hernández, ex ministra de la Juventud, ex presidenta de Venezolana de Televisión y (¿será también ex?) dirigente nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela, conversó con Contrapunto acerca de dos de esas recientes discrepancias: las elecciones regionales y el control de cambio.

 

Del mismo modo, el torbellino de acontecimientos de la semana obligó a la experimentada periodista a expresar sus opiniones, también controversiales, sobre las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia en torno a la Asamblea Nacional.

 

–Últimamente, sus comentarios siempre levantan polvaredas. ¿Cómo se ubica usted ante otras personas que han marcado distancia del gobierno, sobre todo después del fallecimiento del comandante Chávez?

 

–Cuando hago los planteamientos que hago no quiero levantar polvaredas ni estoy buscando protagonismo. Los hago cuando considero que se debe defender principios fundamentales de cosas que para nosotros son importantes. Entiendo que algunos compatriotas puedan molestarse, que no les gusten mis planteamientos, pero creo que no tiene ningún sentido pensar que en la Revolución existen temas tabú. La primera condición de un revolucionario verdadero es poder dar las discusiones sobre lo que sea, de cara al pueblo, sin esconderse o hacer planteamientos clandestinos. Al contrario, hacer críticas soslayadas sí sería perjudicial porque entonces sí se podría hablar de conspiración. Una de mis intenciones cuando hablo de cara a todo el mundo, es poner el tema sobre la mesa, para el debate. Eso nos lo enseñó Chávez, a debatir, a discutir, que no hay verdades absolutas, que todos podemos opinar, incluso la persona más humilde. Algunas personas me han atacado en lo personal por esa actitud, pero a estas alturas de mi vida no tengo que demostrarle a nadie mi condición de revolucionaria, entre otras razones porque nadie me la regaló, me la he ganado por el trabajo de toda una vida. Poner esos temas sobre la mesa es un derecho y, hasta cierto punto, una obligación. Uno de esos temas es la economía y otro, que es de principios, se refiere a cómo estamos llevando adelante la democracia, específicamente en materia electoral.

 

–En eso último, usted ha planteado que hay que hacer elecciones ya. ¿Cómo se diferencia ese planteamiento de los que hace la oposición?, Almagro incluido…

 

–Yo hago ese planteamiento porque lo dice la Constitución, y punto. Almagro, a mi modo de ver, no llega ni al calificativo de payaso. Decirle así es un insulto a los que ejercen esa noble profesión. Ese señor da vergüenza ajena en todos los sentidos. Presentó un informe sobre nuestro país, que no merece llamarse informe, es una serie de mentiras y acusaciones sin ningún fundamento. Yo invito a quien quiera discutir y profundizar en el tema a que lea el informe. Yo tuve que leerlo dos veces porque no me lo podía creer. Está mal escrito, no tiene ninguna clase de metodología investigativa, no respeta ninguno de los principios del derecho internacional, dice barbaridades como que en Venezuela ha habido muertes bajo torturas para obtener confesiones contra dirigentes de la oposición y no da nombres de personas ni de cuerpos de seguridad ni da fechas o lugares de los asesinatos. Es una irresponsabilidad tras otra, una cosa que sorprende porque ha podido hacer algo un poquito más maquillado. Son solo insultos y epítetos contra el país y nuestros gobernantes. Y luego termina diciendo que Venezuela está obligada a convocar elecciones generales. ¿En qué parte de la Constitución está eso? Nosotros no tenemos que hacer eso porque nos lo diga Almagro ni la OEA ni nadie, y mucho menos un señor que ha violado todas las reglas de su cargo. Yo estoy de acuerdo con quienes plantean que no se pague ni una cuota más de la OEA hasta tanto ese señor no salga de la secretaría general. Es más, nuestro gobierno debe evaluar seriamente el retiro de la OEA porque ya no tiene sentido. Hay otros organismos internacionales, creados gracias, entre otros, a Hugo Chávez, y que sí están orientados a defender los intereses latinoamericanos, como la Unasur, la CELAC, el ALBA y Petrocaribe. Cuando la OEA nació no existía ninguno de esos órganos, pero hoy sí y tienen mucha más razón de ser.

 

–¿Entonces, su planteamiento se refiere a las elecciones regionales solamente?

 

–Claro, yo no tengo ninguna coincidencia con el señor Almagro ni quiero tenerla nunca en mi vida. Lo que sí he planteado, porque está establecido en la Constitución, es las elecciones regionales, que debieron hacerse en 2016 para que los nuevos gobernadores y diputados de los Consejos Legislativos asumieran sus responsabilidades en enero de este año, cosa que no sucedió. Este es un tema de principio porque si algo nos enseñó Chávez es a consultar al pueblo para todo. Uno de los mecanismos de consulta popular son las elecciones y los verdaderos chavistas debemos reivindicar ese principio. Por eso, las elecciones regionales deben darse cuanto antes, sin mayor demora, de inmediato y sin más excusas. En esto soy contundente, no quiero adornarlo, porque es un tema de principios.

 

–¿Tiene apoyo en el chavismo esa posición?

 

–Yo les digo a los compatriotas revolucionarios que nos pongamos en el escenario contrario, que imaginemos que la cosa fuera al revés, que quienes estuviéramos en la oposición fuésemos nosotros. Si hubiese un gobierno de derecha y no se convocaran elecciones en los tiempos pautados, vamos a estar claros que ya nosotros estaríamos tirando piedras y rompiendo todas las vidrieras de este país. Y yo hubiera sido la primera en protestar…

 

–Le está dando alas a los guarimberos…

 

–Bueno, es una manera de decir que la salsa que es buena para el pavo, es buena para la pava. Si estuviera del lado opositor, estaría reclamando esas elecciones, con mucha ferocidad. Entonces, del mismo modo, debe entenderse que las elecciones no son optativas, no son cuando yo quiero, cuando me provoca, cuando me conviene, sino cuando lo dice la Constitución, y en eso no podemos tener medias tintas. Es un asunto de principios.

 

–Supongamos que, luego de concluir el proceso de validación, se imponga otro requisito para realizar las elecciones y estas sigan aplazándose. ¿Hay un punto de inflexión para chavistas como usted? ¿Un punto en el que diga “boto tierrita y no juego más”, porque se está cancelando la opción electoral?

 

–Primero, no me gusta opinar sobre cosas que no han sucedido porque es especular, hablar sobre supuestos. No obstante, quiero aclarar que las elecciones no le pertenecen al gobierno ni a la oposición ni al CNE. Son un asunto de todos los ciudadanos y de todas las ciudadanas. El CNE es solo un árbitro, no le pertenecen las elecciones, así como un partido de fútbol no es propiedad de los árbitros. Es que no le pertenece ni siquiera a los jugadores, porque hay un público que está participando. Deben concursar todos los factores y lo mismo sucede en las elecciones: son algo colectivo y todos los ciudadanos debemos defender, indistintamente de la posición política que tengan, de por quién vayan a votar o, incluso de si quieren votar o no. No creo que ofenda a la Revolución ni a ningún revolucionario porque defienda algo que está en la Constitución por la que yo voté, igual que la mayoría de los venezolanos.

 

–De acuerdo, pero ¿hasta dónde se puede llegar? ¿Hasta qué punto se puede aguantar que las elecciones se retrasen?

 

–Depende de lo que se entienda por llegar. Yo, por lo menos, no me voy a pasar a la derecha, soy indevolvible…

 

–¡Uy!, ¡cuidado se raya con esa palabra!

 

–Ja, ja, soy indevolvible, entre otras cosas porque no me van a recibir del otro lado, me van a rebotar… Yo no quiero nada con la derecha, no creo en gobiernos de derecha, no avalo formas políticas que afecten la soberanía nacional, la integridad de nuestros recursos. Creo en un gobierno de políticas populares, sociales, que le dé prioridad a los más necesitados. Es decir, creo en lo que planteó el comandante Hugo Chávez. Soy defensora acérrima del Plan de la Patria, pero eso no significa que me vaya a guardar mis criterios y opiniones. Tengo el derecho y del deber de llamar la atención sobre lo que creo que no está bien. No quiere decir que tenga la razón, tal vez esté equivocada, pero quienes así lo crean es bueno que entren en el debate.

 

–Hay quien dice que esa es la actitud de los que han quedado fuera por alguna razón…

 

–Yo no le veo sentido a discutir en términos personales, que si Maripili brincó la talanquera, que si es traidora. ¿Eso qué relevancia tendría? Si yo hubiese brincado la talanquera, qué importancia tendría eso para los intereses nacionales. Que ataquen con argumentos, no a mí en lo personal, porque eso es una pérdida de tiempo.

 

–Pero usted es líder de un sector de la sociedad ¿cierto?

 

–Pienso que el trabajo y la lucha de muchos años gana la credibilidad de algunas personas. En particular no estoy en posición de buscar protagonismo, no es mi estilo. Además, no aspiro ni siquiera a presidir una junta parroquial. Uno tiene que defender principios, no promoverse uno. Eso no le aporta nada a nadie.

 

Hipocresía política y mediática

 

La conversación con Maripili Hernández se realizó horas antes de que se conocieran las sentencias del Tribunal Supremo de Justicia sobre la inmunidad parlamentaria y las funciones de la Asamblea Nacional. Fue necesaria una extensión de la entrevista, por vía telefónica, para tocar el punto. Al respecto, comentó: “Observo una gran hipocresía política y comunicacional, pues el 9 de enero pasado, la Asamblea Nacional tomó una decisión en la cual desconocía al presidente Maduro. Esa decisión fue votada por todos los diputados opositores, con la honrosa excepción de los tres diputados del partido de Henri Falcón. Se dijo que el presidente había abandonado su cargo, cuando era un hecho público y comunicacional que eso era falso. La decisión decía que Maduro había cesado en sus funciones y que, ante la falta absoluta del presidente de la República, se convocaba a elecciones presidenciales en el plazo de un mes. En ese momento no vimos a ninguno de los países de la OEA convocar a sus embajadores a consulta porque se había dado un golpe de Estado en Venezuela”.

 

Según Hernández, el TSJ ha asumido parte de las funciones de la AN porque esta se encuentra en desacato y la República necesita urgentemente aprobar varios convenios internacionales y asociaciones con entes extranjeros, de acuerdo a lo establecido en la Ley de Hidrocarburos. “La República no puede detenerse porque la AN se encuentre en una situación irregular. Esta es la principal razón de la medida que tomó el TSJ. No es cierto que haya disuelto a la AN, ni ha convocado elecciones para diputados y diputadas, como se dice en las alharacas de los medios”.

 

Añadió que salir de la situación de desacato y retomar sus funciones sería muy sencillo para la mayoría de la AN, pero los diputados opositores no están dispuestos a hacerlo «porque perderían la bandera que les permite victimizarse y les brinda la excusa para no trabajar y para acusar a Maduro de todas las incompetencias», dice.

 

Con respecto a la posición fijada por la fiscal Luisa Ortega Díaz, quien calificó las decisiones del TSJ como una ruptura del orden constitucional, Hernández expresó que “son una demostración de la separación de poderes que existe en el país”.

 

Hay que quitar el control de cambio

 

Otro planteamiento de Maripili Hernández que ha despertado polémica es el de eliminar el control de cambio. Lo ha hecho en sus columnas de opinión, en sus programas de radio y en varias entrevistas.

 

–Esta semana hubo una modificación de la política cambiaria. ¿Lo entiende usted como una rectificación de algo que no ha funcionado o es más de lo mismo?

 

–Lamentablemente creo que lo que anunció el presidente no va a resolver el problema. Ojalá me equivoque, le pido a Dios estar equivocada, pero no se va a resolver nada mientras se siga manteniendo cuatro o cinco tipos de cambio: el Dicom, el Dipro, el de la frontera de lado de acá, el de la frontera del lado de allá y uno muy raro que nadie sabe cuánto es. No se va a resolver nada porque no existe mejor negocio en el mundo que comprar dólares a diez bolívares y venderlos al precio negro, especulativo. Ni el narcotráfico es mejor negocio. De hecho, todos los narcos colombianos se metieron a cambistas porque da mejores ganancias y es menos riesgoso.

 

–¿Cuál sería la solución?

 

–La unificación cambiaria. El problema es cómo hacerlo partiendo de una tasa ridícula que no le llega a nadie, que es la de 10 bolívares. Pero el control de cambio no tiene ningún sentido y por eso debe ser eliminado. No controla nada y, muy por el contrario, genera una serie de perversiones que facilitan la corrupción. Tenía sentido en 2003 para proteger las reservas internacionales y frenar la inflación. Lamentablemente, luego se mantuvo una política de anclaje cambiario, que desestimuló la producción nacional y desató nuevamente la inflación. Lo peor que ocurrió luego fue que empezamos a tener varios tipos de cambio y eso causó otras distorsiones en la economía. Llegamos así a la situación de hoy, cuando ya ni siquiera es el Estado quien determina el precio de la divisa estadounidense, sino que lo hacen unos señores que controlan páginas web o, peor aún, delincuentes que están en la frontera colombo-venezolana. Infortunadamente, al presidente de la República lo han convencido de que debe mantenerse el control de cambio. Eso es un grave error, pues solo sirve para enriquecer a cien o doscientas personas. Ese dólar de 10 bolívares no le llega ni siquiera a la viejita más pobre del barrio más humilde con la bolsa del CLAP, pues esos alimentos no se le están vendiendo a la gente a razón del dólar de 10 bolívares. Si así fuera, la bolsa costaría 400 o 500 bolívares, pero nadie puede conseguirla en menos de 10 mil o 12 mil. Ese dólar de 10 bolívares únicamente le llega a los corruptos.

 

–¿Las subastas anunciadas no son un avance?

 

–Aquí tengo que lanzar un alerta: cuidado, presidente, porque si esas subastas se hacen de la misma forma que se hicieron las anteriores, solo van a favorecer a unos pocos vivos. Esas subastas se hacían a escondidas, no se decía quién vendió ni quién compró, ni a cuanto, y solo sirvieron para la corrupción o para asignarles a dedo los dólares al que es amigo mío, y al que no es amigo, no le doy nada. Eso no genera confianza en nuestra economía ni permite un desarrollo saludable, sano. Presidente, esté muy pendiente de que esas subastas sean transparentes. No digo esto para molestar o porque ahora Maripili tenga un discurso de derecha, no chico, sino porque me preocupa mi Revolución, por la que yo me he fajado toda mi vida, por la que vivió y murió Chávez.

 

–Volviendo a sus comentarios generadores de polvaredas… ¿Con todas esas críticas, puede afirmarse que estamos en el peor momento que ha vivido la Revolución?

 

–No creo, hemos pasado momentos más desesperantes. Por ejemplo, el momento de la muerte de Chávez fue espantoso, de mucha prueba para todos los revolucionarios y las revolucionarias, no solo en el ejercicio del gobierno, sino en la esfera de lo personal de cada uno. Mucha gente se paralizó, quedó en estado catatónico, no fue a votar. Otro momento peor que este fue el golpe de Estado de 2002, cuando Chávez quedó fuera del gobierno por varias horas; o la época del paro petrolero. En el tiempo del presidente Nicolás Maduro también ha habido situaciones peores: las guarimbas de 2014, la parte más intensa de la guerra económica en los años 2015 y 2016. Recordemos que los precios del petróleo llegaron a estar en 20 dólares, mientras que ahorita ya están al menos en 40 y tantos. Lo que sí creo es que, aunque no sea el peor momento, tenemos que hacer un esfuerzo por tomar mejores decisiones, ser más eficientes en el ejercicio del gobierno y atender a las personas más humildes y necesitadas.

 

–¿Cómo se hace eso?

 

–Pasa por estudiar, analizar, entender y comprender procesos económicos importantes. En Venezuela, cualquier decisión del Estado es determinante para la economía, pues todo depende del tema petrolero. Desgraciadamente vivimos en una economía rentista y no hemos empezado ni siquiera a superar esa característica. Una de las cosas que debemos hacer es discutir sobre el tema económico. Yo me niego a aceptar esa postura de que la economía solo pueden discutirla los economistas. Uno de los ataques personales que me hacen es cuando dicen “ella dice eso porque no es economista”. Mire, mi hermano, las mejores economistas son las amas de casa que tienen que alimentar cinco muchachitos con un sueldo mínimo. A esas economistas deberían llamarlas para darles clase a los ministros. Dicen que los economistas son aquellos que pasan la mitad del tiempo diciendo lo que hay que hacer, y la otra mitad, explicando por qué no funcionó lo que ellos decían que había que hacer. La economía no es teoría, es práctica y por eso todos y todas formamos parte del fenómeno y entendemos cómo se desarrolla.

 

–¿Alguien la oye en el gobierno?

 

–Yo creo que sí me oyen. Algunos compatriotas se me han acercado, han hablado conmigo, me han dado su punto de vista, me han dicho que no sea tan radical, que busque puntos intermedios… Eso está bien, pues lo que me interesa es poner la discusión sobre la mesa, no me interesa tener razón. Ojalá que la tenga el presidente porque él, a final de cuentas, es quien está tomando las decisiones.

 

–¿El presidente Maduro no la ha llamado para conversar sobre alguno de esos temas?

 

–Bueno, no. He tenido oportunidad de hablar con él, pero principalmente de los temas sociales, que es mi área tradicional de trabajo.

 

–¿Y en el partido no se está dando ese debate?

 

–No, por lo menos no en uno que yo esté participando. No he tenido la oportunidad, pero, además, no es una discusión que deba darse entre cúpulas, en la dirección del PSUV, en el Ministerio de Finanzas o el Consejo de Ministros. Es una discusión que debe darse en el seno del pueblo, con todo el pueblo, de cara a la gente, en las plazas, en los mercados. Que opine todo el que quiera opinar. Hay gente que me escribe por las redes sociales para reclamarme, para decirme que debo plantear mis ideas en escenarios internos del PSUV. Y yo les pregunto por qué, de cuándo acá los revolucionarios tenemos temas tabú. Eso es lo menos chavista que he visto. Si mis humildes puntos de vista ayudaran a abrir el debate, me daría por bien pagada.

 

(Contrapunto/Clodovaldo Hernández)