cuadro-waaa.jpg

En menos de dos semanas pasamos a ser un país al borde del colapso por falta de gasolina a uno que se preocupaba por la diarrea de la elefanta Ruperta, ya atendida debidamente por funcionarios de Inparques. Ambas cuestiones se desvanecieron cuando acaparó nuestra atención el trío entre Yorgelys, Érika alias apellido impronunciable y un reguetonero en debacle.

 

Luego de que ese país que degustaba o se indignaba ante el video porno (depende de la generación que lo mire), pasamos a otro que se enfrentaba al más salvaje de los «golpes de Estado» que ha dado esta dictadura, aunque ya de por sí controlaba todo el Estado y había asesinado la democracia desde hace rato, para algunos desde 1998 cuando gana Chávez por primera vez. Mentira, todo el mundo siguió hablando de Yorgelys.

 

De ese país virtualmente «alarmado y acontecido» ante el totalitarismo de Nicolás Maduro, pasamos a otro que ahora se cautiva de llanto y risa ante una escena de sexo grabada en una agencia de Banesco. La fuerza más potente que ha silenciado cacerolas, convocatorias de la MUD y la agenda mediática del «golpe de Estado contra la Asamblea Nacional», ubicándola cuando no en el olvido total, en el más profundo desinterés.

 

Sobre Twitter, Instagram, Whatsapp, Facebook y otras redes sociales donde circulan estas excelsas piezas de arte audiovisual, existen varios mitos y medias verdades oportunas de aclarar. Sí, no son representativas de la totalidad del país, pero de que se posicionan en el boca a boca cotidiano lo hacen, por vía indirecta o directa. Si bien estas plataformas fueron creadas para manipular y engañar a las audiencias con arreglo al interés de sus propietarios, sería absurdo negar que ellas no expresan nuestros gustos y asuntos de interés más básicos. Como tampoco es cierto que cada vez que entramos a una coyuntura política aguda, los que llaman a la calle a derrocar al gobierno son la mayoría sólo por la bulla que hacen.

 

Más bien lo que reflejan estos dos últimos acontecimientos mediáticos es que logran voltear, en cuestión de segundos, toda la agenda antichavista de intentar posicionar como tema de interés protestar contra el gobierno y salir a validar por sus partidos políticos, luchar por la democracia, la libertad y porque le devuelvan las empresas a Fedecámaras.

 

El ex obeso Juan Requesens y el resto de las jóvenes promesas de la MUD (los que tuvieron que quedarse haciendo el trabajo de obreros mientras Julio Borges y Freddy Guevara pasean por el extranjero), no pueden competir contra Yorgelis o la pareja guarra (dice uno sin saber, capaz se acababan de conocer) que usaba como cuarto de hotel una de las agencias de Escotet.

 

Como tampoco pueden hacerlo ante los CLAP, los feriados (sean carnavales o semana santa) o un domingo en un centro comercial. Sobre esto último ocurrió un caso inédito en la política venezolana contemporánea: dirigentes políticos fueron a fastidiar a la gente que comía en la feria del Sambil y de El Recreo, y que esperaba para entrar al cine para convencerlos de que por favor los acompañara este martes a tumbar la dictadura.

 

Trataban de hacerles creer que ellos estaban pasándola muy mal, que esas cotufas eran puro espejismo al igual que las hamburguesas, que era urgente salir del gobierno para acabar con esa tortura. Como era lógico, nadie iba a sacrificar su domingo de Sambil, comentar los videos de Yorgelys o del episodio pornoBanesco, llevar a los carajitos al cine por más caro que sea o pasear viendo las tiendas, para irse en una gesta heroica con Requesens y Pizarro. El país va por un lado y ellos chocando contra Venezuela.

Por eso cuando Requesens o Pizarro comienzan con ese griterío de rescatar la libertad y la democracia que nos quitaron, tanto en el Sambil como en una tarima en Chacaíto o en cualquier otro lugar del país, la gente que circunda ve en esas palabras algo lejano, abstracto, que no tiene piso en la realidad, que no se puede tocar ni ver, incluso para quienes los siguen, que también no pueden evitar dejar de cacerolear para chismear con los videos. Los ven como unos carajitos que pegan gritos y ya, que más bien deberían relajarse e ir al cine.

 

No hay masas enardecidas pidiendo que le devuelvan nada porque tampoco sienten que le hayan quitado algo. Nadie está sediento y necesitado de democracia o de libertad, aunque sí de lo que la caída de los precios del petróleo nos impide comprar como antes.

 

Los dirigentes del antichavismo creen estar peleando contra el Gobierno, pero realmente su principal enemigo es la mayoría de la gente que no está persiguiendo ser un país exitoso según los valores de los intelectuales europeos, que no está sediento ni de democracia ni de separación de poderes, sino de CLAP, semana santa en la playa con todos los peroles de consumo incluidos, más aumentos de sueldos, de más videos de Yorgelis y agencias Banesco, y si es Yorgelis haciendo un trío en la agencia más cutre del Banco Caroní (la que está yendo como para La Hoyada), mucho mejor. Una bendición.

 

Estos politiqueros buscan sembrar una conducta ideal que tiene siglos siendo rechazada y escupida generación tras generación de venezolanos. Un país que no tiene interés en inmolarse por cuestiones que le parecen aburridas como la democracia, militar en AD, PJ o VP, o salir con unas banderitas a marchar y romper cercos policiales porque el TSJ debe ser libre e independiente, y porque a la AN le acaban de dar un «golpe de Estado» que no se puede tolerar. Sí Luis, que la gente se va inmolar por un destino superior y que no le habla de sus necesidades más básicas, sino de un palacio en el centro de Caracas donde lo que abundan son vendedores de oro, dólares, euros, yuanes, rublos y tostiarepas usados, y que ahora hay que salir a rescatarlo porque así no se puede vivir. ¿Qué dirán los europeos de nosotros?

 

En cambio el Gobierno sí habla en alta definición de las necesidades más básicas y elementales y actúa en función de ello. Que usted coma y joda hasta donde se pueda estirar el petróleo, aunque a la MUD le moleste verlo comiendo cotufas o sirviéndose una pasta con mayonesa cortesía de los CLAP. 

 

¿Entienden el peo en el que están metidos ahora? Al parecer quien manda todo eso al carajo y promueve la paz del CLAP más semana santa en medio de una gran carcajada colectiva por un video porno en Banesco, está pegando más y mejor. Porque sólo quien baile al son de este candelero seguirá vivo en política, moviéndose en esas contradicciones profundas. De lo contrario se termina como Pizarro, tratando inútilmente de competir con el bronceado de Yorgelis.

 

(Misión verdad)