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Un informe realizado en febrero del año 2016 por el Comando Sur de EE.UU. revela detalladamente los planes que el país del norte tiene sobre Venezuela: «Freedom-2» titularon el operativo.

 

Para esto, es bien sabido que los ojos gringos están puestos sobre nosotros, por ser una gran fuente de recursos naturales y gozar de una ubicación geopolítica privilegiada.

 

Tal como se reflejó en la intervención del general John F. Kelly ante el Comité Senatorial de Servicios Armados del Congreso de EE.UU., durante el mes de marzo de 2015, el gobierno estadounidense apostaba al fracaso de nuestra economía y al recorte de los beneficios sociales para el pueblo porque, según ellos, era «inevitable» considerando la baja inducida del precio del petróleo.

 

Así pues, idearon esta cartilla que parece ser estudiada y seguida al pie de la letra por los sectores de derecha:

 

Primero podrían en «evidencia» el carácter «autoritario y violador de los derechos humanos» del gobierno nacional.

 

Luego, utilizarían las leyes internacionales para emitir una «orden ejecutiva» en la que se declarara una «emergencia nacional con respecto a la amenaza inusual y extraordinaria para la seguridad nacional y la política exterior de EE.UU., representada por la situación en Venezuela».

 

En ese sentido, provocarían un aislamiento internacional, utilizando medidas como la descalificación de nuestro sistema democrático acusándolo de no respetar a autonomía y la separación de poderes.

 

Otro de los recursos planeados y que ha sido apoyado no solo por la derecha nacional e internacional sino que ha sido avalado en organizaciones mundiales como la OEA, es la generación de un clima propicio para la activación de la Carta Democrática Interamericana; hecho que ha sido denunciado ante el mundo a través de la Cancillería venezolana, pues esto representa el trámite administrativo para dar paso a una intervención militar en nuestro territorio.

 

Asimismo, los medios de comunicación jugarían su papel, difundiendo la premisa de una supuesta «crisis humanitaria» en Venezuela, para facilitar el apoyo de organismos multilaterales como la ONU en nuestro país.

 

El mencionado informe revela que Estados Unidos conoce bien la situación dentro de la oposición venezolana, que lidia con rivalidades internas y «desunión en sus filas, ya que se mueven en su seno en diferentes intereses y puntos de vista».

 

No obstante, sería la fracción norteamericana la que tomara las riendas entonces del país en su escenario soñado de una intervención, pues tal como lo dice el informe, su «intervención oportuna ha permitido delinear un camino para una salida rápida del régimen».

 

Las movilizaciones de calle, promovidas por los dirigentes opositores y delineada por el informe, tendrían como objetivo «fijar y paralizar a importantes contingentes militares que tendrán que ser dedicados a mantener el orden interno y seguridad del gobierno, situación que se hará insostenible en la medida en que se desaten múltiples conflictos y presiones de todo tipo».

 

Pero esto sería solo la primera parte, el bosquejo, porque la segunda fase sería el desarrollo de este plan que contempla cuatro principales estrategias para la «operación de amplio espectro, conjunta y combinada dentro del área de responsabilidad», que permita «una planeación efectiva de nuestra intervención en Venezuela».

 

Estos cuatro ejes serían: fuerza decisiva, proyección de poder, presencia en ultramar y agilidad estratégica; aplican para todos los sitios en que EE.UU. lleva su ejército e incorpora «todos los instrumentos de autoridad nacional, entre ellos, recursos diplomáticos, de información, militares, económicos, financieros, de inteligencia y jurídicos».

 

A partir de allí se habría organizado una agenda en la que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) incluye «un escenario abrupto que puede combinar acciones callejeras y el empleo dosificado de la violencia armada».

 

El Comando Sur hace la salvedad en su informe que «la responsabilidad en la elaboración, planeación y ejecución parcial (sobre todo en esta fase-2) de la Operación Venezuela Freedom-2 en los actuales momentos descansa en nuestro comando, pero el impulso de los conflictos y la generación de los diferentes escenarios es tarea de las fuerzas aliadas de la MUD involucradas en el Plan, por eso nosotros no asumiremos el costo de una intervención armada en Venezuela, sino que emplearemos los diversos recursos y medios para que la oposición pueda llevar adelante las políticas para salir de Maduro».

 

Describe, asimismo, que utilizarán la Asamblea Nacional como herramienta para obstruir todos los objetivos del Ejecutivo: convocar eventos y movilizaciones, interpelar a los gobernantes, negar créditos, derogar leyes; así como para invocar los artículos 333 y 350 de la Constitución.

 

Sectores empresariales, jerarquía eclesial, sindicatos, ONGs, Universidades, serían parte del llamado a la conformación de un «gabinete de emergencia», durante el supuesto gobierno de transición que necesitaría Venezuela luego del derrocamiento de Maduro.

 

«Para arribar a esta fase terminal, se contempla impulsar un plan de acción de corto plazo (6 meses con un cierre de la 2 fase hacia julio-agosto de 2016), como señalamos, hemos propuestos en estos momentos aplicar las tenazas para asfixiar y paralizar, impidiendo que las fuerzas chavistas se pueden recomponer y reagruparse», reza el mencionado informe.

 

Entre sus medidas «doctrinarias», EE.UU. aconseja debilitar mediáticamente a Maduro, mostrándolo como un personaje opuesto a la libertad y a la democracia a partir de su filiación castrista y comunista. Asimismo, habría que hacerlo el responsable del estancamiento económico, la inflación y la escasez.

 

Sin embargo, alerta a la oposición venezolana sobre la subestimación de la gestión de Maduro y de su influencia sobre el pueblo, ya que «cuenta con millones de adherentes los cuales pueden ser cohesionados y expandirse políticamente».

Como parte de la estrategia psicológica, este Comando también propone mantener la campaña ofensiva en el terreno propagandístico, fomentando un clima de desconfianza, incitando temores, haciendo ingobernable la situación.

 

Según dice descaradamente el informe, la fracción opositora debía asegurarse de mantener una sensación de «desgobierno», generando un clima de altas cifras de criminalidad, fallas administrativas e inseguridad personal.

 

«La explotación de los temas como la escasez de agua, de alimentos y de electricidad, teniendo este último aspecto un carácter grave para el gobierno, ya que la sequía ha generado una amenaza de colapso de los embalses y debemos prepararnos para explotarlo al máximo desde el punto de vista político, reforzando la matriz mediática que ubica la crisis eléctrica como responsabilidad exclusiva de Maduro», reza también el informe.

 

El tema de posicionar a nuestro país en un contexto de «emergencia humanitaria» es para promover la solidaridad de países «que están en el área de influencia del Comando del Sur».

 

«No se puede dejar a un lado el esfuerzo que hemos venido haciendo para vincular al gobierno de Maduro en la corrupción y el lavado de dinero» advierte el informe, que señala una por una las organizaciones intergubernametales que han orquestado alguna estrategia para llevar esta matriz a medios internacionales, incluso con testigos protegidos.

 

Procuran igualmente el debilitamiento del liderazgo político que ha apoyado históricamente a la revolución, hasta anular su capacidad de mando, pues reconocen que es el sector que más hará resistencia a la hora de un derrocamiento y los identifican como obstáculos para los objetivos desestabilizadores en las movilizaciones de calle.

 

Dicen, además, que tienen todo preparado militarmente hablando para que su ejército, aportado en la base militar que tienen en Honduras, con la Fuerza de Tarea Conjunto Bravo en la base de Palmerola, en Comayagua, que permitiría la actuación rápida de esas fuerzas sobre nuestro territorio y coordinar las que están en bases como: las islas antillanas de Aruba (Reina Beatriz) y Curazao (Hato Rey); en Arauca, Larandia, Tres Esquinas, Puerto Leguízamo, Florencia y Leticia en Colombia. Cabe destacar que de esto se hace un informe confidencial aparte.

 

Así pues, el informe del Comando Sur delinea cómo el país del norte usa sus influencias en los países vecinos, alineados con sus políticas, así como tiene previsto su arsenal militar para entrar en territorio venezolano y hacer de las suyas.

 

Por eso cabe reflexionar en que si bien es cierto que el proceso revolucionario ha tenido equivocaciones, en las que muchas veces buscamos las respuestas de lo que ocurre en nuestro país, también lo es que la situación es mucho más complicada porque incluye planes que potencias externas ejecutan contra nuestro pueblo con un solo objetivo: volver a hacer de Venezuela el patio trasero de un gobierno.

 

(LaIguana.TV)