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Este artículo surge de la convicción periodística que tengo de que la oposición venezolana paga, no sólo para generar caos y violencia en Venezuela, sino cabalgando sobre las miseria humanas de los olvidados de las grandes ciudades: los indigentes.

 

Casi todos los sujetos capturados por acciones vandálicas durante las protestas de la oposición, han confesado ante la justicia venezolana que recibieron dinero por parte de algunos dirigentes de la derecha, para hacer “el trabajo sucio” durante las acciones terroristas (guarimbas) registradas en el país este mes.

 

A los indigentes también les pagan

 

Miguel Pérez (nombre ficticio), con el que tuve la oportunidad de conversar por escasos 10 minutos en estos días, confesó que en el año 2014 unas personas ligadas al partido Voluntad Popular le pagaron 1.000 Bs. diarios por colocar piedras y escombros en las barricadas.

 

Miguel es indigente en Caracas, tiene familia pero va y viene a su “rancho” en un populoso barrio de la capital. Es alcohólico y aunque ha asistido al programa social Misión Negra Hipólita, creada por el Gobierno Nacional, no ha podido superar su adicción, ni la costumbre de dormir y deambular por las calles de la ciudad.

 

Una de estas tardes, mientras regresaba de mi lugar de trabajo, me topé con este señor en una calle. Había caminado varias cuadras debido a que las estaciones del Metro de Caracas estaban cerradas por razones de seguridad, debido a las manifestaciones de la oposición.

 

Las peripecias que vivimos la mayoría de los que habitamos esta ciudad y utilizamos el metro, se resumen en una frase de un famoso reguetonero “hambre y sueño es lo que usted tiene”; sí, y también molestia por la capacidad extraordinaria que tienen estas protestas de hacer de nuestra rutina una absoluta calamidad.

 

Me detuve ese día en un kiosko de esos que reposan en casi todas las avenidas de Caracas; me faltaban varias cuadras y moría de hambre, así que me paré y compré un refresco y unas galletas. Frente al lugar estaba un señor muy sucio sentado en el piso pidiendo dinero, me acerqué y le di la mitad de las galletas, le pregunté qué hacía allí sentado como si nada en medio de tantos disturbios que se generaban en la zona.

 

Me dijo: “yo fui guarimbero, hace como 3 años me pagaban por poner basura en las calles para que los carros no pasaran; eso fue una “papaya” para mí porque yo tengo años revisando esos bolsones negros de basura cuando tengo hambre”, afirmó Miguel.

 

¿Cuánto te pagaban? le pregunté, “mil bolivares diarios” respondió. Según Miguel en esos días de guarimbas disfrutó mucho porque bebió bastante alcohol, casi durante 3 semanas pudo arrimar escombros en las barricadas que detenía el tránsito por La California, una zona del este de Caracas.

 

Comió las galletas que le di con mucha rapidez, antes de irme le pregunté ¿Y este año no piensas guarimbear?, Miguel me miró con un gesto de repudio “no, que va, esa gente es muy mala, esos del partido ese naranja popular, no sé cómo es que se llaman. Un día no pude poner basura en las barricadas porque estaba muy borracho, así que me cayeron a coñazo limpio (golpes), casi me matan… yo prefiero pedir en la calle” respondió el indigente.

 

Me fui de allí pensando en aquella experiencia, esa y la de Elba Camacho, fotógrafa encubierta durante las guarimbas del 2014, se suman a la larga lista de pagados por la derecha opositora para generar violencia política en el país.

 

Mientras redactaba esta nota recordé un video registrado durante ese mismo año en el sector de Chacao, donde se observa a un joven indigente verter aceite quemado sobre el asfalto en la Avenida Francisco de Miranda, otra práctica criminal para hacer que los motorizados (estigmatizados además por la oposición como malandros y colectivos asesinos del gobierno), se resbalaran al pasar por allí.

 

La reportera gráfica que grabó este material sospecha que este joven era insano mental, probablemente por alguna adicción a las drogas u otra condición de nacimiento; este muchacho actuaba como un autómata, sólo derramaba el aceite que le daban otros que estaban allí y listo.

 

Cabalgar sobre las miserias del otro para sacar a Nicolás Maduro

 

Los gestos de Miguel no me generan dudas sobre la veracidad de su relato. Su cara para mí es igual a los muchos rostros de miseria que vemos a diario pidiendo dinero. Yo decidí darle de comer, primero porque me puse en su lugar desde mi propia imposibilidad de cenar a tiempo por el cierre de estaciones del Metro, y segundo, porque al igual que la mayoría de los venezolanos, soy solidaria ante las necesidades del prójimo.

 

Intenté ponerme en el lugar de los financistas del terrorismo, que utilizan a los excluídos sociales para hacer determinados trabajos en sus protestas violentas en Venezuela, pero no pude, no creo que haya lugar para la utilización de los demás de ese modo. Me pregunto si la mayoría de los venezolanos opositores estarían dispuestos a aprovecharse de las miserias humanas de otros para salir del gobierno de Nicolás Maduro.

 

En estos días conversé con un borrachito que se la pasa en el bar de la cuadra donde vive mi familia (más ebrio que consciente claro), le pregunté “¿si te pagaran 5 mil bolívares por guarimbear en estos días que harías?”, me dijo: “lo haría, de algún lado tiene que salir la plata pal’ vicio”.

 

Nelson Mandela dijo en una oportunidad que “una nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”; yo entiendo a Miguel, y a todos los indigentes, como víctimas de una condición personal que los ha dejado con poco, o nada en la vida. A los financistas de la oposición venezolana que pagan a estas personas vulnerables, honestamente, no sé cómo juzgarlos, ni como los juzgará mañana la sociedad venezolana.

 

aqui para ver los videos

 

(www.vtactual.com)

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