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A un mes del inicio de la escalada violenta del antichavismo contra la institucionalidad y la paz social venezolana, hay un saldo cuantitativo en muertes y destrucción. No obstante, también existe un saldo cualitativo que se mide en diversas aristas.

 

En este sentido, vale la pena sopesar sobre los objetivos planteados por el antichavismo y los resultados consumados hasta ahora. Hay mucha tela que cortar.

 

1. El piso de apoyo. La derecha venezolana ha emprendido una escalada violenta apoyándose en su sector socioeconómico de apoyo natural, la clase media, especialmente la más neurotizada. Necesario es sopesar si este sector político-social es en esencia políticamente coherente con una escalada insurreccional, como la que intenta el antichavismo, proyectada por tiempo indefinido. Esta no es una pregunta menor, entendiendo que la subjetividad cortoplacista y triunfalista de ese sector sociopolítico ha estado caracterizada por la espera del «desalojo inmediato» del chavismo del poder, aupados consistentemente por propaganda de la dirigencia antichavista.

 

Intentando (sin lograrlo a plenitud) captar sectores de las capas populares de la sociedad venezolana, la movilización y los choques siguen anclados en visibles sectores de apoyo consistente a la MUD, sin que hayan logrado superar la situación eventista y espasmódica de sus movilizaciones, que no lograron convocar de manera transversal a sectores claves en la sociedad venezolana como gremios, organizaciones, sindicatos, entre otros.

 

2. ¿El desplome? A la fecha actual, la oposición venezolana ya no logra exhibir ante el mundo fotos de grandes multitudes. La construcción de la protesta (fundamentalmente violenta) como una cuestión de rutina comienza a hacer mella sobre sectores de apoyo que simplemente intentan recuperar un sentido de normalidad y cotidianidad en sus vidas. Muchos no pueden salir a marchar todos los días. Pese a la presentación de un plan de movilización polivalente, de metodología variada, el agotamiento comienza a palparse. No es para desestimarlo, pues el aislamiento de frenéticos desbordados sigue siendo peligroso.

 

3. La apuesta de la dirigencia antichavista. A un mes de asesinatos, destrucción y caos, la dirigencia de la derecha venezolana ya no está a tiempo de arrepentimientos frente a sus seguidores más obcecados. Es decir, ya no pueden dar marcha atrás. Se pretende que su estrategia insurreccional es viable en un contexto de corto aliento. Ahora, en circunstancias impredecibles, la apuesta para ellos necesariamente es continuar, lidiando con el riesgo del aislamiento frente a una sociedad venezolana que -según la empresa de opinión Hinterlaces-, rechaza en un 80% los actos violentos.

 

4. Suicidio. La apuesta al «todo o nada» fraguada por el antichavismo por el poder político venezolano, los encarrila a un suicidio político. Será así, en caso de no consumarse los objetivos que se han planteado. Han presionado a la fase violenta y ahora intentan administrar «la calle» para que no pierda ímpetu, creando diversas modalidades de protesta que disimulan la atomización y el agotamiento.

 

5. El chavismo. El directorio del chavismo, que conoce bastante bien la subjetividad venezolana y la subjetividad antichavista, ha entendido de manera meridiana los causantes del desgaste en la gendarmería golpista y sus seguidores en situaciones precedentes a lo largo de 18 años. Desde posturas claramente inamovibles, pero convocando al diálogo y al encarrilamiento político de la coyuntura, el chavismo ha mantenido su centro de gravedad política eludiendo movimientos del contrario que puedan desbalancearlo.

 

Dicho de otra manera, la conmoción fabricada por el golpismo hasta ahora no ha obligado al chavismo a someterse a la agenda del contrario. El juego luce trancado y gana quien tiene posición de control y dominio.

 

6. Objetivos no consolidados. Para el antichavismo es una fatalidad que a un mes de acción violenta y escalada dura, no hayan consolidado ningún objetivo importante. No se ha removido un solo poder público, no ha habido un cambio de situación con respecto a la AN, no se ha llamado a elecciones generales, tampoco regionales, Maduro no ha renunciado, en resumidas cuentas en lo sucesivo les viene cuesta arriba ahora consolidar en unas cuantas semanas lo que no han logrado consolidar en un mes de escalada en ascenso y descenso. Esto imprime para ellos el factor de emergencia.

 

7. La Constituyente. El país político se encamina a la Constituyente. Son 17 partidos que integran la MUD los que se han acercado para el debate en esa convocatoria. Aunque pequeñas, estas organizaciones se abren paso de cara a la oportunidad política de corresponderse a aspiraciones sociales superiores: la del ejercicio de la política. Vale decir también que sectores empresariales se han sumado al debate. Vale la pena subrayar la incorporación del tejido social chavista y los sectores políticos y sociales de línea independiente que también intentan encontrar asidero en ese espacio político. Son estas señales inequívocas de que la convocatoria ha despegado.

 

8. Cambio en el tablero. El cambio de agenda política por medio de la convocatoria constituyente infiere no solo un acto para el empleo de las vías electorales y el debate como formas de hacer política en contraposición a la violencia. Es en esencia un espacio de oportunidades para el chavismo, que aprovecha la coyuntura para revitalizarse, asumir nuevos espacios y emprender un ejercicio político de gran calado, en lugar de sólo atrincherarse resistiendo. Sólo una intervención internacional detendría el proceso constituyente y la MUD tendrá que debatir, más temprano que tarde, si continuarán autorrelegándose al aislamiento de la acción violenta en picada, o si por el contrario se subordinarán a la política.

 

9. El frente externo. Las instancias en el extranjero alineadas contra el chavismo siguen sólidas y son en esencia la gran carta que juegan. La persistencia de amenazas, como acciones institucionales coercitivas, injerencismo y el probable patrocinio a elevar la situación violenta en Venezuela, continúan. No obstante, el frente externo debe redimensionarse a la luz de los hechos: el chavismo tampoco ha cedido a sus mecanismos de presión. Tendrán que debatir ahora, profundizarlos y amplificarlos o por el contrario, contraerlos, entendiendo que llevar las acciones coercitivas contra Venezuela es un riesgo político que deben calcular y que podría afectar a su vasallaje en Venezuela.

 

10. Maniobra y estrategia o «cambiar el caucho rodando». A la fecha, el chavismo debe gestionar nuevas aristas que ha colocado sobre la mesa, como la Constituyente, considerando la gestión de las amenazas internas y externas que persisten. Pero a un mes de iniciarse la escalada violenta, aunque persiste con consistencia, comienza a dar señales de desgaste que revisten urgencia para quienes la iniciaron. Esto implica que comienza a amplificarse el marco de posibilidades de maniobra política para el chavismo.

 

(Misión Verdad)