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Hoy para llegar a mi lugar de trabajo, en Las Mercedes, me tocó caminar desde la estación Sabana Grande, comencé mi recorrido por la Venezuela alegre, aquella de la juventud, que dejaba en el aire cuentos de su jornada, algunos venían de lejos pero felices de encontrar la tranquilidad de una ciudad normal.

 

A medida que me acercaba a Las Mercedes se observaba la incomodidad de las barricadas y el susto de madres y niños al tratar con encapuchados para poder pasar hasta su destino. Decidí controlar mis nervios y me dispuse a tomar un café en un sitio donde estaban descansando algunos de esos guarimberos mientras otros le hacían guardia en sus puestos, todo ésto con la mirada y las risas complacientes de los dueños de algunos negocios y señoras que vienen de la cima del lugar, como si se tratara de un juego de muchachos.

 

Producto de lo que viví en ese recorrido, puedo afirmar con tristeza, que los guarimberos, tal como pasó con los bachaqueros, son un grupo de vagabundos que encontraron dinero fácil al ser bien pagados por líderes de la derecha, un trabajo ilegal que se volvió viral.

 

En el momento que estuve allí, llegó un joven y le preguntó al grupo de guarimberos, ¿Cómo hago para ser guarimbero? Me dijeron que están pagando muy bien, y puedo después de las tres de la tarde, en lo que salga del trabajo. Ellos le respondieron, vente mañana a esa hora y te buscamos el contacto. El joven es del interior del país y trabaja como obrero en un edificio en construcción cercano al Centro Comercial Paseo Las Mercedes; al final me fui caminando con él y me dijo que le parecía bien ganarse un dinero extra tirando lanzando bombas y después se iba a su casa tranquilo.

 

Otra cosa que pude ver, es que tenían dinero recibido al estilo «peaje», pidiéndole a la gente que transitaba la zona, después llegaron unos niños y se llevaron los billetes en bolsos, éstos se van y los cuentan por las transversales, a la altura de la heladería 4D, pero lo más asombroso fue cuando observé de lejos que venía un piquete de policías motorizados del municipio Baruta, y me asusté, pero entre ellos (guarimberos y policías) se hacían señas, éstos llegaron diciéndoles, «rápido rápido, los guardias vienen y los sapos también», los encapuchados que estaban en el sitio les preguntaban con desconfianza si era en serio y si se llegarían hasta ahí, y los policías repetían si si, desaparezcan.

 

Acto seguido, los policías de Baruta limpiaron la calle y eliminaron barricadas, mientras que los guarimberos se iban descubriendo los rostros, y se fueron mezclando con el común hasta que finalmente se dispersaron.

 

En resumen, varias cosas llamaron mi atención.

 

Los niños que se llevaron parte del dinero estaban peleando más adelante por tener el control de esos billetes.

 

Poco a poco los guarimberos van reclutando gente como al joven obrero de la construcción, gente de la clase trabajadora que pelea sin causa, peor, que lucha con ellos y por ellos, por unos pocos billetes. Es una cuestión de conciencia de clases.

 

La policía de Baruta es una vergüenza nacional, una bofetada descarada a la institución venezolana, ellos son los operadores de estas células terroristas. Bastaría con intervenirles los teléfonos para descubrir muchas cosas.

 

Dicho por la gente que estaba a mi alrededor; los hijos de papi y mami se van a las cuatro de la tarde, porque la delincuencia está desatada en la zona. Es la hora donde son relevados del turno por los «héroes pagados».

 

También hay un grupo de jóvenes que no los van a buscar en sus carros último modelo, sino que esperan autobuses o se van caminando, es de presumir que estos últimos son los tontos útiles estudiantes humildes, que en muchos casos vienen del interior del país, y viven aquí gracias al esfuerzo de sus padres y demás familiares; muchos beneficiados por los logros de Chávez, es triste como a estos jóvenes los manipulan y utilizan en las universidades, los hacen olvidar sus raíces, si leyeran la historia supieran que jamás serán vistos y tratados como iguales por la derecha burguesa.

 

La feria de la comida del Centro Comercial Tolón se llena de manifestantes que van a comer después de sus «luchas de calle», volviendo a la cotidianidad y tranquilidad que ellos mismos rompen con sus guarimbas, por cierto, suelen estar acompañados de un diputado -muy bien escoltado- que jamás lo he visto con los chamitos que usan buseta, sino con los que guardan sus lujosos carros en el sótano del Centro Comercial.

 

Pude vivir en dos horas, dos Venezuela: la alegre, trabajadora, la que arriesga su vida por el prójimo como los policías en Chacaito, y la otra llena de odio, zozobra, niños llorando de miedo, esa donde los jóvenes critican por que no tienen el confort que ven en las novelas y que lo quieren obtener con el mínimo esfuerzo o esclavizando al pobre, aquella que defiende al explotador histórico, pero para bien de todos esa Venezuela era muy pequeña, tan pequeña que no es original, es una mala copia que nos quieren vender en falsos dólares.

 

(Tito Rodríguez)