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El final del atardecer del martes 27 de junio de 2017 quedará grabado para siempre en las mentes de los habitantes y vecinos de La Trilla, vecindario adyacente a la sede del Tribunal Supremo de Justicia, al norte de Caracas.

 

Cuando el sol amenazaba con ocultarse, un hecho absolutamente inesperado violentó la paz que hasta ese instante se esparcía entre veredas y callejones de esa popular barriada. Dos explosiones, varias detonaciones de armas de fuego y la inconfundible presencia sónica salida de un helicóptero, se encargaron de romper el clima vespertino de la zona. El terror, no obstante, no logró paralizar la determinación de sostener en alto la dignidad.

 

Juana Martínez, está entre quienes vivió aquel momento intenso. Transitaba por la zona, cuando la aeronave de color azul que en sus costados mostrabas las siglas CICPC, alteró el paso de su caminar. No podía ser de otra forma: el terror es lo más natural cuando, por cuestiones del azar, se puede ser blanco de un ataque armado llegado desde el cielo. Más aún, cuando desde el espacio agredido se responde con igual capacidad de fuego. “Si ellos tienen alguna diferencia, que lo resuelvan de otra manera. Por aquí viven muchos niños y ancianos”, dijo en abierto reclamo a quienes parecen estar decididos a no entender que para dirimir “alguna diferencia”, existen vías legales muy apartadas del hurto de un aparato volador, como hizo el ahora solicitado piloto Oscar Pérez.

 

La justificada molestia de la dama, culminó con una expresión igualmente templada: “Hasta el derecho a caminar en paz nos están restringiendo”.

 

Aarón Barrios es parlamentario de la comuna “Gerardo López Mujica”. Ese día se encontraba reunido con integrantes de la comunidad, en la sede de la escuela Bolivariana “Armando Zuloaga Blanco” ubicada en la avenida Panteón, cuando a través de las redes digitales se enteró sobre el ataque al TSJ. Afirmó que inmediatamente se desplazó junto con otras 500 personas hacia la zona del hecho.

 

“Fuimos a defender nuestro territorio, porque no  podemos ser cómplices de atentados terroristas ni de asesinatos, como lo son los dirigentes de la oposición que salen a protestar, trancar calles, colocar guayas”.

 

Asimismo manifestó que los habitantes de las parroquias La Pastora,  Altagracia y San José, así como los integrantes del PSUV y voceros comunales, no van a permitir que el centro de la ciudad  sea víctima de ataques terroristas.

 

Luis Castillo, integrante también de la mencionada comuna, expresó que “estaba en reunión de comuna donde hago vida, cuando me llamó mi esposa y me dice que pasó un helicóptero bajito y accionando armas de fuego”. Especificó que se retiró de la reunión y observó que en ese momento todo estaba normal en la zona. Se reintegró a la actividad y a través de las redes sociales se enteró del ataque. A pesar de la angustia y la desesperación, seguidamente se dirigió al Tribunal donde se unió a la defensa.

 

José Romero, trabaja en un taller mecánico del sector, cuando el 27 de junio fue a comprar comida porque era su día, cuando regreso a su vivienda  vecinos le comentaron lo que había acaecido en horas de la tarde. Como quienes le antecedieron, desea que reine la paz en todo el país, pues, “si no, nos vamos a matar todos” y como bien sostiene, “esa no es la idea. La idea es que el país se arregle”.

 

Otro testigo solicitó permanecer en anonimato. Vive en él, la angustia que sintió al momento del ataque terrorista. Se encontraba en su lugar de trabajo, cuando escuchó las detonaciones y observó cómo las personas corrían hacia la parroquia La Pastora, alejándose del epicentro del suceso. En ese instante decidió trasladarse a su hogar en las cercanías del acontecimiento para constatar que su familia se encontraba bien. Rememora que iba en contraflujo. Mientras una parte de la gente se distanciaba,  él se aproximaba al sitio.

 

(Nota de Prensa)