El sociólogo y comunicador argentino Marco Teruggi (París, 1984), al analizar los resultados electorales del pasado 15 de octubre para La Iguana.TV, opinó que la oposición atraviesa una profunda crisis estratégica porque ni su ala electoral ni su ala insurreccional han logrado obtener avances. A continuación, una versión de la conversación que Teruggi sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-¿Cómo evaluar el resultado positivo obtenido por el gobierno en un país en el que la crisis económica está haciendo estragos en la población?

 

-Lo primero es que se trata de un resultado difícil de prever unos meses atrás, cuando estábamos enfrentando una oposición para la que había llegado la hora de tomar el poder por la fuerza y lanzó una insurrección que duró entre abril y julio, y que estaba realmente convencida de que podía quebrar la correlación y acceder al gobierno por esa vía. Ver ahora, unos meses después de eso, una Asamblea Nacional Constituyente legitimada por más de ocho millones de votos, dieciocho gobernaciones para el chavismo y cuatro gobernadores opositores que reconocen la autoridad de la ANC, es claramente una victoria política del chavismo y una estabilización en un poder que durante varios meses estuvo bajo un fuerte asedio. Creo que lo más importante es que se logró garantizar la estabilidad democrática, la conducción del conflicto a través del mecanismo electoral, y se logró frenar la pretensión de llevar esto a una escala mucho mayor. Que hoy estemos hablando en términos de elecciones y de victoria del chavismo quiere decir que no entramos en el plan que quería desarrollar una parte de la derecha. Ese país que tenemos hoy significa que hay otro proyecto de país que no lograron imponernos. Hemos ganado algo muy precioso en la política y en la Revolución: tiempo, que es un factor muy necesario para alcanzar los otros objetivos.

 

-¿Qué repercusiones tiene este resultado en el plano internacional?

 

-Habían vendido internacionalmente que esto estaba a punto de caerse, que era un gobierno que se sostenía solamente por la fuerza y el autoritarismo, y que el pueblo estaba movilizado contra ese gobierno, y que era cuestión de tiempo y de empujarlo para que se cayera. Tuvieron un problema y ahora no saben cómo explicar la mentira que habían construido hacia afuera, incluso a través de sus incoherencias. Por un lado, decían que no reconocían a los poderes públicos, al presidente, que iban a conformar un gobierno paralelo, pero luego reconocieron al Consejo Nacional Electoral. Luego no querían reconocer a la ANC, aunque algunos sí. Lo que se vio fue una inconsistencia y, en el fondo, una dificultad estratégica. Creo que la oposición tiene dos miradas sobre cómo conducir el conflicto, pero ninguna de las dos logró su cometido. Ni los que plantean los términos electorales ni los que plantean los términos insurreccionales, con brazos armados en algunas partes del territorio. Lo que hay es una crisis estratégica. Entonces, afuera se preguntan cómo se explica que si esto estaba a punto de caerse, el gobierno haya logrado esos resultados electorales, haya estabilizado el poder político y estemos en miras de elecciones municipales y presidenciales con pronósticos relativamente buenos. Lo que hay en el fondo es lo mismo de siempre: una incomprensión del fenómeno chavista. Es algo de la derecha local, de las derechas internacionales e, incluso, de algunas izquierdas que critican con una posición similar a la derecha, sin una lectura que logre dimensionar lo que pasa aguas abajo o, como decía un compañero, de dónde nace la pasión política del chavismo, esta fuerza que sigue teniendo en los momentos más difíciles y que le permite, en encrucijadas históricas, ganar batallas que para muchos parecían perdidas.

 

-Sigue existiendo una grave crisis económica que nos afecta a todos. ¿Ese factor podría contrarrestar las victorias electorales del chavismo?

 

-El tema económico es un ataque permanente que se agudiza cuando hay una derrota política o previo a elecciones. En este momento coinciden las dos cosas y entonces se agudiza la arremetida económica. Eso tiene una dirección desde los frentes extranjeros. Estados Unidos lo ha dicho, por si alguien tiene una duda. También participan los grandes empresarios venezolanos, los terratenientes, las clases dominantes articuladas con los intereses internacionales del petróleo. Eso hay que tenerlo presente porque lo que pasa no es una casualidad, sino un plan. Pero, si eso está claro, la pregunta es qué podemos hacer ante ese ataque, para estabilizar la situación económica, para dejar de retroceder en términos materiales, que es lo que viene ocurriendo por el aumento de los precios y del dólar, por la dificultad de abastecimiento de medicamentos. Allí hay dos esferas que pueden ser incómodas: una es la de la corrupción, que ha sido calificada por Nicolás Maduro como el enemigo principal de la Revolución. El fiscal general ha venido dando declaraciones sobre varios casos, como la Faja Petrolífera del Orinoco. La corrupción anida en puntos estructurales de la economía: petróleo, importaciones, acceso a divisas, lo que afecta nuestra capacidad de respuesta y opera como complicidad en la estrategia de la guerra. Eso implica que hay una dimensión política, que es enfrentar un problema que está filas adentro, y una dimensión económica porque si no logramos sanear eso, va a ser difícil tener la fuerza que se necesita. También tenemos una dimensión moral subjetiva porque la corrupción opera como una pérdida de fuerza moral de la Revolución. Allí tendríamos que centrar una parte de la mirada. La otra gran pregunta es qué planes tenemos para enfrentar el día a día en materia de precios: ¿vamos a controlarlos o a llegar a acuerdos con los empresarios? No termina de haber una claridad. Se escuchan mensajes diversos. Por un lado, se dice que vamos a poner cincuenta precios regulados, pero por otro lado vemos llegar a los anaqueles productos con precios acordados muy elevados. No se termina de perfilar la estrategia para enfrentar a un enemigo que evidentemente está dispuesto a negociar económicamente y seguir ganando, pero que en el fondo lo que desea es sacar al gobierno y al proyecto bolivariano del poder.

 

-La ANC ha adelantado las elecciones municipales para diciembre, pues se preveía que serían el primer semestre de 2018. ¿Esto puede entenderse como una operación remate del chavismo, aprovechando que la derecha está en graves dificultades?

 

-Sí. Creo que la gran enseñanza del chavismo en este caso fue llevar el conflicto al terreno que le convenía, el electoral, y tensionar las fechas para que las elecciones se dieran en momentos de debilidad de la oposición y de fortaleza propia. Estamos yendo a unas contiendas con una oposición dividida ante la opinión pública, que no logra rearmarse, que solo están unificados en el plano del ataque a la economía. Entonces, tenemos una perspectiva positiva, que es la de estabilizar, mantener y sostenerse en el poder político. Eso es clave, pues yo no comparto esa idea de que si se pierde el poder, luego se podrá retornar con cierta facilidad. Lo que tenemos enfrente es un plan para sacar de raíz al chavismo y reformatear a la sociedad venezolana, dado el recorrido revolucionario que ha tenido. Entonces, mantener el poder político es crucial. Ahora, tenemos una esfera de la economía que se debe estabilizar y un proyecto político que hay que llevar adelante. En esos dos espacios tenemos los principales debates abiertos. Para estabilizar la economía habrá que hacer concesiones, llegar a acuerdos, sentarse con los empresarios, aunque sepamos que son quienes están conduciendo la guerra económica. Pero, al mismo tiempo, debemos llevar adelante nuestro proyecto estratégico. Ese es un nudo de debate que a veces queda eclipsado por las urgencias políticas, por la forma de plantear los conflictos que tiene la oposición. Ese nudo es el modelo de sociedad, el horizonte histórico de la transición al socialismo. Sería interesante volver a ese debate. ¿Estamos yendo en esa dirección? ¿Qué claves dejó Chávez para avanzar hacia allá? A veces, debido a las urgencias, por la táctica, eso queda de lado. Tenemos que discutir si vamos hacia el socialismo con el modelo de participación de las comunas o si queremos un Estado fuerte con algunas zonas económicas bajo su control.  Es un debate acerca del socialismo: ¿El socialismo es un Estado fuerte, un capitalismo de Estado o es un proceso de empoderamiento comunitario, con avances en las comunidades organizadas en sus territorios? Claro que todo está encadenado, porque hay que tener el poder político para poder estabilizar la economía y para avanzar en el proyecto estratégico. Pero no ha hay que perder de vista este último.

 

-¿Estas victorias que ha obtenido el chavismo el 30 de julio y el 15 de octubre no pudieran conducir a una especie de ebriedad de poder?

 

-Sería una ebriedad de poder que, en todo caso, no estaría en los sectores populares. El pueblo que votó en las elecciones y que está dispuestos a votar nuevamente hizo prueba de una claridad política e histórica, de una identidad chavista muy fuerte, muy arraigada, pero no está en una situación de embriaguez de poder. Está consciente del momento histórico que vivimos y de a qué nos estamos enfrentando. Pero esa misma gente que votó, que hizo actos épicos en esas elecciones, está pidiendo que haya respuestas concretas a la situación económica. La gente está peleando diariamente para resolver problemas que no debería estar resolviendo, como la falta de dinero en efectivo, los precios de la comida y de las medicinas. Allí hay una expectativa de respuesta porque el tiempo se puede conquistar, pero no es infinito en política, ni los cheques son en blanco. Hay allí una temporalidad que debe manejarse con mucho cuidado. Es interesante porque la ANC puede ser ese espacio de integración del poder político con la gente. Es necesario que la ANC vaya a los territorios, debata con la gente y vuelva a hacer un ejercicio de democracia participativa. Allí tiene que haber una conexión muy fuerte, los que están en espacios de poder, de dirección, deben sentarse a escuchar los debates, las críticas, las ideas porque aguas abajo hay conciencia histórica, pero también hay demandas, críticas y una esperanza que todavía está ahí y hay que tener mucho cuidado para que se siga manteniendo.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])

 

MarcoTerruggi.jpg