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En 2015 el presidente Nicolás Maduro denunció un plan de magnicidio en su contra, que involucraba, entre otras personalidades de la oposición, a Antonio Ledezma. Por ello, fue imputado por los delitos de conspiración y asociación para delinquir, y en ese mismo año se le otorgó casa por cárcel como «medida humanitaria».

 

El plan de magnicidio, llamado Operación Jericó, se trataba de un bombardeo al Palacio de Miraflores y la sede de TeleSUR en Caracas, desde un avión Tucano. Ledezma estuvo implicado en ello, así lo confirmaron pruebas administradas por la justicia. 

 

Desde entonces Ledezma estuvo privado de libertad hasta que la noticia de este viernes 17 de noviembre por la mañana lo tuvo de protagonista: el líder de Alianza Bravo Pueblo escapó (no hay detalles sobre el cómo) de su arresto domiciliario y cruzó la frontera hacia Colombia y llegó hasta Cúcuta, donde se encuentra en estos momentos según Inmigración del vecino país.

 

El Nacional recoge sus declaraciones a medios colombianos, como si fuera un héroe: «Fue una travesía ‘peliculesca’. Estamos hablando de pasar más de 29 puestos entre guardias nacionales y policías del Gobierno. Pero Dios es muy grande».

 

Mitzy Capriles, esposa del ex alcalde de Caracas, declaró desde Madrid, España, a Caracol Radio que Ledezma viajará a Europa, muy posiblemente a reecontrarse con ella.

 

Así, uno de los políticos que quedaban de la Cuarta República entra y sale rápidamente del foco mediático para instalarse, por los momentos, en Colombia, país que ha recibido o servido como estación de tránsito para no pocos dirigentes opositores prófugos de la justicia venezolana.

 

De Pedro Carmona Estanga, pasando por Carlos Vecchio, Luisa Ortega Díaz y los «protegidos» de la CIA, el FBI y la DEA, a Antonio Ledezma, todos tienen el signo del golpe. Y muchos de ellos se refugian en Colombia.

 

Contexto de la fuga

 

La fuga de Antonio Ledezma se da en un contexto en el que la coalición opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) se encuentra destrozada por dentro, se anuncia el regreso de las mesas de diálogo entre el Gobierno nacional y la oposición y, además, el chavismo tensa el músculo electoral con la alta participación a las elecciones constituyentes y la victoria del 15 de octubre pasado, por los comicios regionales.

 

Ledezma forma parte de ese clan antichavista que no reconoce los procederes actuales de la MUD, puesto que se ubica del lado de las María Corina Machado y los Freddy Guevara de la oposición. El contraste entre los confrontacionistas (los Machado-Guevara) y los electoralistas (los Ramos Allup de la partida) es bastante pronunciado, y en ese juego político ya no cabe una figura como Ledezma, quien ni siquiera pudo terminar de ejercer el último cargo público por el que fue electo, debido a los mencionados planes de magnicidio contra el Presidente de la República y sus posteriores consecuencias.

 

En tiempos donde se impone la vía política para resolver los conflictos entre antagonistas en Venezuela, gracias a la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), Ledezma sólo estorbaría por ser uno de los dirigentes de la oposición que ha favorecido los escenarios violentos, como fue su apoyo al plan «La Salida» de 2014 que dejó más de 40 muertos y miles de heridos.

 

De hecho, este año se fundó un nuevo movimiento opositor antagonista de la MUD, Soy Venezuela, financiado por el Departamento de Estado y del cual Ledezma, junto a la Machado, es una de sus caras más visibles.

 

En agosto de este año, Ledezma fue trasladado durante tres días a la cárcel militar de Ramo Verde (estado Miranda) por un plan de escape que fue denunciado en su momento por el Gobierno Bolivariano.

 

El silencio mediático en torno a este plan es inverso a la bulla informativa que ahora se hace en torno al fabricado heroicismo de Ledezma como actor de un escape de «película», como así lo titula El Nuevo Herald de Florida.

 

Breve perfil y prontuario

 

Antonio Ledezma es uno de los políticos venezolanos que mayores cargos públicos referidos a Caracas ha tenido. Su perfil dan las claves en torno a una figura que encarna una de las personalidades más detestadas por las clases populares caraqueñas.

 

Entre 1992 y1993 fue gobernador de Caracas por mandato presidencial, antes de que se implementaran las elecciones regionales y municipales. El periodo 1996-2000 fue alcalde electo por voto popular del Municipio Libertador.

 

Fueron durante esas gestiones que aparecieron grupos de exterminio a lo interno de la Policía Metropolitana de Caracas, llamados «Los Pantaneros» y otro de nombre «Grupo Fénix». Estos fueron famosos durante la década neoliberal de 1990 por haber protagonizado escándalos de matanzas en barrios de la capital, en el marco de una política represora de corte clasista, es decir, contra estudiantes, desempleados, buhoneros, ancianas y ancianos, niños de la calle, homosexuales, incluso colombianos, todos pobres.

 

Sus conexiones lucrativas con la Cámara Inmobiliaria dieron pie, precisamente, a la especulación inmobiliaria y parcelaria de Caracas, cuyas consecuencias aún se perciben y reproducen en ese viacrucis en torno a la vivienda en la ciudad capital.

 

En esta tribuna se dijo anteriormente: «Ledezma es la versión más acabada y perfilada del político de la Cuarta República de fin de siglo. No podemos decir que es el político más devaluado y repulsivo de la Quinta porque ahí está Ismael García ostentando el título (y mira que ese es difícil). Pero ‘El Vámpiro’ Ledezma (con acento en la a) sin embargo firma siendo el hombre cuartorrepublicano por excelencia».

 

Sus inicios políticos con Acción Democrática lo ligan más a la línea de Carlos Andrés Pérez (CAP), esa que se funde con altos ejecutivos de Nueva York y «el mercado», y se aleja de la figura de Henry Ramos Allup. Fue dirigente regional en San Juan de los Morros, y ascendió dentro del aparato adeco más por sus dotes leguleyas alcanzando un puesto en el Comité Ejecutivo Nacional.

 

Con dotes para ejercer de tecnócrata amigo del poder financiero, listo para adaptarse a la Venezuela post-saudita y neoliberal, como lo hicieran los Doce Apóstoles de CAP, no encajó al final en esa nomenclatura privada. Sus cargos delimitados estrictamente a Caracas le encontraron límites al ser, finalmente, un cuadro político de provincia.

 

Lo que no le quitó las ganas de aspirar a la Presidencia de la República, mucho menos la impronta para coordinar acciones beligerantes en el marco de golpes de Estado.

 

Durante la era chavista, Ledezma se ha presentado como un señor que dice que da la cara, que se presenta como «lo nuevo» y la nueva alternativa para Caracas y el país. Supo construirse esa imagen al extremo de la victimización: la de huelga de hambre en la que participó en 2011 fue una muestra palmaria.

 

Por los cargos con que fue arrestado, más su participación activa durante el plan fallido «La Salida» en 2014, es notorio que una fuga, para Ledezma, representa otro signo del fracaso político del adequismo neoliberal y la vía violenta al golpe contra el chavismo. Comparte el podio con Freddy Guevara.

 

Porque aquí en Venezuela, también como a Guevara, nadie lo quiere ya.

 

Así, Ledezma se suma a la lista de dirigentes opositores que se rasgaron las vestiduras en el pasado para decir públicamente que lucharían hasta el final contra el «rrrrégimen» y terminaron por vivir cómodos en el exterior (Colombia, EEUU, Europa) antes de hacerse cargo en vida de sus actos y palabras.

 

(Misión Verdad)