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Resulta difícil, incluso para los expertos en el tema, mencionar una razón sólida o irrebatible del porqué una pareja con una historia romántica y una vida en común deja de encontrar en el sexo un punto de unión y de excitación. Un problema común del que casi nadie habla.

 

La situación es más frecuente de lo que se cree, a pesar de lo poco que se habla de ella y de las mentiras y apariencias que a veces la rodean. Los protagonistas son dos cuerpos antes amorosos, antojados e inseparables que ya no hablan el mismo lenguaje y que se resignan a acomodarse en una relación en la que el sexo pasa a ser la última de sus prioridades, después del dinero, el trabajo y los hijos.

 

La historia podría titularse de muchas maneras: ‘Las noches de una pareja que no tenía sexo’, o ‘La vida de un hombre (o una mujer) que quería más sexo que su pareja’, o la ‘Historia de ‘tengo dolor de cabeza’ y otras disculpas para no hacer el amor’.

 

Todos, seguramente, serían títulos válidos para ilustrar este tema, pero ninguno del todo exacto. El que más se acercaría a la realidad que viven muchas personas que dejaron de tener sexo frecuente con sus esposos, novios o compañeros estables sería ‘Historia de una pareja que nunca habló de sus problemas y por ello terminó con su vida sexual’.

 

Así lo explica la sexóloga Flavia Dos Santos, para quien la incapacidad de hablar acertadamente de los problemas habituales de una pareja -dificultades económicas, estrés laboral, diferencia de gustos, cotidianidad sexual e incluso infidelidad- es la principal causa de que dos personas con una historia romántica y sexual en común se alejen en la intimidad y sean extraños dentro de su cama.

 

“Muchas personas dejan de tener sexo curiosamente por conflictos mal resueltos. Empiezan a tener dificultades menores que no se solucionan y van aumentando o creando resentimientos que van bombardeando las relaciones”, asegura la experta brasileña.

 

Razones crudas, pero realesNo hay registros actuales o certeros que aporten cifras o conclusiones sobre un tema del que tampoco se explora mucho en estudios serios, pues pocos se atreverían a confesar públicamente que no tienen sexo con la pareja con la que comparten la vida y con la que se presentan como esposo y esposa.

 

Al respecto, un artículo titulado ’43 personas casadas confiesan por qué dejaron de tener sexo con sus parejas’, publicado en marzo de este año por un sitio de internet llamado Thought Catalog, reveló algunas razones tan crudas como ciertas.

 

“Porque ya no estaba enamorado”, “porque mi exesposa usaba el sexo para manipularme”, “porque ella engordó y ya no me atraía”, “porque me dijo tantas veces que no, que dejé de preguntar”, “porque nuestra rutina sexual era tan predecible que me aburría”, “porque la infertilidad se volvió más importante que el placer”, fueron algunas de las causas mencionadas por los entrevistados.

 

Para la psicóloga María Elena López, “es una realidad cada vez más frecuente y mezcla de muchos factores: un paradigma idealizado de la sexualidad (tipo 50 sombras de Grey); un entorno erotizado por la pornografía; el uso de redes sociales para intercambios sexuales; la falta de tiempo, el exceso de trabajo y la necesidad de tenerlo todo que produce cansancio y desborda”, señala López. 

 

Para ella, también es importante aceptar que la sexualidad va cambiando a medida que la relación pasa por distintas etapas. “Es diferente cuando la pareja está sola, cuando llegan los hijos o cuando estos se van. Se transforma por causa de un accidente, una quiebra, un traslado. La sexualidad es un tema muy sensible que puede impactarse por muchos factores”, añade.

 

Mitos y verdades

 

Sobre la creencia popular de que con el paso de los años se pierde el interés sexual por el otro, la sexóloga Dos Santos tiene su opinión: “No estoy de acuerdo con que se diga que después de un año en pareja se acaba el deseo. ¡Eso no es verdad! Existen parejas que mantienen una comunicación y una complicidad tan grande que los acompaña siempre, así como hay otras que nunca la tienen”, dice.

 

Lo que sí hay, dice, son momentos en la vida en que invertimos en otras cosas como la carrera, el crecimiento de los hijos, la enfermedad de un familiar. “Es natural que a lo largo de la vida haya bajonazos y subidas en el deseo sexual, pero no tienen que ver con el otro, no es que uno se aburra del otro. Es un tema de distracción mental e inversión emocional en otras áreas”, explica.

 

Agrega que el tema no se debe cuantificar, “porque la sexualidad humana no es sobre números; nosotros no cuantificamos placer, no cuantificamos amor y no cuantificamos cuánto tiempo una persona mantiene el deseo”. Señala que cada persona tiene su propia libido que le hace sentir más o menos deseo de sexo, y eso en ciertos momentos de la vida aumenta o disminuye.

 

Por eso tampoco se puede hablar de normalidad o anormalidad en la frecuencia sexual, “porque si para una pareja es normal hacer el amor tres veces a la semana, para otra lo ideal puede ser hacerlo cada 15 días. “Siempre y cuando las dos personas estén de acuerdo y gratificadas y con el mismo nivel de poder en la cama, todo es normal. Lo que consideramos problemático es cuando una de las partes se siente no gratificada, es decir, una de las partes tiene más deseos que la otra y siente que le está faltando o que está dando demasiado”, explica Dos Santos.

 

6 consejos que puedes aplicar

 

«Tanto Flavia Dos Santos como María Elena López coinciden en que si bien la ausencia de sexo es un problema delicado, no tiene por qué ser el fin de una relación.

 

“Lo ideal es que cuando uno sienta que está teniendo problemas busque ayuda profesional, se sienten y hablen. 

 

Hablar de sexo es tabú, pero hablar dentro de las parejas es doblemente tabú; las parejas tienen miedo de hablar de sexo. Tienen miedo de ser criticadas, tienen miedo a lo que el otro va a pensar. Y sí, deben buscar ayuda, porque ayuda hay, pero no como el último recurso”, enfatiza Dos Santos.

 

Por su parte, María Elena López da los siguientes consejos:

 

No dejen que el sexo permee otras áreas de la relación como la comunicación, la convivencia y el afecto. Declaren áreas libres de conflicto que les permitan abordar mejor el tema de la sexualidad.

 

Escojan momentos apropiados para hablar del tema, no en medio de una discusión.

 

Estimulen la vida sexual con cosas nuevas. La energía sexual no es un torrente que siempre está disponible. Hay que evocarla, propiciarla, estimularla.

 

Atrévanse a hacer cosas diferentes y a tomar la iniciativa: cambiar roles, erotizar el ambiente, crear nuevos encuentros.

 

Fortalezcan los lazos de afecto, admiración y consideración por el otro.

 

Rompan los paradigmas que se tienen sobre la relación entre el cuerpo (delgadez, belleza, juventud ) y la satisfacción sexual. 

 

(eltiempo.com)

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