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“Mari, mari” (buenos días), dijo el Papa Francisco al comenzar su homilía en Temuco, que se desarrolló en el aeródromo de Maquehue, el cual fue construido en tierras tomadas de los mapuches a inicios del siglo XX, y que además fue utilizado como centro de detención durante la dictadura de Augusto Pinochet.

 

Estas dos cosas convierten al reciento en un lugar lleno de dolor tanto para el pueblo mapuche como para las familias de las víctimas de violaciones a los DDHH. Y así lo hizo sentir el Pontífice que ofreció la ceremonia a “todos los que sufrieron y murieron, y a todos los que cada día llevan sobre sus espaldas el peso de tantas injusticias”.

 

Además, hizo un especial saludo a todos los pueblos originarios del país. En cuanto a La Araucanía, manifestó que “si miramos con ojos de turista nos dejará extasiados, pero luego seguiremos nuestro rumbo sin más, pero si nos acercamos a su suelo lo escucharemos cantar ‘Arauco tiene una pena que no la puedo callar, son injusticias de siglos que todos ven aplicar’”, haciendo referencia a la reconocida canción de Violeta Parra.

 

De esta forma, el Pontífice llamó a la unidad en la región y manifestó que “la riqueza de una tierra nace precisamente de que cada parte se anime a compartir su sabiduría con los demás. No es ni será una uniformidad asfixiante que nace normalmente del predominio y la fuerza del más fuerte, ni tampoco una separación que no reconozca la bondad de los demás”.

 

“Necesitamos de la riqueza que cada pueblo tenga para aportar y dejar de lado la lógica de creer que existen culturas superiores o inferiores”, agregó.

 

Por otra parte pidió terminar con la violencia, la cual “termina volviendo mentirosa la causa más justa”.

 

“Existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación terminan amenazándolos. En primer lugar debemos estar atentos a la elaboración de bellos acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados sí-y necesarios-, pero que al no volverse concretos terminan borrando con el codo, lo escrito con la mano. Esto también es violencia, porque frustra la esperanza”, dijo Francisco.

 

Pero además, señaló que el reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. “No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro”, dijo el Papa que explicó que esto lo único que hace es despertar más violencia y división. “La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa”.

 

“Busquemos en cambio el camino de la no violencia activa, como un estilo de política para la paz. Busquemos, y no nos cansemos de buscar, el diálogo para la unidad”, añadió.

 

(LaTercera)

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