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Al poeta Tarek William Saab se le acaban las metáforas, los símiles y demás figuras literarias cada vez que intenta describir el panorama que consiguió en agosto de 2017, cuando la Asamblea Nacional Constituyente lo designó Fiscal General de la República. “Observamos que el Ministerio Público (MP) se había convertido en una máquina de extorsionar. A pesar de su gran poder, había sido diezmado, estaba muerto, existía solo como nomenclatura y como mecanismo de terrorismo judicial. Hubo una absoluta complicidad del antiguo MP con los grandes delitos vinculados a la corrupción. Era un MP degradado, en ruinas moralmente, sepultado en la nada, sin ánimo, con unos equipos ganados al delito”.

 

En entrevista exclusiva con Supuesto Negado, Saab (El Tigre, 1962) hizo un balance de lo que ha avanzado la institución que dirige, cuando está cerca de arribar a medio año de actividades; habló de las perspectivas de la gestión (aunque no quiso hacer anuncios ni promesas); y reveló los cambios que este nuevo rol ha generado incluso en su vida cotidiana.

 

Este era un MP de un extremo bajo perfil (lo que contribuía a la corrupción) que solo judicializaba casos de delitos comunes vinculados a barriadas populares.

 

Nada improvisado

Al iniciar su autoevaluación del trabajo realizado hasta ahora, el fiscal general expresó que ha sido “una lucha sumamente planificada que ha obedecido a un plan de acción, sin ningún rasgo de improvisación”.

 

“Desde la primera rueda de prensa, se dijo que el MP sería un órgano de investigación penal no solo para sancionar a las personas de los sectores populares que hubiesen cometido hechos punibles, sino también a altos funcionarios que se viesen incursos en actividades delictivas. Eso significaba transformar el MP que habían liderado mis antecesores. Este era un MP de un extremo bajo perfil (lo que contribuía a la corrupción) que solo judicializaba casos de delitos comunes vinculados a barriadas populares, ejercía el derecho penal solo para sancionar a los más pobres”.

 

En esos primeros días, Saab y su equipo resolvieron meterle el pecho a varios de los casos que estaban engavetados, destacando entre ellos el de los contratos de la Faja Petrolífera del Orinoco, el otorgamiento irregular de divisas (Cadivi-Cencoex), el de los Panamá Papers y el caso Odebrecht.

 

“Había un bufete, el de Parra Saluzzo, vinculado con una amistad superestrecha a la ex fiscal general (Luisa Ortega Díaz) que hacía las veces de gran operador en ese MP ganado para la extorsión. Ese era el bufete privado que gestionaba la absolución de los presuntos delincuentes de cuello blanco. Uno de esos casos fue el de Odebrecht, en el que Parra Saluzzo tuvo un contrato de ocho millones de dólares, de los cuales recibieron tres millones solo por lograr que se levantaran las órdenes de detención. Hay declaraciones de Parra Saluzzo hablando abiertamente de estos casos y de su vínculo con la antigua fiscal”.

 

Hay que dar una gran batalla para sanear el sistema de justicia, que está podrido en todas sus partes

 

Justicia puertas adentro

El ex defensor del Pueblo, ex gobernador de Anzoátegui y ex diputado a la Asamblea Nacional afirma que el MP no está limpiando solamente la corrupción de otras instituciones, sino también la de puertas adentro. De allí que trece fiscales hayan sido puestos a la orden de tribunales por delitos de tráfico de influencias, extorsión y soborno. Sus víctimas eran personas a las que se les montó un caso para imputarlos y extorsionarlos. También otras ya imputadas a quienes se les extorsionaba para no acusarlos.

 

“La corrupción en el MP era una cultura. Por eso hay muchos exfuncionarios que viven como reyes, con grandes fortunas y negocios, en otros países o acá mismo, luego de haber sido simplemente fiscales superiores de un estado. Hay que dar una gran batalla para sanear el sistema de justicia, que está podrido en todas sus partes. Nosotros acá, desde el MP, hemos dado un gran paso, pero nada lograremos si no se sanea todo el sistema de justicia: el Poder Judicial, los órganos auxiliares y el régimen penitenciario”.

 

Les hemos ido quitando una renta económica a los que, como corruptos, se sirvieron de la corrupción.

 

Corruptos que viven de la denuncia

Al hablar de los alcances del problema de la corrupción, Saab señala que es tan retorcido que algunos denunciantes de presuntas irregularidades han creado una industria para vivir de eso. “El tema de la corrupción judicial es tabú. Lo han usado personas vinculadas a los grandes medios o a la nueva moda de las páginas o canales digitales para establecer otros mecanismos de extorsión. Se supone que están luchando contra la corrupción, pero no es cierto. Lo que hacen es extorsionar a quienes aparecen vinculados a casos de irregularidades con fondos públicos. En eso hay gente muy famosa y célebre, a la que no vale la pena mencionar. Nosotros, con nuestra iniciativa, le hemos arrebatado la bandera de la lucha contra la corrupción a quienes se servían de ella económicamente. Eso es muy cómodo: sin ser juez o fiscal, escribes una nota con un 10% o un 20% de verdad o, incluso, con un 100% de mentira, para luego caerle a la víctima y decirle que ‘si me pagas tantos millones o miles de dólares o si me das una casa o un carro, dejo de hablar de tu caso’. Eso es tan delictivo como el peor crimen. Les hemos ido quitando una renta económica a los que, como corruptos, se sirvieron de la corrupción”.

 

“¿Hasta dónde va a llegar este señor?”

Cuando se le pregunta en torno a la respuesta que ha recibido el MP en esta cruzada contra la corrupción, el fiscal general señala varias etapas.

 

-“Esta lucha desconcertó inicialmente a mucha gente. Luego hubo incredulidad. Después ha habido asombro. La gente se pregunta: “¿hasta dónde va a llegar este señor?”. Finalmente observo un gran apoyo, un respeto por parte de la mayoría. Es obvio que los corruptos jamás van a ser aliados de una lucha como esta porque les estamos quitando un negocio. Se ha consolidado y se ha hecho irreversible la lucha por la justicia. No solo contra la corrupción sino por la justicia, por poner orden en la administración pública”.

 

Se supo de personas que no tenían ni siquiera una cooperativa y, de pronto, eran dueños de yates, de barcos, de grandes mansiones.

 

Caso Pdvsa

Uno de los casos bandera de la Fiscalía ha sido hasta ahora el de Pdvsa. “Llegando aquí, solicité a la presidencia de Pdvsa que me entregara la auditoría de los contratos con presunto sobreprecio en la Faja –relata Saab–. Me la entregaron y me sorprendí al ver que ellos, con solo haber auditado a diez empresas, reconocían un daño patrimonial de 200 millones de dólares. Y eso era apenas una pequeña parte de los contratos que se otorgaron, cuyo monto asciende a 35 mil millones de dólares. Eso no se había investigado en el MP. Esa auditoría me impactó mucho, a pesar de que había oído rumores. Siendo gobernador de Anzoátegui, escuchaba decir que en la Faja había una Pdvsa paralela. Se supo de personas que no tenían ni siquiera una cooperativa y, de pronto, eran dueños de yates, de barcos, de grandes mansiones. Esa auditoría fue el punto de partida, pero acá decidimos ir a fondo en toda Pdvsa”.

 

-¿Cuál ha sido la posición del gobierno al respecto?

 

-“Debo decir que conté desde el principio con el apoyo incondicional del jefe del Estado. Jamás se me ha dicho que me meta por un lado y no por otro”.

 

Los adjetivos también le faltan a Saab para calificar los escándalos que han encontrado dentro de la petrolera estatal.

 

-“El caso de Petrozamora es dantesco: una pérdida de quince millones de barriles en dos años, unos mil millones de dólares. El maquillaje de cifras en Pdvsa Oriente es vergonzoso. Los sobreprecios en los contratos en Bariven son groseros. En Pdvsa Monagas se cometió el delito de devastación de seriales de 1 mil 300 vehículos de Pdvsa, Monagas, un caso equiparable a la delincuencia común de la peor calaña. El caso que yo llamo del buque fantasma es increíble: una chatarra que estuvo el 60% del tiempo anclado, pero se cobró el 100% con sobreprecio durante años. Tenía un nombre rimbombante, Petrosaudí Saturn. Era un proyecto bandera de Rafael Ramírez, y mucha gente, incluso en el alto gobierno, creía que tenía algo que ver con Arabia Saudí. No. Era una empresa fantasma, registrada en una isla del Caribe. Los saudíes no tenían nada que ver”.

 

Tenemos un balance que mostrar: 70 privados de libertad, entre ellos 18 altos gerentes, incluyendo un ex ministro y un ex presidente de Pdvsa

 

Y sigue con los adjetivos:

 

-“El caso de la Oficina de Viena es atroz. Se creó para darle el justo valor a nuestro petróleo en el mercado internacional, pero hizo lo contrario: se dedicó a subvalorar de manera ex profesa. Ellos esperaban la cotización del petróleo mexicano para, sobre esa base, colocar la nuestra. Eso se hacía así porque Bernard Mommer estaba relacionado con quienes tasaban el factor K, una manera de calcular el valor del crudo, incluyendo variables geopolíticas. Mommer tenía una especie de poder omnímodo, fue el verdadero ministro de Petróleo tras bambalinas porque esa oficina, con su nombre rimbombante de Inteligencia Petrolera, contrató a una empresa austríaca, JVC Energy, por un monto de 500 mil euros anuales. Eso era un aguaje. Le entregaban toda la información confidencial del petróleo venezolano. Esa empresa les pasaba esos datos a los compradores extranjeros. Nos hicieron perder de dos a seis dólares por barril en cada venta. Por eso estimamos que hubo una pérdida de 4 mil 800 millones de dólares”.

 

El fiscal general responde a quienes han defendido a Mommer diciendo que él no puede ser un corrupto porque es un profesor prestigioso y escribió un libro. “Eso no tiene nada que ver. El talento sin probidad es un azote. Lo cierto es que ni él ni Rafael Ramírez han podido responder a los señalamientos concretos. Ramírez ha llegado al nivel de indecencia de defender a los corruptos que están presos. Se quiere, con consignas, desvirtuar una investigación seria”.

 

Los avances logrados en los casos de Pdvsa llevaron a Saab y su equipo a concluir que la lucha contra la corrupción es posible, que puede rendir frutos. “Tenemos un balance que mostrar: 70 privados de libertad, entre ellos 18 altos gerentes, incluyendo un ex ministro y un ex presidente de Pdvsa. Esto prueba que la cosa ha sido de una magnitud colosal”.

 

Si alguien es responsable de un hecho, admite su responsabilidad y delata a sus cómplices no se vuelve inocente. Todo lo contrario, es condenado más rápidamente, pero da lugar a acciones civiles.

 

Caso Cadivi-Cencoex

Otro de los grandes casos de Saab en sus casi seis meses de trabajo es el relativo a la entrega de divisas preferenciales.

 

“La anterior fiscal sobreseyó las causas que se habían abierto en materia de corrupción cambiaria. El 20% que terminó judicializado corresponde a los raspacupos, personas naturales que cometieron irregularidades, pero las empresas fueron sobreseídas. ¿A cambio de qué… por qué? Nosotros en cuatro meses hemos imputado a 21 dueños de empresas que pidieron divisas para importar rubros y no los importaron o, si lo hicieron, aplicaron sobreprecios de hasta 180.000%. Una mercancía de 0,5 centavos de dólar, la cotizaron en 600 dólares para pedirle a Cadivi-Cencoex, ¡y allí se los otorgaron! Ahora estamos evaluando cien empresas más. Los inconformes dirán que son mucho más de cien… Claro, pueden ser miles, pero por algo tenemos que empezar. Además, aquí trabajamos con evidencias, con documentos. Me opongo a montarle una olla a alguien y me opongo a violar el debido proceso. Si alguien es responsable de un hecho, admite su responsabilidad y delata a sus cómplices no se vuelve inocente. Todo lo contrario, es condenado más rápidamente, pero da lugar a acciones civiles”.

 

-¿Así ocurrió en el caso de Manuel “Coco” Sosa?

 

-“En ese caso han ocurrido cosas contradictorias. Cuando lo detuvieron, se dijo que era un personaje menor, un pendejo. Hasta alegaron cuestiones de carácter personal para decir que era víctima de una venganza. Nosotros demostramos que no era tan “pobrecito” porque había vendido con sobreprecio unas impresoras (lo que valía 3 mil lo facturó en 350 mil). Afortunadamente no llegaron a pagarle. De hecho, a título de anécdota, él se quejó con los fiscales diciendo que “Pdvsa me debe un realero”. La delación nos llevó a detener a los gerentes que estaban con él en ese negocio ilícito. Entonces, cuando obtuvo una reducción de la pena por admitir los hechos y delatar a los cómplices, la misma gente que decía que era un pobrecito pendejo, quería que lo ejecutáramos en un paredón”.

 

Explicó Saab que en otros casos también funcionó la delación de un detenido. “El gerente implicado en el caso de Petrozamora fue quien nos llevó a Orlando Chacín, ex presidente de la Corporación Venezolana del Petróleo, y luego a Eulogio del Pino, ex presidente de Pdvsa”.

 

Otros delitos

El fiscal agregó que la lucha del nuevo MP no es solo contra la corrupción administrativa, sino también contra la delincuencia organizada, las mafias, la trata de personas, redes de prostitución, pedofilia el tráfico de drogas, el secuestro.

 

“En el caso de Joel Palmar, capo de las drogas, detectamos que en dos expedientes anteriores a ese personaje lo exculparon aquí en el MP. ¿A cuenta de qué y por qué? Habrá que investigar a los responsables. Muchas causas de delitos comunes se caían porque los fiscales no iban a las audiencias”.

 

-¿Tienen capacidad o necesitan crecer para atender tantos delitos?

 

-Hemos hecho un gran esfuerzo porque conseguí un MP degradado, en ruinas moralmente, sepultado en la nada, sin ánimo, con equipos ganados al delito. Se tasaba monetariamente hasta la devolución de una moto a un trabajador. Una línea de investigación que hemos abierto es la actuación delictiva de las depositarias judiciales que tienen en su poder los vehículos, y cuando los entregan están desvalijados.

 

Empezamos por lo más complicado difícil, lo que parecía intocable, como es Pdvsa, que se consideraba un Estado dentro del Estado, algo omnipotente.

 

-En materia de corrupción, ¿aproximadamente qué porcentaje ha sido tocado hasta ahora, con los casos expuestos?

 

-“Nosotros no empezamos por lo más pequeño. No trabajamos con chivos expiatorios ni con chinos de Recadi porque eso es una estafa a la opinión pública. Esos eran aguajes de la Cuarta República. Comparemos el Chino de Recadi con 42 órdenes de detención contra empresarios que hemos librado en cuatro meses. Empezamos por lo más complicado difícil, lo que parecía intocable, como es Pdvsa, que se consideraba un Estado dentro del Estado, algo omnipotente. Muchos de los altos funcionarios que pasaron por ahí decían que Pdvsa era inauditable. Esa era una frase extraña, para no decir otra cosa. Nosotros rompimos con ese mito. Ahora, tengo que decir que la cultura de la corrupción se afianzó de tal manera en Venezuela que se convirtió en un deporte, un método de trabajo ilícito, un espacio para montar carteles y mafias, un hobby y hasta una máquina de matar. Va de lo macro a lo micro, con una amplia red de complicidades corruptas y corruptoras. Por eso no podemos dar fechas de principio y fin de la lucha ni tampoco porcentajes de un gran total”.

 

En todo caso, para 2018 el MP tiene un enorme cúmulo de trabajo pendiente. El fiscal menciona 75 mil causas en materia de familia y menores, y 20 mil expedientes no concluidos en el área de drogas.

 

-¿La lucha contra la corrupción tiene fines políticos?

 

-Esta institución es para hacer justicia. No se le puede usar como un instrumento de revancha para resolver impasse personal, familiar, económico o lo que sea. El MP debe ser actor de buena fe, garante de la legalidad y los derechos humanos. Debemos ser proactivos, buscar justicia sin pretender linchamientos porque en algunos casos se quiere la pena de muerte o la cadena perpetua, y estamos en contra de eso. La gran aspiración estratégica es que el MP defienda la justicia y la legalidad para que haya orden. Siento que mucha gente nos está acompañando en esa idea de lograr una revolución ética y moral.

 

-¿Cuáles serán los próximos casos?

 

-El que haya expectativa al respecto es una prueba de que algo cambió. Esta institución no generaba nada, a pesar de todo el poder que tiene. Eso me da una gran responsabilidad y no me gusta improvisar ni adelantar qué vamos a hacer o cómo lo haremos. No queremos dar la impresión de que tenemos un escaparate lleno de casos y que nosotros vamos escogiendo cuál sacar a la luz. No es así. Actuamos a escala nacional para atender todos los casos que se vayan presentando y, a la vez, para reabrir todo lo que llegó aquí y fue engavetado. Prefiero hablarle a la opinión pública cuando ya tengamos listas las investigaciones, toda la documentación, las órdenes de aprehensión o las personas ya puestas a derecho. Pero es natural que en un lugar donde hubo tanta impunidad se haya acumulado el trabajo. Aquí se aplicaba todo el peso de la ley al más pobre, al que no tenía recursos para contratar un bufete que estuviera en la movida.

 

Claro que debo decir, con responsabilidad, que mi antecesora inmediata fue la que llevó la degradación a su peor nivel.

 

-Usted ha mencionado en forma general a sus antecesores. Allí está Luisa Ortega Díaz, con toda la polémica que ha generado su caso. Pero también está un hombre como Isaías Rodríguez. ¿Cómo valora su gestión aquí?

 

-He sido muy cuidadoso en no personalizar, sobre todo en los que han sido designados durante la vigencia de la Constitución de 1999. Menciono a los anteriores a ese año porque nadie se acuerda ni de que existieron y recordarlos tiene un valor pedagógico. Más allá de personalizar en uno o en otro, hablo de una anterior institución global, que durante décadas tuvo demasiada contaminación, toxicidad de los poderes fácticos. ¿Cuántos grandes banqueros y empresarios salieron impunes de grandes desfalcos contra el pueblo de Venezuela sin que aquí se hiciera nada? ¿Por qué no se judicializaron las grandes masacres que ocurrieron en el país: el Caracazo, Yumare, Cantaura, El Amparo? Es una canallada pretender que Tarek William Saab haga en cuatro meses lo que no se hizo en 50 años. En eso la opinión pública ha sido respetuosa. Cuando comenzamos, alguna gente, sobre todo defensores de los corruptos, dijeron que era tarde para comenzar esa lucha. Pero, ¿si no la hacíamos en ese momento, cuándo lo íbamos a hacer? Lo que tenemos que hacer es romper con una cultura de debilidad, temor y complacencia con los grandes delitos. Claro que debo decir, con responsabilidad, que mi antecesora inmediata fue la que llevó la degradación a su peor nivel. Esto está comprobado, no porque yo lo diga, sino porque todo ha salido a flote. Pero no he sido dado a polemizar ni con ella ni con nadie porque eso desgasta y desenfoca de la lucha en la que estamos. Nosotros tenemos que mostrar resultados porque es por nuestras obras que nos conocerán.

 

Saab compara sus cuatro meses de gestión con todo lo ocurrido anteriormente. “¿Qué hicieron (César) Naranjo Ostty, (Pedro J.) Mantellini, (Héctor) Serpa Arcas, Iván Darío Badell, (Rafael) Pérez Perdomo, (Ramón) Escovar Salom en este organismo? No hubo un trabajo sistemático en pro de la justicia, de los derechos humanos. Los que me antecedieron en este cargo, especialmente en los años 60, 70, 80 y 90 fueron cómplices absolutos de muchas violaciones de los derechos humanos cometidas por los gobiernos. Nosotros hemos hecho historia al judicializar casos de violación de derechos humanos en los que los responsables son funcionarios policiales y militares, como la Masacre de Barlovento y el asesinato de David Vallenilla. Vendrán otras cosas porque esa es nuestra línea de trabajo”.

 

Prisionero, en la práctica

-Usted está enfrentando a grandes poderes del mundo y a sectores delictivos muy temibles. ¿Cómo lo maneja?

 

-Me ha afectado hasta en mi propia personalidad. Soy un hijo de la generación de los años 60. Nací en el 62, pero recibí la influencia del movimiento hippie, del pacifismo, de los movimientos de izquierda, de la contracultura, de las tendencias literarias de entonces. Vengo de ahí y todo eso me lleva a la lucha por los derechos humanos. Quiero decir que soy por naturaleza un ser libre, un rebelde con causa, un poeta y un ciudadano común que va donde va cualquier otra persona, que anda en la calle, al aire libre. En mis anteriores responsabilidades, a pesar de todo, tenía libertad de movimiento. Ahora hubo un cambio drástico. Se me ha limitado severamente esa libertad. Mucha gente ha jugado hasta de manera necrofílica con este cargo mío, vaticinando que voy a ser víctima de un atentado. Hay influencers, como se le dice ahora, que me ponen a mí como un objetivo a eliminar. Eso circula en redes sociales y algunos lo repiten de buena fe. Dicen que me van a matar. Obviamente, yo me niego a aceptar ese vaticinio. Creo en el destino, creo que las cosas están escritas y no necesariamente para la fatalidad, aunque sé los intereses que he pisado. No hay nada más peligroso que tocar los intereses del capital transnacional. El dinero producto de la corrupción lo mueve todo, lo lícito y lo ilícito. Estoy consciente de eso, pero tampoco tengo un sentido fatalista. Me cuido, trato de tener fe en que las fuerzas del mal serán espantadas por el bien, por la espiritualidad. En eso soy místico, me encomiendo a las fuerzas nobles. Ahí me sale lo milenario de mis orígenes árabes: “Lo que ha de ser, será”.

 

Yo aspiro que lo que sea siempre sea bueno. Sería muy melancólico y triste que se cumpla ese vaticinio de que un simple y vulgar matón a sueldo acabe con un sueño de justicia. También siento que mientras más apoyo tenga esta lucha, uno irá logrando inmunidad ante esos malos propósitos. Uno se convierte en víctima cuando está al descampado, cuando te dejan solo. El día que los periodistas no me hagan esa pregunta será porque la sociedad no me acompaña. Esta es una batalla cultural, ideológica, cultural. Si esta estrategia la despersonalizamos y la convertimos en algo que debe cumplir el fiscal general, pero también hasta el último fiscal en cualquier parte del país, cuando se globaliza la lucha, cuando se le hace parte de la institución ya queda como un valor permanente. Es lo que yo aspiro: que esto trascienda mi nombre, que quien esté aquí mañana o pasado continúe con este enfoque de ser un instrumento para la justicia, la paz, la legalidad, los derechos humanos y la recuperación de la convivencia ciudadana. En esa lucha estamos. Lo demás es tomar las medidas de protección que recomienda el abecé de la seguridad y encomendarse a Dios.

 

(latabla.com)

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