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Oscar Pérez y los aliados que lo impulsaron a tratar de fundar la Resistencia armada contra el Gobierno Bolivariano, fueron derrotados.

 

Perdió.

 

Robó un helicóptero y cargó con armas y explosivos usados para atacar edificios públicos.

 

Anunció su voluntad de organizar un grupo armado para derrocar al Gobierno y definió como objetivos lugares y personas.

 

Asaltó un cuartel y se apoderó de más armas y municiones que, volvió a anunciar, usaría para matar y destruir.

Amenazó, instigó y promovió abiertamente el uso de la violencia especializada para acabar con lo que llamaba la narcodictadura.

Pero ese enemigo que él eligió es un Estado con la obligación y los recursos para protegerse y garantizar la seguridad de sus instituciones y sus ciudadanos.

Fue Pérez quien lanzó el reto. Él escogió solo y libremente a su enemigo.

No hay nada que indique que el Gobierno lo haya seleccionado a él o su grupo como un objetivo.

Ni Maduro ni Reverol estaban obligados a reducir las capacidades, el pie de fuerza y el poder de fuego para ajustarse a las condiciones de Pérez y su grupo para asegurar un “equilibrio” en la confrontación propuesta por el retador.

El lunes ocurrió un episodio más de la confrontación y Pérez la perdió en forma definitiva. Antes había ganado algunos de los episodios como el propio secuestro del helicóptero.

Esta vez la suerte no lo acompañó.

“Game Over”.

 

Víctor Hugo Majano

 

(latabla.com)