El documentalista e investigador Daniel Quintero, director de los incisivos documentales Conexión Cúcuta, ha constatado sobre el terreno mismo la realidad del contrabando de extracción y del tráfico de dinero en efectivo, dos de los muchos mecanismos que se utilizan para bombardear a la economía venezolana desde Colombia.

 

En entrevista exclusiva con La Iguana.TV, Quintero (Caracas, 1982) expuso su visión de estos preocupantes fenómenos. A continuación, una versión del diálogo que el cineasta sostuvo con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-¿La situación del contrabando y el tráfico de dinero efectivo se ha agravado en los últimos tiempos?

 

-La situación de la frontera es muy compleja por los niveles de contrabando de extracción, producto de la devaluación que nos han montado las grandes mafias. Cualquiera puede decir que es responsabilidad de las autoridades nacionales. Bueno, debe quedar claro que Venezuela tiene una Fuerza Armada preocupada por todo lo que está ocurriendo, tiene jefes militares que están constantemente enviando logística, personal, movilización, transporte para cubrir los más de 2 mil 200 kilómetros de frontera. Las autoridades hacen su trabajo, hay líneas de bloqueo y de fiscalización. Solo tendrían que trabajar mejor en conjunto porque a veces están separadas entre sí. Mientras tanto, Colombia no tiene ningún dispositivo para luchar contra el contrabando, más bien lo promueve, lo legaliza. Cualquier persona puede entrar a Colombia y vender gasolina, autopartes, lo que sea, tranquilamente sin que las autoridades hagan absolutamente nada.

 

-Parece que ese negocio fuese tan solo una modalidad de un mecanismo mucho mayor, en el que están involucradas las grandes fuerzas hegemónicas del mundo. ¿Es así?

 

-Sí, evidentemente, hay trazas de ello. Hay elementos internacionales, grandes empresas, grandes bancos que han estado detrás de la extracción de mercancías y la fuga de capitales. Son élites corporativas que obedecen a élites de gobiernos y a supraélites que son, en verdad, las que deciden el destino de los pueblos. No se trata ya ni siquiera de izquierda o derecha, sino de los intereses de grandes corporaciones que estuvieron detrás del derrocamiento del comandante Chávez y de su asesinato, y están ahora procurando acabar con el gobierno del presidente Nicolás Maduro.

 

-Tú has dicho que las autoridades están realizando un gran esfuerzo, pero es evidente que para que todo lo que se fuga hacia Colombia llegue a ese país, debe llegar primero a la frontera. ¿Qué ocurre con el control interno?

 

-Con el tema de las líneas de fiscalización, las autoridades deben revisar las guías de movilización. Recuerdo que en algún momento de 2015, el estado Táchira demandaba cinco  veces lo que necesitaba su población en alimentos. En 2014, cuando comenzamos la investigación, supimos de una carnicería en San Antonio del Táchira que no era mucho más grande que este espacio (la Sala de Redacción de La Iguana.TV), y había recibido en un mes 50 toneladas de carne. Solamente tenía una nevera en la fachada, no tenía un gran congelador. Lo que tenía era un patio trasero que daba al río y después, a Colombia.

 

Quintero habló también acerca de la forma cómo las grandes empresas nacionales y trasnacionales asentadas en Venezuela (Polar, Procter and Gamble, Johnson y Johnson, Kraft Food, General Motors, Chrysler, Ford, entre otras) participaron abiertamente en la fuga de capitales mediante el aprovechamiento indebido de las divisas otorgadas por Cadivi. “Recibieron grandes capitales, pero no produjeron para Venezuela, sino que crecieron en Colombia”, puntualizó.

 

-¿Cómo opera el negocio con los bienes contrabandeados y del efectivo venezolano dentro de Colombia?

 

-El efectivo es clave para financiar todos los negocios de las mafias. No es casual que el Comando Estratégico Operacional, a cargo del almirante en jefe Remigio Ceballos, desplegara en noviembre y diciembre una operación para frenar el tráfico de billetes. Allá vemos a gente que pasa con un traje de billetes debajo de la ropa o con camiones de doble fondo. Están usando los mismos sistemas del tráfico de drogas para pasar los billetes venezolanos. Lo hacen porque es estrictamente necesario para pagar el dólar paralelo, el narcotráfico y el contrabando. Para poder llevar el dólar paralelo al punto que la mafia quiera llevarlo, necesitan tener los bolívares para pagarlo. Si no lo tienen, podría llegar alguien con una cantidad de dólares que ellos mismos no podrían comprar. El efectivo es imprescindible porque no deja trazas de las grandes movilizaciones de capital.

 

Quintero, también director del documental Nicolás Maduro, presidente en dificultades, señaló que  mientras la ciudadanía debe hacer largas colas para sacar de un cajero automático 10 mil bolívares, que ya no permiten comprar ni siquiera un jugo, en una casa de cambio en Cúcuta cualquier persona puede comprar millones en billetes venezolanos.  “Te pueden traer una carretilla de dinero”.

 

-Esos negocios, como ha ocurrido con otras expresiones de la guerra económica, ¿han pervertido también a la gente del pueblo colombiano y venezolano?

 

-Sí, claro. Aunque alguna gente piensa que no hay nadie preso, lo cierto es que hay oficiales jóvenes que han perdido su carrera por tráfico de drogas, de combustible, de alimentos. Hay también policías y militares que han perdido la vida como consecuencia del combate frontal contra estas mafias. Hay gente dentro del Estado que ha sido captada por los organismos de inteligencia de países extranjeros  o de corporaciones y se han sumado al sabotaje y la conspiración. Basta ver lo que ha estado pasando en Pdvsa, la forma como ha caído la producción hasta por debajo de los niveles de antes del paro de 2002. Hoy nos estamos fijando la meta de llevar la producción a 2 millones 400 mil porque estaba en menos de 2 millones.

 

Quintero insiste en que los negocios ilícitos florecen, en parte, a la actitud complaciente o cómplice del Estado colombiano. “Deberíamos acudir ante las Naciones Unidas, la Organización Mundial de Comercio, a todas las instancias internacionales a denunciar todo lo que permite y promueve Colombia”. Asegura el documentalista que hasta las bases militares estadounidenses en Colombia están destinadas, más que a actividades armadas convencionales, a ejecutar operaciones psicológicas y mediáticas. “Estuve cerca de una de las bases, entre Boyacá y Cundinamarca, y aprecié que lo que tienen allí son básicamente antenas de telecomunicaciones, grandes galpones y muchos civiles trabajando. Es la guerra virtual, no convencional, sin límites o irrestricta. Es la guerra del contrabando, de la droga, del dinero efectivo, la guerra mediática, de sanciones, de ayuda humanitaria, de terrorismo”.

 

-¿Hasta qué punto ha llegado la infiltración dentro de los organismos estatales de los intereses de quienes desarrollan la guerra económica?

 

-Hay empresas públicas paralizadas y otras que han desacelerado la producción del mismo modo que lo hicieron las empresas privadas. El plan es tan siniestro que una empresa como Kimberly-Clark, una transnacional (de artículos de higiene personal), venía operando con 800 mil dólares mensuales, asignados por el Estado, entre 2004 y 2013. Desde entonces, recibieron 8 millones 900 mil dólares mensuales (diez veces el monto anterior), pero comenzaron a escasear las toallas sanitarias, el papel sanitario y todos los otros productos de esta compañía hasta que cesaron sus operaciones en 2016. Al cerrar sus puertas dijeron a los trabajadores que la culpa era del gobierno porque no les daban dólares ni dejaban fluir la libertad de empresa.

 

El entrevistado acota que no puede considerarse casual que Colombia haya sumado más de 20 mil millones de dólares a sus reservas internacionales entre 2010 y 2014, más o menos la misma cantidad que se fugó de Venezuela. “Luego, cuando acá empieza a cerrarse el chorro de las divisas, en 2015, Colombia fue devaluando el peso hasta en 100%”.

 

-¿Hay suficiente conciencia en el alto gobierno venezolano acerca de la magnitud de esta crisis? ¿Si pudieras hablar con el presidente Maduro, qué le recomendarías?

 

-Hay conciencia. La esperanza no podemos perderla. Uno ve en el presidente la voluntad del trabajo, de querer cambiar, de salir a contrarrestar, lo ve uno molestándose, lo vimos detener gente que hasta unas horas antes estaban en funciones de gobierno y andaban conspirando internamente, escondiendo información. También hay jefes militares que están preocupados. Lo he visto en los ojos de muchos de ellos. Son gente patriota que, de verdad, siente el concepto de Estado-nación, de soberanía, de patria, de defensa. Hay una gran conspiración internacional de la cual Colombia es apenas un portaaviones para los ataques directos e indirectos, un laboratorio que genera propaganda. Recordemos que entre 2012 y 2016 estuvo como jefe del Comando Sur, es decir, como ministro de la Defensa de Estados Unidos para esta zona del mundo, nada menos que el mayor general John Kelly, experto en psicología y en artes y realización audiovisual, es decir, que teníamos allí a un cineasta especialista en operaciones psicológicas. No es casual que se haya creado la serie El Comandante, ni son casuales las matrices de RCN o City TV, CNN y todo ese ataque sin límites, solo comparable con lo que se hizo en Irak contra Saddam Hussein. Por eso creo que hay que tomar más medidas económicas. La Asamblea Nacional Constituyente debe legislar en materia de banca y comercio. Establecer que estas actividades pueden estar sujetas a la iniciativa privada, pero que deben estar alineadas con un fin ético y moral. También creo que es necesario ir a una nueva reconversión monetaria, porque las mafias nos quitaron la anterior. La idea de lanzar una criptomoneda ha despertado un gran interés en muchos países. Esto puede significar grandes beneficios para la sociedad. Pudiéramos generar también el bolívar-petro, una moneda física, hecha de nuestro propio níquel, que tenga peso, valor en la calle. Venezuela es el único país del planeta Tierra al que todos sus vecinos le están extrayendo algo: materias primas, divisas… Tenemos que tomar medidas más estrictas para frenar eso.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])

sddsf.jpg