Las hermanas Ariana y Manuela Moreno forman el dúo Surconciente, una de las expresiones más frescas de la canción necesaria venezolana actual. Provenientes de una familia de músicos y promotores culturales, están por empezar una gira por varios países latinoamericanos. A propósito de ello, y del intenso movimiento al que pertenecen, hablaron con La Iguana.TV.

 

A continuación, una versión de la conversación que sostuvieron con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-¿Qué países visitarán y qué novedades llevan?

 

-Con Centroamérica hemos tenido bastante cercanía desde hace algunos años, pero hace un tiempito que no los visitamos. Hemos venido haciendo diferentes intercambios y conociendo muchísima gente del medio artístico. Nosotras hemos ido por allá y también ellos han venido: organizaciones de jóvenes, estudiantes, movimientos artísticos y culturales. Ahora vamos a volver: estaremos en Guatemala y El Salvador. También estaremos en Cuba, con la que también hemos tenido mucha cercanía desde algún tiempo. De hecho, nuestro primer disco lo grabamos en La Habana. Ha habido un auge de espacios artísticos musicales en los que la cantautoría tiene bastante presencia nuevamente. Llevaremos la propuesta musical con la que hemos venido trabajando desde el 2017, con el formato de banda, explicó Manuela.

 

-¿En qué consiste básicamente esta nueva propuesta?

 

-Consta de cinco integrantes: nosotras, las dos cantautoras, con Manuela como guitarrista –respondió Ariana-. Tenemos el privilegio de contar con el profesor Carlos Sanoja en el bajo;  Javier Torres, que es nuestro director musical, primer flauta de la Orquesta Sinfónica Francisco de Miranda; Juan Carlos Segovia, excelente percusionista, estudiante de la Unearte. Este es el equipo. Vamos con nuevos ritmos, incorporados a temas que ya tenemos en nuestro disco y en temas  nuevos. Incorporamos lo afrovenezolano, un poco el jazz y también el merengue caraqueño, la música típica venezolana que llama mucho la atención en La Habana por su ritmo de cinco por ocho. Todo eso lo llevamos para presentar la galería de nuestra diversidad en estos instrumentos: bajo, flauta, guitarra, percusión menor y voces.

 

-Ustedes comenzaron con otro nombre (Manuari, acrónimo de sus nombres) y luego adoptaron el de Surconciente, experimentando en diversos géneros. ¿Cómo ha sido ese proceso?

 

-Uno debe evolucionar, ir pasando etapas. Nosotras entramos en la música desde muy pequeñitas porque la nuestra es una familia de músicos. Siempre hemos estado en espacios musicales. En ese tiempo, nuestro padre tenía en Mérida un espacio nocturno, y nosotras con cinco o siete años estábamos allí, hasta las dos o tres de la madrugada, cantando con ellos, con mi mamá, con mis tíos –revela Manuela-. Entonces, hemos ido pasando como por diferentes etapas. En ese tiempo estábamos en aprendizaje permanente, absorbiendo muchas cosas. No éramos ajenas al tema cotidiano que se escuchaba en la radio o en la televisión, oíamos música en inglés, teníamos muchas influencias, pero en la casa, en nuestro entorno familiar podíamos escuchar otras cosas. Mi papá siempre fue muy radical en su empeño de ir a los orígenes, y siempre mantuvo que en la casa teníamos que vivir nuestra música: canciones alternativas que hablaban de otras temáticas, y así nos acercamos a cantautores latinoamericanos como León Gieco, Mercedes (Sosa)…

 

-…Alí Primera, por supuesto, acota Ariana.

 

-Sí, entre los venezolanos, Alí Primera, fundamentalmente, y también de Lilia Vera –continúa Manuela-. A nosotras nos enamoraba eso porque nos decía muchas cosas distintas. El movimiento de la Nueva Trova Cubana también fue muy importante para nosotras: Silvio, Vicente Feliú, Pablo, y la música española que para ese momento tuvo también un auge en el renglón de la canción de autor, que hablaba acerca de cosas que normalmente no se veían en los medios de comunicación. Así fue como nos incorporamos a la música, empezamos a escribir nuestras propias canciones y a los catorce o quince años pudimos mostrar nuestro trabajo. Luego viajamos a Cuba y pudimos grabar nuestro primer disco, que se llama Venezolanías.

 

-¿Cómo es la receptividad del público juvenil en propuestas como estas, que plantean la reflexión, en un ambiente musical en el que no predominan precisamente las letras con mucho contenido?

 

-Bueno, esa es la lucha –dice Ariana-. Nuestra intención es llegar a los jóvenes. Hasta ahora nos hemos encontrado con que llegamos muy bien a los niños y también a las personas adultas. Realmente es un público muy amplio, aunque hayamos dirigido nuestra música a los jóvenes. Lo de los niños nos ha impresionado, creemos que es fundamental porque son el futuro y sembrar en ellos es importante si pensamos en la cosecha que queremos recoger para la humanidad. Sabemos que la música es formadora o que puede serlo, así como también puede ser deformadora. Esa es la batalla que se da día a día. Es vital que nuestra música llegue a los niños. De hecho, el año pasado hicimos una obra musical con la cuentacuentos Flora Ovalles, inspirada en Aquiles Nazoa. Eran nuestras canciones adaptadas a los niños, con danza y recursos visuales. Nuestro reto en 2018 es utilizar todas las plataformas digitales para dirigir nuestra música un poco más a la juventud.

 

-¿Ustedes están en alguno de esos grupos que tienen reservas sobre ciertos géneros en particular? ¿Son de los que le han declarado la guerra al reggaetón?

 

-Cuando hablábamos de evolución es porque hemos tenido que vivir procesos bien complicados. Uno siempre tiene opiniones sobre algunas cosas y por supuesto que las tenemos sobre un género específico, como el reggaetón –contesta Manuela-. Es bien polémico y se puede dar un debate de muchas horas y muy interesante sobre eso. Nosotras hemos estado llamando a que se hagan conversas sobre ese tema. No se trata de satanizar nada. Sobre todo porque en el caso de la juventud, mientras más le satanizas una cosa, más la busca. Si les ordenas a los jóvenes que se alejen del reggaetón o del trap, más van a andar pegados en eso. Ahora, sí hay un asunto a nivel de contenidos que es bien complicado y que amerita que se discuta. En diferentes líneas de la música, no solo el reggaetón y el trap, se está llegando a altos niveles de violencia que ameritan estudios acerca de la incidencia que está teniendo eso en la juventud y de cómo muchas de esas manifestaciones son financiadas por el narcotráfico.

 

Las dos entrevistadas coinciden en que, además de la violencia de género que promueven muchas de estas producciones musicales, también hay un evidente culto a la opulencia, el lujo, y se le hace propaganda permanente a la droga. Señalan que no se trata de todos los cultores de un género determinado, pues conocen a personas que están trabajando, por ejemplo, en el trap con una propuesta diferente.

 

-Conocemos el atractivo que tienen algunos géneros porque tuvimos 13 y 14 años, sabemos que el cuerpo se mueve, baila ante ciertas vibraciones. Sabemos que casi todos ellos derivan de lo afro, solo que han sido empaquetados de una manera nueva. Nosotras, como jóvenes que somos, estamos abiertas a incursionar en nuevos géneros. Por ejemplo, tratamos de incorporar la guitarra, que es un instrumento suave, al siglo XXI. El formato que estamos trabajando es muy interesante.

 

-Hablando del tema político, que ustedes han esbozado en sus respuestas, ¿cómo entra ese componente en la composición musical tomando en cuenta el riesgo siempre presente de caer en lo panfletario, lo propagandístico?

 

-Eso tiene que ver con la esencia de lo que quieres transmitir –opina Ariana-. Lógicamente, nuestra canción ha ido muy acorde al proceso revolucionario que se vive en Venezuela. Pero, tal como lo aprendimos de Alí Primera, la canción responde al sentimiento más profundo del pueblo. Si la canción sale de ahí, no hay forma de que se ligue con el panfleto. Es una canción profunda, vibradora, que nace de una experiencia, de un caminar, de las cosas más sencillas, como diría Aquiles Nazoa. No hay espacio para el panfleto.

 

-Podríamos recurrir a una frase de Alí Primera para decir que el tema del panfleto se ha satanizado –interviene Manuela-. Todo depende de cómo lo trabajes. Se puede confundir el panfleto con burda propaganda política, pero Alí decía “mi canción será panfletaria, pero milito con ella”. También se preguntaba “¿hasta cuándo esa mariquera de canciones dizque de protesta, y dejan debajo de la mesa el meollo del problema?”. Me parece que Alí trabajaba el tema del panfleto y demostró que se puede rescatar. Si uno tiene claros sus ideales, si estudia y profundiza su filosofía de vida, a la canción que uno haga, unos le dirán panfleto, otros le dirán canción protesta, otros le dirán filosofía, otros le dirán poesía. Al final todo eso se diluye y el pueblo se identificará a o no con ella, la tomará el que la quiera tomar. Pero lo importante es ser sincero con lo que uno cree.

 

-Ustedes han dicho que la Nueva Trova ha sido una de sus más importantes influencias. Cuando han estado en Cuba, ¿han podido conocer a algunos de los grandes íconos de ese movimiento?

 

-Sí –responde Ariana-. Nosotras conocimos a Pablo Milanés cuando teníamos cinco y siete años. No fue en Cuba, sino allá en Mérida. Nosotras venimos de una familia de productores musicales que soñó con tener a Pablo Milanés en Mérida. Mi papá y mis tíos son parte del grupo Iven, emblemático del estado Mérida. Después trajimos (digo trajimos porque fue nuestra familia) a Facundo Cabral, a Carlos Varela. Cuando fuimos a Cuba nos sentíamos como en familia porque habíamos conocido a esos compañeros de tú a tú, en su esencia. Habíamos sido oyentes de lo que estaba sucediendo, de la conducta de estos caminantes con sus canciones. También conocimos a Piero. Acá en Venezuela, tuvimos oportunidad de conocer a Buena Fe, en 2010, logramos traerlos y se hizo un vínculo de hermandad porque somos como hermanos. De allí vino nuestro viaje a Cuba y ellos nos pusieron a la orden sus estudios para grabar nuestro primer disco. Creyeron en las canciones de nosotras, en nuestra música y en Venezuela.

 

-¿Ustedes han ido coevolucionando con esos grupos cubanos más jóvenes?

 

-Sí, claro que sí, conocimos muchos nuevos músicos que fueron parte también de la grabación del primer disco. Del grupo de Carlos Varela, los de Buena Fe, de Mauricio Figueiral. En la última gira, que tuvimos por España en septiembre de 2017, estuvimos muy de cerca con un grupo de muchachas y muchachas que están haciendo cosas muy interesantes, como Muerdo, un cantautor revelación que está haciendo un gran trabajo junto con Rozalén, una tremenda artista española que está sonando por todos lados. Esa cercanía nos ha permitido tomar ideas, fortalecer el proyecto y ser cada vez más sinceras con nosotras mismas. Si uno es sincero, la gente lo percibe como tal, respondieron entre las dos.

 

-¿Cómo está el movimiento de la canción necesaria venezolana actual?

 

-Es muy elevada la cantidad de músicos y agrupaciones emergentes. Nosotras hemos logrado formar parte de un movimiento que está apenas naciendo, con una filosofía muy hermosa y que ya reúne a unas ochenta agrupaciones. Es el Movimiento Uncanto (Unión Necesaria de la Cantoría) –dice Ariana-. Como pilar fundamental está nuestra maestra Lilia Vera. También estuvo Gloria Martín en la primera asamblea nacional que se hizo el año pasado. Estamos buscando organizarnos para brotar de ahí comunicacionalmente. De eso forma parte esta presencia en La Iguana TV, del compromiso de ayudar a los cantautores venezolanos. La idea es impulsar a esta canción que no se conoce lo suficiente y que debe identificar a Venezuela, a los venezolanos, a la venezolanidad. Con esa misión es que vamos a Centroamérica.

 

-Por cierto que en Centroamérica existe un gran interés por la canción necesaria venezolana Recientemente lo pudimos apreciar con el incidente que les ocurrió a Los Guaraguao. Parece que hay grupos venezolanos que son hasta más buscados allá que aquí.

 

-Sí, es así –comenta Manuela-. La proyección de Los Guaraguao en Centroamérica hay que verla para creerla. Aquí en Venezuela han sido como olvidados, están guardados en el cajón de los recuerdos y resulta que apenas salen, tocan en El Salvador o en Nicaragua y llenan los estadios y las plazas. Eso debería llamarnos a la reflexión. Si Los Guaraguao tienen esa presencia en Centroamérica, deberían estar en todas las pantallas de Venezuela porque esa es la identidad que queremos que se lleven nuestros niños.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])

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