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Un tiranosaurio Rex anda suelto por América Latina. Es el empresario petrolero Rex Tillerson, secretario de Estado del gobierno del otro empresario, Donald Trump, una acabada expresión de lo que ha terminado por llamarse la corporatocracia, el verdadero rrrrégimen global.

Que uno de los cargos diplomáticos más importantes del planeta sea ocupado por un lagarto depredador del cretáceo es para preocuparse, aunque no para sorprenderse, pues la política exterior de Estados Unidos, con presidentes republicanos o demócratas, ha sido siempre retrograda y antediluviana.

 

La única diferencia es que algunos secretarios de Estado han sido modosos, como John Kerry, y otros han sido impresentables, como Condoleezza Rice o como este personaje evadido del Parque Jurásico, que anda por ahí instigando a que en Venezuela se perpetre un golpe militar al estilo chileno, supuestamente en nombre de la democracia, pero está más que claro que sería (como siempre) en favor de los intereses de las grandes compañías petroleras, comenzando con la ExxonMobil, a la que este peligrosísimo carnívoro bípedo está personalmente vinculado.

En Venezuela, en estos últimos años hemos podido ver los matices de la acción internacional del imperio. El intervencionismo soterrado e hipócrita del afrodemócrata Barack Obama ha cedido el espacio al intervencionismo directo y sin tapujos del republicano supremacista  blanco Donald Trump. 

Lo más deprimente, sin embargo, no es constatar que el imperio ya no se anda con remilgos y está sacando a relucir a los especímenes más feroces y atrasados, esos que se consideraban extintos. Lo peor es ver la corte de pequeños lagartos prehistóricos con vocación de patio trasero que le hacen el coro en cada uno de los países latinoamericanos que visita. Las fotografías de estos saurios obsecuentes rindiéndole pleitesía al T-Rex de Trump han eternizado la imagen de una derecha antinacional y antipopular hasta unos grados caricaturescos.

(Como acotación al margen, en nombre de los sauropsidos escamosos actuales, hay que aclarar que tales sujetos no tienen nada que ver con las iguanas).

 

Particularmente vergonzosa es la actitud de los estegosaurios, triceratops, megaterios, osos cavernarios, tigres colmillos de sable y mastodontes de la derecha venezolana, que se han envalentonado con los desplantes de Rex, el gran tiranosaurio. Como escapados de un museo de Palentología, han salido –una vez más– a buscar al Pinochet que permita hacer realidad el deseo del infame secretario de Estado de la corporatocracia.

 

(Clodovaldo Hernández /@clodoher)