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En la noche del domingo a este lunes, los más de 72.000 espectadores que se juntaron en el Sambódromo vibraron hasta el alba bajo un calor sofocante al ritmo de percusiones ensordecedoras de las siete escuelas principales del «grupo especial», la élite de la samba, que cuenta con un total de trece.

 

Pero más allá de las plumas, las lentejuelas y la sensualidad exacerbada, el considerado «espectáculo más grande de la tierra» encarnó también la protesta de una población exasperada por la violencia y por la corrupción.

 

Y aunque el carnaval se concibe como un paréntesis destinado a olvidar los problemas cotidianos, algunas escuelas de samba aprovecharon para mandar varios mensajes políticos.

 

Uno de los blancos principales: el alcalde evangélico de Rio, Marcelo Crivella, que suscitó vivas críticas al recortar a la mitad las subvenciones otorgadas a las escuelas de samba.

 

El domingo publicó un video en Facebook en el que anunciaba que esa misma noche viajaba rumbo a Europa, confirmando así que, al igual que el año pasado, no asistiría a ninguno de los desfiles de su ciudad.

 

Crivella en papel de Judas

 

Siete de las trece «escolas» de la categoría especial desfilaron la noche del domingo al lunes y seis lo harán la noche siguiente, hasta el amanecer.

 

Cada procesión alinea unas 3.000 personas, ataviadas de las maneras más insólitas, que recorren la pista de 700 metros, flanqueadas por tribunas con miles de espectadores que ovacionan el paso de enormes carrozas coronadas por mujeres cubiertas principalmente por plumas y lentejuelas.

 

La primera en desfilar, Imperio Serrano, desplegó su creatividad en torno al tema «La ruta de China», expresando su admiración por una cultura milenaria que se irguió como una nación líder de siglo XXI.

 

Tras ella, el desfile de la escuela Mangueira se tituló «Con dinero o sin dinero me divierto» y proclamaba provocativamente: «Pecado es no divertirse en el carnaval».

 

Sobre una de sus carrozas aparecía la figura de Crivella con una soga al cuello como un judas, el muñeco de trapo que se hostiga en Semana Santa en algunas fiestas populares.

 

Otra de las carrozas exhibía una representación del célebre Cristo redentor con una pancarta en la que se podía leer: «el alcalde no sabe lo que hace».

 

«Es nuestra respuesta a este alcalde que corta nuestro presupuesto y trata de minar nuestra felicidad», explicó a la AFP Helton Dias, uno de los miembros de Mangueira.

 

El alcalde de Rio no fue el único en ser vapuleado, la escola Paraíso do Tuiuti arremetió directamente contra la cumbre del Estado.

 

«Soy un vampiro que representa al presidente de la república», explicó Léo Morais, un profesor de historia de 39 años, con la cara pintada de blanco para encarnar la versión ultratumba de Michel Temer, enfrentado a graves acusaciones de corrupción.

 

La protesta «es un camino que las ‘escolas’ retoman», porque «tienen un papel social: reivindicar las voces de las personas más pobres», dijo Morais a la AFP.

 

‘Como en el Maracaná’

 

Los temas no son elegidos al azar ya que, además de emocionar al público, hay que seducir a los jueces.

 

El vistoso desfile es también una disputada competencia: cada escuela es evaluada por un jurado, que revisa con precisión la calidad de la música, los vestuarios y el tema elegido por cada grupo, entre otros criterios.

 

El trabajo de un año entero es juzgado en menos de una hora de espectáculo.

 

«Es como si entráramos en el Maracaná (el mítico estadio de fútbol de Rio) para jugar una final, todo el mundo nos aplaude, es mágico», narra emocionado Jorge Alves, de 55 años, que desfila para Imperio Serrano vestido de guerrero mongol con un tridente y un casco puntiagudo con plumas coloradas.

 

En la ciudad del carnaval las normas de seguridad se han visto reforzadas, tras los graves accidentes que provocaron una muerte y varios heridos el año pasado, y durante esta edición los conductores de los vehículos alegóricos deberán someterse, por primera vez, a pruebas de alcoholemia.

 

«Es una buena idea. Así estaremos seguros de que los conductores no han bebido», aprueba Felipe Gomes, al mando de una carroza alegórica de la escola Vila Isabel, que representa un gigantesco carrusel futurista.

 

El espectáculo continuará en la noche de este lunes al martes, con el desfile de otras seis escuelas y comparsas con acento político, como la escola Beija Flor, que anuncia un enredo inspirado en Frankenstein con reflexiones sobre desgracias como la corrupción, la violencia y la intolerancia.

 

(AFP)

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