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El presidente de Brasil, Michel Temer, ha decidido sumarse personalmente al virtual cerco contra Venezuela, al realizar una visita «de emergencia» al estado fronterizo de Roraima.

 

El motivo oficial de la visita es atender la crisis que vive la ciudad de Boa Vista por la presencia de unos 40 mil venezolanos inmigrantes. El motivo oculto es agregar presión a un escenario geopolítico complejo, en el que Colombia ha movilizado tropas hacia la frontera con Venezuela, al tiempo que recibe con grandes honores al jefe del Comando Sur de Estados Unidos, Kurt Tidd.

 

La prensa brasileña ponderó la trascendencia de la movilización de Temer, señalando que interrumpió su descanso de Carnaval en la base naval Restinga de Marambaia, en Río de Janeiro. El Carnaval, como bien se sabe, es una de las festividades más importantes de Brasil.

 

El problema de la inmigración masiva de venezolanos a Roraima es de larga data, sin que hasta ahora el mandatario brasileño lo hubiese considerado motivo suficiente para prestarle atención directa. Coincidencialmente lo hace ahora, cuando desde Colombia se intenta crear focos de perturbación con afluencia de contingentes militares.

 

Drama real

 

El problema de Roraima con los inmigrantes venezolanos es real, nadie puede negarlo. La gobernadora del estado, Suely Campos, ha solicitado la ayuda del Gobierno federal para aumentar la seguridad en el puesto fronterizo de Pacaraima y en la ciudad de Boa Vista, donde los venezolanos en situación de calle se han hecho ya parte del paisaje. Los refugios que han sido habilitados hace tiempo que colapsaron, y por ello hay centenares de personas acampando en plazas y parques. 

 

El flujo no se detiene. Una fuente periodística de Santa Elena de Uairén indicó que a finales de enero, los efectivos de la Policía Federal en Pacaraima habían adoptado el sistema de elaborar entre 28  y 30 listas diarias de cien personas cada una, para tramitar su ingreso. En cálculos gruesos, esto significaba entre 2 mil 800 y 3 mil personas inscritas cada día. Los funcionarios brasileños, que son apenas dos o tres, solo autorizaban en esos días la entrada da unos mil ciudadanos, por lo que muchos debían esperar hasta dos días para chequearse. No se dispone de datos más actualizados sobre este flujo.

 

Muchos de los venezolanos que se encuentran en Boa Vista son niños y adolescentes y se han dedicado a limpiar parabrisas y pedir propinas en las intersecciones de tránsito. 

 

Las autoridades locales consideran el asunto como un problema de seguridad ciudadana y han exigido a Temer que envíe 100 efectivos de tropa para el  puesto fronterizo y otros 100 para patrullar la ciudad, lo que sería, en la práctica, una militarización de la capital roraimense. La gobernadora también pide dinero adicional al Gobierno federal para financiar los refugios. 

 

No todas las personas se quedan en Boa Vista. Una parte sigue con rumbo a otros lugares de la geografía brasileña en los que existen mejores perspectivas de empleo, como Belem do Pará o las grandes ciudades como Sao Paulo y Río de Janeiro. También hay un pequeño porcentaje de venezolanos que ingresan a Brasil para hacer puente aéreo desde el aeropuerto internacional de Boa Vista hacia destinos de Suramérica, especialmente Buenos Aires.

 

Los reales intereses de Temer

 

Más allá de la inocultable dimensión del problema que sufre Roraima, la visita de Temer tiene una finalidad muy clara en el contexto de la estrategia de atenazamiento que ha desplegado EEUU contra Venezuela. 

 

Temer, quien ocupa la presidencia de Brasil luego de la artera maniobra realizada contra la presidenta constitucional Dilma Rousseff, es un claro representante de los intereses del capitalismo hegemónico global. Su movilización hacia Roraima no es en realidad porque le preocupen los migrantes venezolanos ni las molestias que estos ocasionan a los roraimenses. Su papel es aumentar la  presión sobre el Gobierno venezolano y reforzar la matriz de la crisis humanitaria que legitime una injerencia extranjera y el derrocamiento del Gobierno constitucional. 

 

Temer también hace acto de presencia para demostrar que la burguesía brasileña aspira a su parte del botín en caso de que se concrete el plan imperial que despojaría a Venezuela del territorio Esequibo. Los conocedores de la realidad regional dicen mientras EEUU va por el petróleo (con la ExxonMobil como buque insignia), los factores de poder brasileños aspiran a tener participación en las concesiones mineras y madereras que ya tiene listas para otorgar el Gobierno guyanés.

 

(LaIguana.TV)