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El esquiador de fondo mexicano Germán Madrazo llegó en último lugar en la prueba individual masculina de 15 kilómetros celebraba este viernes en los JJ.OO de Invierno de Pyeongchang. Sin embargo, fue levantado en hombros por sus contendientes y recibido por el público como todo un ganador.

 

El extenuante trayecto, que completó en 59 minutos y 34 segundos (según El País) —casi 26 minutos más que el campeón de la prueba—, no le impidió agitar con júbilo una bandera de su país llegando a la recta final. 

 

Su celebración y su sonrisa al cruzar la meta en el puesto 116 fue digna de una medalla de oro, y no es para menos: Madrazo, de 43 años, aprendió a esquiar apenas hace un año con el objetivo de demostrarles a sus compatriotas que nunca es tarde para nada, recoge la agencia AP, que ha calificado al deportista de un «guerrero azteca».

 

Su sueño de participar en estas Olimpiadas nació tras conocer la historia de Roberto Carcelén, un esquiador peruano que compitió en los JJ.OO. de Sochi 2014 con dos costillas rotas.

 

Desde entonces, Madrazo, quien también es triatlonista, se marcó una meta a pesar de su limitado capital, su trabajo y sus hijos trillizos, y emprendió una aventura fuera de su país que se convertiría en una historia de amistad y superación.

 

«No importa si tienes 43 años, si naciste en México o si no tienes dinero para practicar un deporte. Si quieres hacerlo, puedes hacerlo», aseguró.

 

(RT)