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En menos de un año de pertenencia oficial al bando contrarrevolucionario, ya la exfiscal Luisa Ortega Díaz se graduó de opositora. Pasó con honores en cada una de las materias clave del antichavismo: Persecucionismo político, Contradicción sin vergüenza, Artes del yo no fui, y Técnica del sí, pero no.

 

Ortega comenzó su fulgurante carrera el año pasado, cuando salió pitando y se declaró perseguida política. Fue una operación revestida de cierta aura épica con un toque de comedia, como la película Mentiras verdaderas. Así, ella y su intrépido esposo huyeron en una embarcación pequeña, vía Aruba, retando los peligros del agitado Caribe infestado de tiburones. Y no le dio tiempo ni siquiera de hacer maletas, por lo que llegó a otras tierras con una sola blusa.

 

Después de aprobar esa asignatura, la abogada guariqueña se fajó a estudiar otra muy importante en el pensum opositor: la contradicción sin vergüenza alguna con respecto a sus propios dichos y hechos previos. Por ejemplo cuando era revolucionaria decía que “Con los derechos humanos le tienen montado otro ataque al Estado venezolano”. Ahora dice: “Presumo que en La Haya hay un expediente sobre violación de derechos humanos que se puede medir con cinta métrica”.

 

¿Otro ejemplo? Cuando las autoridades de Estados Unidos incluyeron a  su segunda a bordo,  la vicefiscal venezolana, Katherine Harrington, en una lista de funcionarios sancionados por “violar los derechos humanos”, Ortega Díaz la defendió admirablemente y fustigó la política injerencista del imperio: “La doctora Harrington es una funcionaria valiente, abnegada y heroica (…) el objetivo no es ella, es Venezuela. La mayor reserva petrolera del mundo está en nuestro país, y la falacia ya se ha dicho: la violación a los derechos humanos. Ahora continuarán con su plan criminal para desestabilizar las instituciones democráticas”.

 

Bien, pues “ahora”, ella personalmente participa en el “plan criminal”… ¿Puede pedirse un cambio más radical de camiseta? ¡Esta materia la pasó eximida!

 

Últimamente, la doctora Ortega está haciendo notables esfuerzos para sacar 20 en otra de las cátedras obligatorias del plan de estudio escuálido: el arte del yo no fui. Tan pronto saltó la talanquera, dejó de ser responsable de todo lo que hizo (y, sobre todo, de lo que dejó de hacer) el Ministerio Público bajo su mando. Como trabajo final para esta asignatura, la aventajada alumna ha presentado una monografía del descaro, en la que atribuye a “presiones de Diosdado Cabello” la imputación que ella ordenó hacer contra Leopoldo López.

 

Por cierto, al dar esas declaraciones también demostró tener talento para otra especialidad muy propia de la oposición venezolana de estos tiempos: la técnica del “sí, pero no”. Cuando le preguntaron acerca de esos intentos de influenciar en sus decisiones y en qué otros casos los había experimentado, la jurisconsulta, muy oronda, dijo que en muchos, pero que ella no cedió ante tales presiones. ¿Entonces, en qué quedamos… actuó por presiones o no?… Bueno, quedamos en que se graduó suma cum laude de Oposicionista del siglo XXI. ¡Pónganle la medalla!

 

(Clodovaldo Hernández / @clodoher)