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Acuñada por Nassim Taleb, la frase designa la ocurrencia de un evento atípico, «fuera del ámbito de las expectativas ordinarias» y que causa un alto impacto en la sociedad. A las puertas de una elección presidencial en Venezuela nos preguntamos por la posibilidad de que ocurra una situación extrema en el país suramericano.

Una operación ‘Cisne Negro’ tendría como objetivo afectar la correlación de fuerzas de cara a los próximos comicios electorales. Con las encuestas dando como favorito a Nicolás Maduro, Estados Unidos necesitaría casi un milagro para revertir la precaria situación organizacional de la coalición opositora.

 
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A pesar de que el partido del Gobierno y algunos liderazgos emergentes de esa oposición, han firmado un compromiso de garantías para la realización de las elecciones presidenciales, que incluye extender la fecha de los comicios, gobiernos como el canadiense han expresado que la postergación de las elecciones para el mes de mayo «no cambia nada». 

 

Esta declaración, así como la denunciaque hace el canciller venezolano sobre la extensión de la orden ejecutiva que considera a Venezuela una «amenaza inusual y extraordinaria», hacen suponer que Washington y sus aliados no cederán un ápice en su plan para deponer al gobierno venezolano, por cualquier medio.

 

¿De la cumbre al abismo?

 

El Presidente Maduro ha informado su decisión de asistir «por aire, tierra o mar» a la Cumbre de las Américas a realizarse en Perú el 13 y 14 de Abril, aun cuando la cancillería peruana le ha retirado la invitación.

 

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A pesar de que juristas han expresadosus reservas ante la intención del Presidente, pocos han hecho evaluación pública del siguiente escenario: la posible solicitud de captura por parte de la Corte Penal Internacional contra el mandatario suramericano. 

 

La abogada e investigadora en derecho constitucional Ana Cristina Bracho, entrevistada para el presente artículo, explica que no se trata de una idea absurda sino de una hipótesis que debe ser analizada con mucho detenimiento por parte del Estado venezolano.

 

Según Bracho, ya existe un precedente de ‘orden de captura’ contra un Presidente en funciones. El caso de Omar Bashir, presidente de Sudán, tiene mucho paralelismo con la manera en que, según la experta, se ha «construido el expediente negativo contra Maduro».

 

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Bashir fue imputado en 2009 por su presunta responsabilidad en la represión de las protestas de grupos no árabes en Darfur. La orden fue emitida por el entonces juez Luis Moreno Ocampo, el mismo a quien el Secretario General de la OEA, Luis Almagro, reclutó hace unos meses para que levantara un expediente por supuestos crímenes de lesa humanidad cometidos por el Gobierno venezolano.

 
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Para Bracho, la idea de que se emita una orden de aprehensión contra Maduro aprovechando su viaje a Perú es «jurídicamente posible», debido al escenario internacional que se ha venido construyendo desde el 2016 en los que se «están utilizando términos como crisis humanitaria, que son conceptos del derecho humanitario y el derecho del estatuto de Roma. Estamos hablando de querer ver a Venezuela desde la óptica de los crímenes de lesa humanidad». 

 

Sin embargo, para el analista político Richard Peñalver, consultado en exclusiva, debemos ir más allá en cuanto a las preocupaciones derivadas de la asistencia de Maduro a la Cumbre de las Américas.

 

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No se trata de evaluar únicamente la orden de aprehensión dictada por la Corte Penal Internacional y su ejecución a través de la Interpol, sino que además hay que considerar que la propia vida del presidente estaría particularmente comprometida y «con unas elecciones presidenciales tan cercanas, esto representa un asunto en extremo sensible para la estabilidad política de Venezuela», señala Peñalver. 

 

Ya la jefa del Gabinete del Gobierno peruano ha declarado recientemente que «Maduro no puede entrar ni al suelo ni cielo peruano… y si intenta ingresar mediante vuelo comercial al Perú, no se le permitirá entrar por Migraciones». Esto hace recordar a un suceso de 2013 en el que se puso en riesgo la seguridad del presidente Evo Morales, cuando algunos Gobiernos europeos le negaron la posibilidad de sobrevolar su espacio aéreo acusándolo de transportar de manera clandestina a Edward Snowden.

 

¿Sería capaz Estados Unidos de pedir a sus aliados en la región cerrar el espacio aéreo para dificultar tanto la asistencia de Maduro a la Cumbre, como su posterior retorno a Venezuela desde suelo peruano? Nada parece estar descartado.

 
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Peñalver juega con las hipótesis ante nuestra pregunta ¿Qué pasa si detienen al presidente en Perú? «A nivel nacional se produciría una falta absoluta, lo que conduciría a que el control del Gobierno lo asuma el vicepresidente. Esto podría causar una conmoción que enrarezca o quizá incluso obligue a la suspensión de las elecciones presidenciales», señala. 

 

Sin embargo, a juicio del analista, es válido considerar que Estados Unidos estaría evaluando un escenario más propicio, como por ejemplo, activar la orden de aprehensión de la Corte Penal Internacional, luego de que tal y como lo reflejan algunas encuestas, Nicolás Maduro gane los comicios venideros:

 

«En este caso, el hecho tendría lugar al inicio del periodo presidencial, lo cual obligaría a que el Gobierno lo asuma la Asamblea Nacional de mayoría opositora. Un escenario muy similar a los golpes parlamentarios ya vistos en Honduras, Brasil y Paraguay».

 

Debemos incluir en la ecuación esbozada por Peñalver tanto el apoyo que brindaría la estructura institucional que la oposición ha instalado fuera del país, como el efecto negativo que sobre la moral del partido gobernante y su militancia podría causar tener a un presidente secuestrado en otro país.

 

Otras hipótesis de alto impacto

 

Una de ellas podría ser un intento de asesinato contra el candidato presidencial de oposición o un importante líder del Gobierno bolivariano antes de mayo.

 

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La historia está plagada de situaciones similares, como por ejemplo el homicidio durante los años 1989-1990 de cuatro aspirantes a la presidenciade Colombia, organizado por grupos paramilitares y del narcotráfico neogranadino; los cuales, por demás está decir, son enemigos declarados del Gobierno venezolano. 

 

Aunado a esto, el jefe del servicio bolivariano de inteligencia nacional de Venezuela ha denunciado recientemente planes de asesinato selectivo como el que se pretendía ejecutar contra el expresidente del Banco Central de Venezuela, Nelson Merentes. Estas acciones parecen articularse con una operación psicológica impulsada por los grupos más radicales de oposición, que habla de una división en el seno del chavismo. Es decir, la coartada perfecta para iniciar la desintegración de las fuerzas que apoyan la candidatura de Nicolás Maduro, a través de acusaciones y sospechas cruzadas que busquen confundir a la militancia.

 

De la misma manera, nunca debe descartarse el que se produzcan acciones terroristas, como el reciente intento de descarrilar un tren que une a Caracas con una popular zona del estado Miranda. Evento que, de haberse concretado, le habría costado la vida a más de un centenar de personas.

 

Por último, resulta vital considerar los potenciales y sistemáticos ataques a los autobuses que transportan a los venezolanos que emigran. La especulación no luce exagerada vista la cantidad de ‘fake news’ que circulan en las redes sociales, en una mezcla muy bien coordinada con lamentables sucesos que han tenido lugar.

 

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Las noticias que abundan sobre asesinatos de venezolanos en el exterior también pueden obedecer a una misma lógica: activar operaciones de información para doblegar anímicamente a la población venezolana, a la vez que continúan alimentando la industria mediática con la argumentación de «crisis humanitaria». 

 

Es este el camino por el que avanza el país con las mayores reservas probadas de petróleo, un panorama que el propio Nassim Taleb describiría como «dominado por lo extremo, lo desconocido y lo altamente improbable». Veremos si a medida que nos acerquemos a las elecciones presidenciales, desplegará sus alas el peor de los escenarios o por el contrario, la paz y las reglas de la democracia se impondrán como único destino posible de la Venezuela bolivariana.

 

Por: José Negrón Valera

 

(sputniknews)