ToddRobinson.jpg

La misión de Todd Robinson como encargado de Negocios de Estados Unidos en Venezuela no es otra sino la de provocar incidentes diplomáticos. Desde que arribó a Caracas se ha consagrado con gran dedicación a cumplir esa tarea.

 

Robinson ha violado las normas más elementales del protocolo diplomático al intervenir descaradamente en asuntos internos, dirigir mensajes beligerantes a integrantes de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, reunirse con grupos opositores en actividades conspirativas y ofrecer “ayudas” que el Gobierno nacional no ha solicitado.

 

El encargado de Negocios llegó a Venezuela a mediados de diciembre de 2017. Desde la nota de prensa enviada por la Embajada para anunciar su arribo era posible saber a qué venía. “Buscaré oportunidades para ayudar con el regreso de la prosperidad y la democracia al pueblo de Venezuela”, declaró entonces.

 

La actitud injerencista abierta de Robinson se intensificó formalmente en febrero con la reunión que sostuvo con un grupo de venezolanos y otros representantes diplomáticos, entre ellos el nuncio apostólico Aldo Giordano. En su discurso oficial dijo que «Trabajaré para darles voz a quienes no la tienen; y continuaré hablando con todos los sectores de la sociedad de manera tal que se conviertan en agentes del cambio que todos deseamos».

 

También criticó al “régimen de Maduro” (no se refirió al “Gobierno del presidente Nicolás Maduro” como deben hacerlo los diplomáticos) por la convocatoria a elecciones presidenciales anticipadas.

 

En ese encuentro, habló favorablemente sobre las sanciones aplicadas a funcionarios del Gobierno y anunció que la administración estadounidense intensificaría esa práctica. Evidentemente, las personas presentes allí eran en su mayoría de la oposición radical, dadas las expresiones de euforia que desataron las palabras del diplomático.

 

La escalada declarativa continuó de manera paralela a la gira que, el entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, realizó por países de América Latina gobernados por la derecha. En respaldo de unas declaraciones de Tillerson, Robinson habló desembozadamente de la actitud favorable que tendría su Gobierno ante un eventual golpe de Estado propiciado por factores militares. “A estas alturas no se puede asumir el lujo de descartar algunas alternativas que permitan que se logre el retorno a la democracia en Venezuela”, dijo el funcionario. “Es evidente que el sector militar tiene mucha influencia en el futuro del país y si ellos pueden ayudar, no vamos a decir que no. Creo que en ese contexto, el secretario de Estado está diciendo que si ellos pueden jugar un papel positivo para abrir la política, para generar un ambiente más confiable para mejorar las situaciones, bienvenidos”. Solo le faltó añadir la popular coletilla: “¿Así o más claro?”.

 

En su actitud entrometida, el encargado de negocios ha contado con el respaldo de la derecha, que lo recibe y lo aplaude bajo la fachada de la sociedad civil. Así estuvo nada menos que en la emblemática Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, participando en una actividad supuestamente cultural.

 

La actuación de Robinson fue fundamental para dinamitar el acuerdo político que estuvo a punto de alcanzarse en las conversaciones de República Dominicana, según lo denunció el ministro del Poder Popular para Comunicación e Información, Jorge Rodríguez. En su condición de jefe de la delegación revolucionaria en esas conversaciones con la oposición, Rodríguez aseguró que Robinson también visitó “casa por casa” a los precandidatos presidenciales de la oposición para exigirles que se retiraran de la contienda, de manera que tomara cuerpo la estrategia de boicotear las elecciones presidenciales.

 

En los últimos días Robinson se ha dedicado a predicar contra el proceso electoral e incluso a ofrecer ayuda  para realizar unas elecciones realmente limpias. El Consejo Nacional Electoral rechazó enérgicamente tales actitudes. “Las amenazas y calificativos proferidos por el encargado respecto de la labor del CNE y sobre las condiciones de la democracia en Venezuela, evidencian un profundo desconocimiento de nuestro sistema electoral y constituyen una penosa afrenta a las minorías excluidas y reprimidas de su propio país», reza un comunicado del Poder Electoral.

 

Nota de protesta

 

Todas las tropelías cometidas por Robinson en menos de tres meses de gestión le ganaron una primera citación a la Casa Amarilla donde le fue entregada una nota de protesta por manos del viceministro para América del Norte, Alexander Yánez. Como encargado de Negocios, a Robinson le corresponde ser tratado por un funcionario de nivel intermedio, no por el canciller.

 

“El viceministro exhortó al Encargado de negocios de la nación norteamericana a respetar las relaciones diplomáticas entre los países, apegadas al derecho internacional y a la Convención de Viena, a su vez también instó a su Gobierno a respetar los asuntos internos de la Patria de Bolívar”, indicó una nota de prensa de la Cancillería.

 

La labor provocadora de Robinson no cesa, a pesar de la reprimenda diplomática. Este jueves 15 de marzo, durante un acto privado en Puerto La Cruz, nuevamente habló de asuntos internos y aseguró que el Gobierno estadounidense aplicará más sanciones contra Venezuela. “Para mí la situación de Venezuela es una muestra de dos cosas: de la corrupción en el país por parte del Gobierno y por el mal manejo de los recursos”, expresó. “Nosotros, como Gobierno de los Estados Unidos queremos ayudar, estamos a su lado, vamos a estar aquí siempre y vamos a tratar de mejorar las condiciones, cambiar el país en un país más abierto, más democrático”, agregó el diplomático estadounidense.

 

“Digno” heredero de los embajadores

 

Robinson, quien llegó al país con el rango de encargado de Negocios (debido al crónico mal funcionamiento de las relaciones bilaterales, pues desde 2010 los países no tienen embajador), ha sido un “digno” sucesor de anteriores embajadores abiertamente intervencionistas: John Maisto, Donna Hrinak, Charles Shapiro, William Brownfield y Patrick Duddy. El récord de rapidez en actitudes injerencistas lo tiene Larry Palmer, quien iba a ser el embajador y dio unas declaraciones ante el Congreso sobre “la baja moral de los militares venezolanos”. El comandante Hugo Chávez dijo de inmediato que no aceptaría su designación.

 

Chávez había marcado la pauta bien temprano con Hrinak, en 2001. La embajadora llegó al despacho presidencial a leerle “una cartilla” en la que le exigía abstenerse de opinar sobre actuaciones del Gobierno de EEUU. Chávez había criticado los bombardeos de Afganistán que causaron numerosos muertos civiles, incluyendo niños. El comandante rechazó el pretendido regaño e invitó a la embajadora a abandonar el Palacio de Miraflores. “Usted está hablando con el jefe del Estado. Respecto de su posición, no se comporta de manera apropiada, por favor, retírese ahora”.

 

Robinson tiene experiencia

 

No es la primera vez que Robinson cumple este papel. En Guatemala, donde fue embajador, eran habituales sus intervenciones indebidas en política interior. De hecho, se asegura que su gestión como embajador fue clave para la desestabilización del gobierno de Otto Pérez Molina, utilizando como argumento la lucha contra la corrupción.

 

Según el periodista Marcelo Colussi, en Guatemala se puso en práctica, bajo la dirección de Robinson, un nuevo modelo de intervencionismo basado en la supuesta lucha contra la corrupción. De hecho, el organismo investigador es multilateral, con notoria influencia de EEUU: la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –Cicig–, instancia de la Organización de Naciones Unidas apoyada y financiada por “la comunidad internacional”.

 

En Guatemala, eran habituales sus declaraciones contra el Gobierno y el Congreso, al que acusó de no estar suficientemente comprometido en la lucha contra la corrupción. A menudo instaba a “la sociedad civil”, en especial a los jóvenes, a protestar para exigir los cambios políticos que desea el país.

 

(LaIguana.TV)