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Reeditando la famosa oferta llamada «Tarjeta Mi Negra» del candidato antichavista en las presidenciales de 2006 Manuel Rosales, cuya promesa se basó en la asignación directa de recursos por la venta de petróleo, Henri Falcón se apunta en una «novedosa» estrategia basada en la entrega de 25 dólares para cada adulto del país y 10 dólares para cada niño, asumimos, de manera mensual.

 

El lanzamiento de esta «política social», presentada de forma demogógica, tiene muchos puntos débiles y una comprometida viabilidad financiera, y parece ser más bien una engañosa propuesta de campaña muy eficientemente diseñada para cooptar incautos y favorecer otros intereses. Veamos.  

 

No es una política social. Para empezar es necesario asumir que la tendencia mundial de las políticas sociales hace distinciones entre los grupos sociales acorde a su conjunto de necesidades y a sus vulnerabilidades socioeconómicas particulares. No es lo mismo, por ejemplo, las necesidades de las personas discapacitadas, o de la tercera edad, que las de quienes no lo son. Las distinciones son mayores si estas personas son de estratos populares o si son de la clase media alta. He ahí que la propuesta de Falcón de asignar un monto único a cada persona de manera no diferenciada sugiere más bien la aplicación de un absurdo igualitarista que no es practicado ni siquiera en los países regidos bajo premisas socialistas. De este punto de incongruencia parte la alta posibilidad de engaño electoral por parte de Falcón.

 

La dolarización de Torino Capital. A la hora de hablar de medidas económicas es necesario saber quienes las promueven. El abanderado económico detrás de la figura de Falcón es Francisco Rodríguez, de la firma Torino Capital. Promotores de la dolarización de Venezuela, aupados también por Steve Hanke, otro de los legitimadores internacionales del precio del dólar paralelo. Estos lobbys económicos han sido presentadores de la idea de que el valor real del bolívar es el que marca Dólar Today, lo cual indica que esta gendarmería mercenaria del ataque al bolívar, claramente interesada en una dolarización en Venezuela y además de ello ultra-neoliberales, no pueden avalar de manera sincera (como equipo económico) una dolarización con estas características. Esto acrecienta las posibilidades de que la propuesta de Falcón sea un cebo de campaña.

 

Insostenibilidad financiera. «Venezuela es el peor país del mundo para dolarizar». Esta frase pertenece a uno de los principales asesores económicos de la MUD, Asdrúbal Oliveros, de la firma Ecoanalítica. Las razones son múltiples. Para Oliveros Venezuela tiene riesgos particulares al dolarizar por su dependencia del ingreso extranjero y por la fórmula del mismo. «Ante la disminución del precio petrolero Venezuela podría, en el caso de estar dolarizada, sufrir una baja de crecimiento económico realmente importante. Adicionalmente pasaría por un choque externo muy fuerte y no tendría una política económica con la cual defenderse». Esa última referencia de Oliveros apunta a la facultad del Estado de anclar su propia política monetaria.

 

Las políticas sociales que aún persisten en Venezuela aún pese a la caída del precio petrolero son posibles por la capacidad del Banco Central de Venezuela en emitir moneda nacional, cuestión que sería imposible en un escenario de dolarización. «Si aceptas dólares tienes que estar en manos de la Reserva Federal de EEUU, que es el que va a manejar la política monetaria de Venezuela», esas palabras vienen del diputado antichavista José Guerra, principal abanderado de los temas económicos en el parlamento dominado por la oposición sobre la dolarizaciòn propuesta por Henri Falcón.

 

Inviabilidad por concepto de ingresos en renta. Siguiendo estimaciones del mismo Francisco Rodríguez, acorde a cálculos sobre el precio petrolero de 2018 (en promedio unos 54,8 $/barril) y en reconocimiento de cifras de Torino Capital que apuntan a una baja en la producción petrolera de Venezuela este año, el ingreso por esta vía podría alcanzar los 28 mil 700 millones de dólares. Una cifra que dista mucho de los 40 mil millones de dólares que ingresaban al país en tiempos de crudo a 100 $/barril. Es decir, el mismo equipo de Henri Falcón tiene muy claro que los ingresos petroleros (el 95% de las divisas que ingresan a Venezuela) son y serán significativamente bajos, para una merma de los mismos en paliativos dolarizados. Una total incongruencia para una firma neoliberal.

 

Torino Capital también ha anunciado que el pago de deuda será de unos 80 mil millones de dólares en los próximos 10 años, a razón de más o menos unos 8 mil millones de dólares al año. Mientras que por otro lado la Comisión Económica para América Latina (CEPAL, adscrita a la Organización de Naciones Unidas), calculó los compromisos por importaciones venezolanas del año 2017 por un orden de 18 mil 546 millones de dólares.

 

En un escenario de economía dolarizada, suponiendo que en 2018 los montos por importaciones no bajen y se mantengan a los niveles de 2017 y si sumamos los compromisos de deuda a saldar este año, unos 8 mil millones de dólares, es evidente que del ingreso estimado este año solo quedarían disponibles a lo sumo unos 2 mil millones de dólares para aportar a las reservas internacionales, ejecutar obras del Estado, efectuar pago de nóminas (dolarizadas) del Estado, entre otros compromisos. Dicho de otra manera, no hay viabilidad financiera posible para la propuesta de Henri Falcón en los términos actuales.

 

La propuesta de asignar 25 dólares mensuales a más o menos unos 20 millones de adultos costaría unos 6 mil millones de dólares al año. Si se asigna la bonificación prometida de 10 dólares a unos 10 millones de niños, el monto total de la tarjeta de Falcón costaría unos 7 mil 200 millones de dólares al año. Unos 72 mil millones de dólares en 10 años. Una cifra imposible en la actual economía venezolana. Recalquemos, Torino Capital está al tanto de esto ¿Adónde apunta su apuesta?

 

¿Hiperendeudar para dolarizar?. Una propuesta como la de Henri Falcón sólo sería financieramente posible en un marco de adquisición de una megadeuda con acreedores como el Fondo Monetario Internacional (FMI). No es nuevo este señalamiento. Ricardo Haussman, articulador de la asfixia financiera contra Venezuela, viene desde hace años (incluso conversando sobre ello con el empresario Lorenzo Mendoza) reseñando la necesidad de un «auxilio financiero» a Venezuela por el FMI, una deuda que ha señalado recientemente sería por el orden de unos 100 mil millones de dólares en los próximos 5 años.

 

De hecho, instancias del poder político regional alineado contra Venezuela ya vienen barajeando esa posibilidad en un escenario del ascenso al poder del antichavismo. Mauricio Cárdenas, Ministro de Economía de Colombia, ya se ha tomado la molestia de «diseñar» un «plan de recuperación» que sería aplicado «el día después de la salida de Maduro». Cárdenas dijo que su país estaba dispuesto a «financiar» a  Venezuela con esquemas diseñados por el FMI y el Banco Mundial (BM). «Lo planteamos en reunión de ministros de hacienda y vamos a escuchar en el mes de abril, en las reuniones de primavera del BM y FMI, unas propuestas concretas con cifras que den orden de magnitud de cuál debería ser ese plan de rescate para Venezuela», señaló.

 

Dicho de otra manera, hay lobbys financieros dentro y fuera de Venezuela sumamente interesados en que un eventual nuevo gobierno antichavista imponga la dolarización y contraiga deudas exorbitantes en un contexto de bajos precios petroleros, sumando además a Venezuela a las condiciones de instancias multilaterales que son conocidas en el mundo por la aplicación de paquetes draconianos. Venezuela sufrió esa historia a finales de los años 80 y a inicios de los 90.

 

Torino Capital, empresa promotora y punto focal de los actuales tenedores de la deuda venezolana, es un elemento clave en esta componenda que bien sabemos en otros contextos ha hecho de las deudas soberanas un festín para los capitales buitre. La articulación y negociación de deuda es un lucrativo negocio que han terminado pagando los pueblos mediante su tragedia en muchos lugares del mundo.

 

Observando en profundidad la propuesta de Falcón de una bonificación dolarizada, en un supuesto de una Venezuela dolarizada y de préstamos por el FMI y el BM, la incongruencia es total.

 

Estas instancias financieras multilaterales tienen la característica de imponer medidas de «responsabilidad fiscal», eufemismo para encubrir políticas seriamente restrictivas del gasto social, o lo que en Europa se conoce hoy como «paquetes de austeridad» que significan reducciones dramáticas del presupuesto público, los servicios sociales y las reivindicaciones en salarios y pensiones. ¿Aceptaría el FMI que gran parte del dinero asignado en préstamo a Venezuela sea otorgado a la población en bonificaciones mediante tarjetas a 30 millones de personas? El FMI jamás aceptaría tal adefesio.

 

Campaña dolarizada. Estas situaciones absolutamente incongruentes dan cuenta del empleo del cebo electoral de una «Tarjeta Mi Negra» en su versión dolarizada 2.0 o lo que es lo mismo: la creación de una oferta de campaña financieramente inviable y matemáticamente incoherente. Parece que el asunto de fondo consiste en la dolarización a ultranza de la economía venezolana y la adquisición de megadeudas bajo la promesa de villas y castillos.

 

Estas promesas electorales irrumpen desde el empleo y la construcción del dólar como fetiche económico, como subjetividad económica, su colocación como instrumento de obsesión en la transversalidad económica venezolana, donde «ricos y pobres lo codician», para ofertarlo como promesa de campaña. Un absoluto absurdo de demagogia, sólo posible en la inescrupulosa mentalidad del antichavismo venezolano y extranjero. 

 

(Misión Verdad)