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Cuando faltan dos semanas para la entrada en vigor del nuevo cono monetario, aún no se sabe cómo harán los automovilistas para pagar la gasolina en las estaciones de servicio y los usuarios del metro de Caracas para comprar un boleto. Al eliminarle tres ceros a la moneda, no habrá manera legal de cobrar los precios exactos del combustible y del subterráneo capitalino.

 

El Banco Central de Venezuela dio a conocer la normativa que regirá para el redondeo de los cálculos generados por la reconversión monetaria. Pero eso vale para los precios de todos los productos, excepto para los que se han quedado rezagados de la ola de inflación inducida.

 

Entre los que tienen actualmente niveles absurdos están la gasolina y el Metro. En cuanto al precio de la gasolina, la distorsión es de tal magnitud que la carga total de una de esas gigantescas gandolas que surten a las estaciones de servicio, aproximadamente 35 mil litros,  tiene un costo nominal inferior a los 150 mil bolívares, cantidad con la que en el comercio difícilmente puede comprarse una bolsita de chucherías.

 

En cuanto a la tarifa del Metro, valga la siguiente reflexión: si usted adquiere uno de los típicos productos expendidos por los vendedores ambulantes que recorren los trenes, y paga, solo por poner un ejemplo, 100 mil bolívares, estará desembolsando el equivalente a 25 mil viajes en metro. Eso significaría usar el metro unas trece veces diarias durante todos los días de cinco años consecutivos.

 

Si la distorsión se percibe como algo casi cómico con el cono monetario actual, al aplicar el nuevo será técnicamente imposible pagar el precio exacto o dar el vuelto correspondiente.

 

El boleto de metro cuesta actualmente 4 bolívares, equivalentes a 0,004 bolívares soberanos, cantidad que no podrá pagarse por la falta de una moneda que ni siquiera se acerque a ese valor. La de menor denominación será la de 0,50, que puede pagar 125 viajes a ese precio. 

 

El precio actual de la gasolina es de 1 bolívar por litro de 91 octanos y 6 bolívares por litro de 95 octanos.  Al eliminarse tres ceros de la moneda, el litro de 91 octanos costaría 0,001 bolívares soberanos, y el de 95 octanos valdría 0,006 bolívares soberanos. Un tanque de 50 litros del primer tipo de gasolina tendría un costo total de 0,05 bolívares soberanos (lo que alguna vez se llamó un centavo o una puya). Se presenta la misma situación planteada con el Metro, pues no existirá una moneda adecuada para pagar esa cantidad o dar vueltos, pues la de menor denominación será la de 0,50. Esa moneda permitiría, entonces, llenar el tanque diez veces.

 

El ajuste necesario, tan solo para que sea operativo su pago, debería ser entonces de 1000 por ciento. Si se aplicara antes de la entrada en vigor del nuevo cono monetario, la gasolina de 91 octanos pasaría a costar 1000 bolívares y la de 95 octanos se elevaría a 6000. Un tanque de 50 litros costaría, respectivamente, 50 000 y 300 000 bolívares actuales. A pesar de tan brutal aumento, la gasolina seguiría siendo uno de los productos más barato de todos cuantos pueden adquirirse actualmente. Si alguien lo duda, que salga a la calle con 300 000 bolívares y vea qué puede comprar con ellos.

 

El constituyente David Paravisini, experto en el tema petrolero, dijo que según la información que ha trascendido, la solución será llevar el litro de gasolina al valor de la moneda de menor denominación del nuevo cono, la de 0,50 bolívares soberanos, equivalentes a 500 bolívares fuertes. Este precio, según esas informaciones extraoficiales, será único para ambos tipos de gasolina e, inclusive, para el gasoil, el combustible que usan los vehículos de carga y muchos colectivos.

 

De ser ese el nuevo precio, un tanque promedio podrá llenarse con 25 bolívares soberanos, equivalentes a 25 000 actuales. Esto significa que seguirá siendo el bien más barato de todos, pues, para hacer solo una comparación, un botellón de agua potable de 20 litros ya ronda los 150 mil bolívares, es decir, 150 bolívares soberanos, equivalentes a llenar seis veces el tanque de carburante.

 

El obligado ajuste ha llevado a numerosos analistas  y voceros opositores a decir que la reconversión será así una excusa para un descomunal aumento del precio de la gasolina que, a su juicio, disparará a niveles aún más estratosféricos los precios de todos los productos y las tarifas del ya muy deficiente transporte público.

 

Subsidio gigantesco

 

Hace ya varios años, el Gobierno desarrolló una campaña de formación de conciencia respecto a lo inconveniente que resulta el gigantesco subsidio a la gasolina, comparando los costos de producción de diversos productos con sus precios de venta. Se recuerda uno de los spots, en el que unas señoras deliberaban sobre a qué precio debían vender las empanadas que cocinaban. Una de ellas proponía venderlas por debajo de lo que les costaba elaborarlas. Las otras señoras rechazaban la idea por considerarla absurda.

 

Esta campaña debió concluir con un aumento sustancial del precio del combustible, pero no fue así.

 

A principios de este año, el costo de producción de un litro de gasolina en las refinerías venezolanas andaba por los  350 bolívares. Esto implica que el Estado venezolano paga 349 bolívares por cada litro de la de 91 octanos (mientras el usuario paga 1 bolívar)  y 344 por la de 95 (en tanto, el usuario paga  bolívares). Se estima que este costo de producción se ha elevado en estos meses, debido a la inflación generalizada.

 

Este enorme subsidio (posiblemente el más significativo de la historia mundial en lo que a combustibles se refiere) es la base del muy provechoso e ilegal negocio del contrabando de gasolina hacia las naciones vecinas, en especial hacia Colombia.

 

(LaIguana.TV)